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Nota del editor: Linda-Gail Bekker es profesora de medicina en la Universidad de Ciudad del Cabo, directora adjunta del Centro de VIH Desmond Tutu y presidente electa de la Sociedad Internacional del SIDA. Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente las de la autora.

(CNN) – Cada año, del 24 de marzo se celebra el día mundial de la tuberculosis. Un día en el año en que el lente del mundo se enfoca en el hecho de que casi 4.000 personas mueren todos los días como consecuencia de esta enfermedad que es prevenible y curable.

Se trata de una enfermedad antigua que ha cobrado millones de vidas: la tuberculosis sigue causando estragos en la salud pública en muchos países en este siglo.

Si nos adelantamos a las últimas décadas, y es otra la pandemia que ha cobrado las vidas de más de 30 millones de personas, en su mayoría jóvenes, y hoy en día, al menos otros 30 millones de personas viven con VIH, una enfermedad incurable, aunque tratable.

Al estar vinculadas inextricablemente por las interacciones a nivel del sistema inmune del huésped, existen muchas similitudes en estas dos epidemias. Ambas enfermedades dependen del reconocimiento de una posible infección antes de la aparición de los síntomas; sin embargo, ambas se ven envueltas en la estigmatización paralizante que debilita esa auto identificación y ambas requieren de largos períodos de ser constantes en la toma de pastillas para controlar o curar la enfermedad.

Esto pasa a ser especialmente importante, pero es cada vez más difícil a medida que el impacto de la enfermedad se disipa y los pacientes se sienten mejor.

Quizá lo más importante de todo es que ambas enfermedades se alimentan de las debilidades de la sociedad humana, lo que ocurre más frecuentemente donde las barreras sociales y estructurales han contribuido a cargas sin precedentes de enfermedades y han hecho que las respuestas de salud pública sean más difíciles de implementar.

En el 2016, es relevante preguntar qué puede aprender el mundo de la tuberculosis acerca del VIH y vice versa.

Desde el mismo inicio a principios de los años ochenta, la comunidad exigió una participación fuerte en la propiedad de la respuesta al SIDA. Muchos acordarían que se trataba del enfoque sin precedentes de abajo hacia arriba de la primera respuesta contra el VIH/SIDA con la comunidad al frente. Este impulso sigue haciendo que la respuesta contra el SIDA avance.

Las lecciones que aprendimos de tres décadas de responder al VIH/SIDA nos han enseñado que no podemos esperar ponerle fin a la epidemia del VIH por medio del tratamiento solamente.

Debemos revolucionar el enfoque sobre la prevención de la transmisión del VIH y al mismo tiempo trasladarle al público más amplio y a los encargados de tomar decisiones la urgencia que existe en brindar una respuesta integral.

De la misma forma, el “Plan global para ponerle fin a la tuberculosis” 2016-2020 de la Sociedad STOP TB presenta un nuevo camino hacia adelante para los próximos cinco años a fin de eliminar la tuberculosis antes de 2035. El plan global se enfoca en involucrar de manera activa a la comunidad como parte de la respuesta… al hacer presión para tener un mayor liderazgo político, invertir en nuevas drogas y nuevos regímenes de drogas e invertir en una vacuna efectiva, pero también preguntar dónde y cómo reducir la transmisión de la tuberculosis en familias, comunidades y entornos.

Como lo sabemos, la tuberculosis se transmite de persona a persona a través del aire. La tuberculosis tiene el impacto más fuerte en los pobres que viven en áreas urbanas, donde las personas desnutridas viven en condiciones abarrotadas y enfrentan comúnmente barreras económicas, sociales y culturales para completar el mínimo de seis meses de tratamiento.

Podemos hacer que sea más difícil que la tuberculosis se propague al mejorar la calidad del aire exterior y las condiciones de salubridad, invertir en las medidas probadas en contra de la pobreza, pero esas medidas tienen que estar complementadas por mecanismos de respaldo social que permitan que los pacientes sean identificados temprano en su enfermedad, y luego que tengan acceso y continúen con su tratamiento. Ponerle fin a la tuberculosis requerirá de una inversión más audaz en la investigación y el desarrollo.

Actualmente, no existe una vacuna efectiva contra la tuberculosis. Las medidas estándar contra la tuberculosis tienen más de 50 años de antigüedad y requieren de al menos seis meses de uso. Tratar la tuberculosis resistente a varios medicamentos toma incluso más tiempo, involucra inyecciones y es difícil. Y la prueba de diagnóstico que más se utiliza requiere que una persona busque los gérmenes de la tuberculosis por medio de un microscopio, usando solo la vista.

Interrumpir las transmisiones requerirá de un mejor entendimiento de dónde y cómo se transmite la tuberculosis con suficientes recursos como para intervenir donde sea necesario a la escala requerida a fin de tener un impacto. Muchas regiones desarrolladas del mundo han hecho esto y han hecho retroceder los estragos de la tuberculosis como una epidemia generalizada.

Hacer que avance la respuesta global contra la tuberculosis a la larga necesitará de un liderazgo político comprometido que entienda la necesidad de que haya un mundo libre de tuberculosis con la misma sensación de compromiso y urgencia con la que buscamos un mundo libre de VIH. Estamos entrando a una nueva era en la salud global bajo el marco de la agenda de Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDG, por sus siglas en inglés).

Para complementar el compromiso político renovado está claro que a fin de avanzar hacia el objetivo de eliminar muchas enfermedades, entre ellas la tuberculosis, tendremos que transferir ideas por varias disciplinas y sectores.

La situación en Sudáfrica demuestra qué tan difícil será ponerle fin a la tuberculosis sin tener audaces y nuevos enfoques para luchar contra la enfermedad.

La tuberculosis es la principal causa de muerte en Sudáfrica, y los esfuerzos por abordarla se complican gracias a un rango de factores, entre ellos una pobreza persistente, una mala nutrición, altos índices de coinfección con el VIH, índices de diabetes que van en aumento y una resistencia generalizada a los antibióticos. Más o menos el 80% de las personas que mueren de SIDA mueren de una complicación como la tuberculosis.

Los líderes políticos de Sudáfrica han hecho un llamado al mismo nivel de urgencia para abordar ambas epidemias. Esta es la razón por la que la conferencia TB2016 —una conferencia especial de dos días sobre la ciencia e implementación de la tuberculosis— se llevará a cabo justo antes de la próxima y sumamente simbólica edición no. 21 de la Conferencia Internacional sobre el SIDA  en Durban en julio de este año.

Empezamos el viaje juntos en julio en Durban para controlar y a la larga erradicar tanto la tuberculosis como el VIH en todas las regiones del mundo.

Datos sobre la tuberculosis:

- Una persona infectada con la enfermedad de tuberculosis muestra indicios de síntomas y generalmente se siente enferma. - Los síntomas incluyen toser sangre, fiebre, escalofríos, sudoración por las noches, falta de aliento, dolores de pecho, pérdida de apetito, pérdida de peso y fatiga.

- Es posible transmitir la bacteria de la tuberculosis de la persona infectada a otros.

- Una prueba de piel o sangre indicará si la persona ha sido infectada con la bacteria. - El tratamiento con antibióticos durante 4 a 9 meses es necesario para tratar la enfermedad de tuberculosis activa.

- Las personas que tengan un sistema inmune debilitado, como las que padecen de VIH o diabetes, son más propensas a contraer la enfermedad de la tuberculosis.

- La tuberculosis es una de las principales causas de muerte para las personas infectadas con VIH.