(CNN) – Cuando su país firmó un contrato para albergar los Juegos Olímpicos de 2016, Dilma Rousseff estuvo allí desde el principio.
Pero ahora, con los esfuerzos para destituir a la presidenta de Brasil ganando fuerza, Rousseff podría quedar fuera cuando comiencen los juegos. Si los senadores aprueban un juicio político, tendrá que apartarse del cargo durante 180 días para defenderse.
“Si eso sucede, voy a estar muy triste… Me gustaría mucho participar en el proceso olímpico, porque ayudé a construir eso desde el primer día”, dijo Rousseff a Christiane Amanpour de CNN en una entrevista exclusiva.
Si una comisión del Senado recomienda su destitución y una mayoría de senadores aprobar la moción, Rousseff podría ser suspendida en mayo, unos tres meses antes de los Juegos Olímpicos de verano en Río de Janeiro.
El evento se suponía que era una vitrina para Brasil como potencia emergente en el escenario global. Pero en estos días, los obstáculos que el país enfrenta en medio de un enorme escándalo de corrupción parecen ir a mayor velocidad que los corredores olímpicos.
En la amplia entrevista con Amanpour, Rousseff defendió su gestión, se comprometió a seguir luchando y argumentó que lo que ha hecho como presidenta tiene muy poco que ver con el juicio político.
“Creo que hay un elemento muy fuerte que tiene que ver con el hecho de que soy una mujer”, dijo Rousseff. “Ellos han dicho a menudo que yo era una mujer muy dura”.
“Y siempre he respondido de la siguiente manera: ‘Sí, soy una mujer dura, rodeada de hombres lindos, educados, gentiles y amables”, dijo Rousseff con una sonrisa irónica. “Sólo las mujeres son descritas como duras en el cargo cuando toman una posición”.
Rousseff tenía altos índices de aprobación cuando se convirtió en la primera presidenta de Brasil en 2010. Ahora es un mandataria muy impopular con un índice de aprobación cerca de 10% debido a la peor recesión en décadas y a un escándalo de corrupción que implica a la petrolera estatal Petrobras y a decenas de políticos de su partido y de la coalición de gobierno.
La presidenta no ha sido implicada en el escándalo, pero millones de brasileños han salido a las calles para exigir su destitución por la corrupción institucional y la economía en crisis. La semana pasada la Cámara de Diputados del país aprobó por abrumadora mayoría una moción para el proceso de su destitución. Rousseff está acusada de violar las leyes presupuestarias al realizar préstamos de los bancos estatales para cubrir el déficit de Brasil y para pagar programas sociales.
LEE: Esto es lo que sigue para Dilma Rousseff en su juicio político
Rousseff dice que otros líderes han usado el mismo enfoque en la contabilidad pública y que ella no ha violado la Constitución. Los bajos índices de aprobación, dijo, no deberían ser lo que motive la destitución de una mandataria elegida democráticamente.
“En Brasil, así como en EE.UU., nadie puede realizar un proceso de juicio político solo por la impopularidad del presidente, porque la baja popularidad es un asunto cíclico”, dijo Rousseff. “Porque si no lo fuera, todos los presidentes, todos los primeros ministros en Europa que tuvieron tasas de 20% de desempleo inevitablemente tendrían que haber sido sometidos a proceso de juicio político. Porque ellos, también, vivieron caídas en su popularidad”.
En su entrevista con Amanpour, Rousseff repitió su acusación de que las gestiones para destituirla son un golpe de Estado. Y prometió que no renunciará.
“Lucharé para sobrevivir, no solo en mi periodo, sino que lucharé porque lo que defiendo es el principio democrático que gobierna la vida política de Brasil”.