Nota del editor: Susan Segal es presidenta y directora general de Americas Society/Council of the Americas. Las opiniones expresadas en esta nota son suyas.
(CNN) – La visita del presidente Barack Obama a Cuba y Argentina esta semana será una visita rica tanto en sustancia como en simbolismo.
Al principio de su primer mandato, el presidente Obama dijo que estaba decidido a abrir un nuevo capítulo en las relaciones entre Latinoamérica y Estados Unidos, con base en el respeto mutuo y los valores compartidos. Al abandonar las políticas que durante décadas fueron la marca de las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica, la administración de Obama ha logrado construir unos lazos más fuertes y más productivos entre Estados Unidos y sus vecinos del sur.
Este es el enfoque correcto para una región que, a pesar de algunas notables excepciones, durante los últimos 30 años ha aceptado de manera abrumadora a las instituciones democráticas, ha llevado a cabo elecciones programadas, y en general, ha respetado la alternancia política.
Por supuesto, Latinoamérica no era una de las principales prioridades políticas exteriores del presidente Obama cuando llegó a ocupar el cargo, debido a los desafíos que enfrentaba la economía global y al crecimiento del extremismo a través del mundo Islámico, entre otros problemas que requerían de su atención inmediata.
Aun así, la administración puede conformar una lista de importantes logros en toda la región, desde la apertura histórica de las relaciones con Cuba hasta los acuerdos comerciales con Colombia y Panamá y el continuo apoyo hacia la seguridad de Colombia, lo que contribuyó a un mayor avance de la paz con las guerrillas de ala de izquierda.
Mientras tanto, a pesar de la actual retórica política inflamatoria, los lazos comerciales entre Estados Unidos y México están en su punto más alto, ya que el comercio entre los dos países ha alcanzado los 1.460 millones de dólares por día.
Estados Unidos y Cuba: una historia de amor
La región también se ha beneficiado de la decisión sumamente importante que Obama tomó de nombrar al vicepresidente Joe Biden como su persona de contacto para los asuntos relacionados con América Latina. Al hacer uso tanto de su encanto personal como de su profundo conocimiento de una región que ha visitado 14 veces durante los últimos siete años, Biden ha tendido éxito en construir un puente sobre la brecha de las relaciones con Brasil y ha persuadido al Congreso de Estados Unidos para que apruebe una ayuda crucial para Centroamérica.
Es cierto, no todo han sido una sucesión de victorias y logros. Las relaciones de Estados Unidos con numerosos gobiernos de Latinoamérica permanecen tensas, y la administración ha mantenido una guerra verbal con Venezuela sobre la necesidad de que haya un pluralismo democrático más grande en ese país. Sin embargo, el presidente Obama ha entendido que la región no es un bloque monolítico, que en cada país las instituciones democráticas evolucionarán a su propio ritmo, y que el papel de Estados Unidos es el de apoyar y animar más que de dictar e interferir.
Esto se manifiesta con más claridad en el hecho de que Barack Obama será el primer presidente en funciones de Estados Unidos en visitar Cuba en casi 90 años. Su política hacia la isla es, sin lugar a dudas, su iniciativa semiesférica más audaz, ya que rompe con más de medio siglo de política de embargo que ha perjudicado a los cubanos comunes y corrientes, ha puesto los intereses comerciales de Estados Unidos en desventaja en comparación con los de otros países y ha afectado las relaciones entre Estados Unidos con el resto del continente.
Los críticos del acercamiento citan la falta de derechos humanos en Cuba, y tienen razón en hacerlo: este es un tema de preocupación considerable. Pero estamos en una mejor posición para tener un impacto real si Estados Unidos establece una relación de comunicación más fluida con La Habana. La verdad es que el embargo a la larga ha fracasado en persuadir a las autoridades de Cuba para que permitan una sociedad más abierta y democrática. Llegó el momento de probar un enfoque diferente.
Entretanto, la decisión del presidente Obama de visitar Argentina a solamente 100 días de la toma de posesión del presidente Mauricio Macri, también muy significativa. El viaje, que es la primera visita de un presidente de los Estados Unidos desde 2005, reconoce claramente la determinación del presidente recién electo para volver a introducir a Argentina a la economía global, así como su buena voluntad para construir una relación de mutuo beneficio con Estados Unidos.
En Buenos Aires, habrá una oportunidad para que ambos líderes establezcan un diálogo sustancial sobre el futuro de la región, así como para que amplíen una extensa agenda bilateral que incluye temas de comercio, inversión, educación, energía renovable y cambio climático, seguridad ciudadana, y política sobre drogas.
Lo más importante es que el viaje reconoce la nueva dirección de Argentina bajo el liderazgo del presidente Macri y la oportunidad única que representa tanto para las personas de Argentina como del hemisferio.
Ahora que queda solo un poco más de nueve meses antes de que le entregue las riendas a un sucesor, el presidente Obama continúa implementando su fuerte visión para la región, anclada en construir nuevas relaciones y renovar las antiguas, así como la creación de nuevas relaciones por medio de los países vinculados no solo por proximidad geográfica sino por historia compartida, intereses y valores. Este es el camino correcto a fin de tener una prosperidad mayor y duradera para todos.