Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Encuentro. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) – La deforestación de los últimos 15 años pone en peligro de extinción de al menos 500 especies, advierte un estudio de la Real Sociedad para la Protección de las Aves de Reino Unido y de varias universidades del mundo.
La verdad es que sin mucho esfuerzo podríamos llenar esta letrilla de noticias como la anterior. Y también imaginar lo que cada jefe de Estado dijo o quisiera haber dicho a propósito del Acuerdo de París contra el cambio climático. El primero en firmar ha sido el presidente francés, François Hollande. Le han seguido los dignatarios y representantes de otras 171 naciones.
Cada uno seguramente habrá dicho cosas como estas: que es insoslayable hacer algo por nuestra casa común; que no es justo que se haya hipotecado el futuro de las nuevas generaciones; que ya es hora de abrir espacio a la generosidad y la compasión…
“Bonito, todo me parece bonito’’…y vacuo. ¿Y saben por qué? Porque las grandes palabras, diga quien las diga, suelen esconder una superficialidad infinita.
Esto del Acuerdo de París puede ser más de lo mismo porque de momento está pendiente que cada país lo ratifique y solo entrará en vigor una vez que 55 países —los que propician el 55 por ciento de las emisiones tóxicas en el mundo— también lo ratifiquen.
Y ahí es donde se va a notar quién es quién y de qué pata cojea. Porque una cosa es decir soy decente y otra serlo.