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(CNN) – Por un momento está bien arreglada y sonríe con gracia delante de la cámara. Luego está en cama, llorando, tan solo tratando de calmarse.

Cuando ocurre un ataque de pánico, el mundo de Amber Smith se detiene. Smith, quien reside en Rugby, Inglaterra, publicó fotos en Facebook la semana pasada para demostrar cuán radicalmente puede un ataque de pánico alterar no solo el estado emocional de una persona, sino su estado físico también.

“He estado luchando contra la ansiedad y la depresión durante años, y aún hay personas que hacen comentarios como ‘Lo superarás; no necesitas tabletas; solo se más feliz; eres muy joven como para sufrir de esa manera”, escribió Smith en una publicación que más de 16.000 personas compartieron en línea.

Smith es una de los millones de personas alrededor del mundo que sufren de un trastorno por enfermedad mental. Entre 1990 y 2013, el número de personas que sufrían de depresión o ansiedad, dos de los trastornos mentales más comunes, aumentó en casi el 50%, de 416 millones a 615 millones alrededor del mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Aunque esa cifra va en aumento, invertir en el tratamiento podría dar lugar a personas más sanas, e incluso a economías más saludables.

Por cada dólar que se invierte en tratar la depresión y la ansiedad, hubo un retorno de 4 dólares en una mejor salud y capacidad para trabajar, según un nuevo estudio dirigido por la OMS y publicado el jueves en The Lancet Psychiatry.

El estudio es el primero en argumentar que existen beneficios para la economía global en invertir en tratamientos para la depresión y la ansiedad.

“Sabemos que el tratamiento de la depresión y la ansiedad tiene sentido para la salud y el bienestar; este nuevo estudio confirma que también tiene sentido desde el punto de vista económico”, dijo Margaret Chan, directora general de la OMS en una declaración.

“Debemos encontrar formas de asegurarnos de que el acceso a los servicios de salud mental se convierta en una realidad para todos los hombre, mujeres y niños donde sea que vivan”, dijo Chan.

El estudio calculó los costos aproximados de tratamiento y los resultados de salud en 36 naciones de 2016 a 2030.

Si Estados Unidos aumentara su costo de tratamiento, le costaría más o menos 147.000 millones de dólares. Sin embargo, el retorno superaría los gastos, según el informe.

Habría una mejora de un 5% en la participación y productividad de los trabajadores, lo cual está valorado en 399.000 millones de dólares. La mejora en la salud añade otros 310.000 millones en retorno, lo que representa más del doble del retorno del gobierno sobre la inversión.

Sin embargo, la inversión en salud mental es mucho menor. La encuesta Mental Health Atlas de 2014 de la OMS encontró gobiernos que gastan un promedio del 3% de sus presupuestos de salud en la salud mental. Las naciones más pobres tendían a gastar menos del 1%, mientras que los más ricos gastan un 5%.

Las emergencias humanitarias y los continuos conflictos contribuyen a la necesidad de aumentar las opciones de tratamiento. La OMS calcula que, en situaciones de emergencia, al menos 1 de cada 5 personas se ve afectada por depresión o ansiedad.

Los trastornos mentales permanecen en la sombra en muchas partes del mundo, según Jim Yong Kim, presidente del World Bank Group. “Esta no es solo una cuestión de salud pública; es una cuestión de desarrollo. Necesitamos actuar ahora porque la pérdida de productividad es algo que la economía mundial simplemente no puede pagar”, dijo en una declaración.

En cuanto a Smith, ella quiere que el estigma hacia las personas con ansiedad termine.

“Las personas que creen que porque me veo ‘bien’ físicamente no estoy luchando contra un monstruo dentro de mi cabeza todos los días”, escribe.

E insta a aquellos que sufren solos a que pidan ayuda y apoyo.

“Cuanta más conciencia haya, menos gente sufrirá en silencio”, escribe Smith.