(CNN Español) – La recomendación que ha hecho el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, a las mujeres del país, de que usen el secador eléctrico con discreción, porque el país está al borde de un gran apagón eléctrico, me ha recordado otra sugerencia aciaga: la que hizo Fidel Castro en 1989, también a las mujeres, para que lavaran con más cuidado sus vestidos y garantizaran así su duración porque de Moscú no llegaría ni un rublo más.
Nadie, ni siquiera el más imaginativo, pudo imaginar cuán abocado estaba el país a la debacle.
Poco tiempo después, el hambre y la desesperanza se instalaron en las vidas de los cubanos como una costra imposible de arrancar.
De nada sirvió que en las escuelas le enseñaran a los chicos que, según el marxismo, la crisis genera siempre desarrollo. De la noche a la mañana, un pueblo que creía haber aprendido a vivir en crisis (y en guerra) permanente, no sabía cómo encajar que padecía sarna por no tener jabón; que algunos empezaran a quedarse ciegos por falta de vitaminas en medio de la oscuridad que garantizaban los apagones diarios de más de doce horas…
Maduro responsabiliza a la sequía de los problemas en la generación hidroeléctrica del país. La oposición dice que es por la desidia del gobierno, por la falta de mantenimiento e inversiones. Sea lo que fuere, y esto es un hecho, cuando Hugo Chávez llegó al poder, Venezuela vendía electricidad a países vecinos como Brasil.
Los meteorólogos pronostican que a partir de julio llegarán las lluvias a Venezuela y se prevé que serán torrenciales. Entonces habrá quien se lamente de la ferocidad de tales lluvias.
“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces’’, dejó dicho Marx en su libro 18 de Brumario de Luis Bonaparte, “pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa”.