(CNN) – Un bocado puede ser suficiente para causar síntomas como picazón, vómitos, diarrea o una contracción de la garganta… las señales que delatan una alergia.
Las alergias alimentarias han ido en aumento en los últimos años y actualmente se calcula que afectan hasta un ocho por ciento de los niños en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Alergia (WAO, por sus siglas en inglés).
Las cifras son mayores en los países industrializados. Tan solo en Estados Unidos, 4 millones de niños supuestamente padecieron alergias alimentarias en 2014.
Ahora, investigadores del Kings’ College de Londres están investigando una manera de prevenir las alergias alimentarias… utilizando comida.
Tratamiento de alergias
Hasta ahora, el consejo habitual que se daba a quienes sufrían de alergias había sido simplemente mantenerse lejos de su aterrador alimento.
“Durante décadas nos hemos estado enfocando en la abstinencia y eso no pareció funcionar”, dice Gideon Lack, profesor de alergia pediátrica en el King’s College de Londres.
Lack cree que la abstinencia puede, de hecho, haber alimentado el problema.
“La abstinencia activa de alérgenos alimentarios en las dietas de los bebés no los protegió de desarrollar alergias alimentarias y puede, incluso, haber contribuido al gran aumento que hemos visto”, dice Lack.
Con sus pacientes, Lack ha visto las frustraciones tanto de padres como de hijos que viven con alergias alimentarias durante años y ahora ha puesto su mirada sobre la cura, más que en el control de la enfermedad.
Algo para reflexionar
En estudios anteriores, Lack trabajó con otros expertos en la materia para investigar el impacto de darle de comer manís a niños que presentaban un mayor riesgo de alergias. Los estudios eran parte de la prueba del Aprendizaje temprano sobre la alergia del maní (LEAP, por sus siglas en inglés) y descubrió que dar de comer seis gramos de proteína de maní a los niños desde los 4 meses de edad conducía a reducciones significativas en los índices de la alergia al maní.
La teoría subyacente es que la exposición permite que el sistema inmunológico del niño aprenda a reconocer, y tolerar, los alérgenos en lugar de reaccionar frente a ellos, como lo hace con otros órganos y células del cuerpo.
El estudio más reciente de Lack subió aún más la barra e investigó el potencial de usar la comida para prevenir múltiples alergias de una vez, como parte del estudio Enquiring About Tolerance (EAT) [Consultas sobre la tolerancia]. Los bebés de la población general fueron expuestos a temprana edad a seis alimentos alérgenos habituales: maní, huevos, leche, pescado, trigo y ajonjolí. Se estima que los tres primeros representan el 80% de todas las alergias alimentarias registradas en Estados Unidos.
El estudio reclutó más de 1.300 bebés de 3 meses, la mitad de los cuales recibieron hasta 4 gramos de cada una de las seis proteínas alimentarias semanalmente.
A nivel general, el equipo descubrió un 20 por ciento de reducción en las tasas de alergia alimentaria entre los bebés expuestos a alérgenos alimentarios, lo cual no era lo suficientemente significativo como para sugerir que su sola introducción fuera responsable, pero sí mostró que suministrar la comida a una edad temprana podía hacerse de manera segura.
Más adelante, Lack descubrió que muchos bebés que participaron en la prueba no habían estado consumiendo las cantidades requeridas de proteínas… solo un 34 por ciento siguieron el régimen adecuadamente, según Lack.
Según Lack, entre el grupo que sí siguió las instrucciones, se vieron reducciones significativas, entre ellas un 100 por ciento de protección contra la alergia al maní y un 75 por ciento de reducción contra la alergia al huevo, según Lack.
“Los efectos fueron mayores para el maní y el huevo, pero para los otros no había un índice lo suficientemente alto como para hacer una comparación adecuada”, dice Lack.
Por el momento, el equipo no recomienda utilizar la estrategia fuera de una prueba supervisada, y aconseja a los padres que sigan las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en cuanto a la alimentación de los bebés, como la lactancia materna, hasta que haya más pruebas disponibles.
¿Deberíamos echarle leña al fuego?
El impacto más pequeño e insignificante que se vio en toda la población del estudio como conjunto, pone de relieve una cuestión clave cuando se recomienda esta estrategia como un enfoque para la prevención de alergias… la probabilidad de que las personas sigan instrucciones adecuadamente.
“En realidad, solo un tercio de las familias cumplió con el protocolo”, dice el experto en alergias, Hugh Sampson, director del Instituto de alergias alimentarias Jaffe en Mount Sinai.
“Esto refleja lo que sucedería si esto se convierte un una política generalizada”, dice.
La ciencia subyacente ha sido demostrada y ahora necesitará más investigación para comprender las cantidades razonables que pueden ser usadas, y cumplidas, a fin de prevenir futuras alergias.
El equipo de Sampson en Mount Sinai está investigando el enfoque alimenticio también, pero se está enfocando en el maní, la leche y los huevos como sus objetivos y solamente en los grupos de alto riesgo.
“Puedes diseñar todo tipo de tratamientos, pero si las personas no los cumplen esto no funcionará”, dice Sampson.
Los expertos en el campo están trabajando ahora para perfeccionar el tratamiento y descubrir su verdadero potencial.
“Puede ser beneficioso para todos, pero todavía no tenemos las pruebas para eso”, dice Sampson.