A lawsuit argues the group of migrants who fled Cuba in a homemade boat and climbed onto a 136-year-old lighthouse off the Florida Keys should be allowed to stay in the United States.

(CNN) – Las imágenes de un helicóptero de televisión captaron el momento.

Un grupo de inmigrantes cubanos, llegados a bordo de una embarcación improvisada, se encaramaba a un faro de 136 años antigüedad frente a los Cayos de la Florida. La Guardia Costera de EE.UU. logró convencerles para que se bajaran.

María Elena López repitió el video una y otra vez, llena de alivio - y de preguntas. Identificó a su hijo con una camiseta azul oscuro. Lo vio pasándose la mano por la cara.

¿Está bien? ¿Cuándo comió por última vez? ¿Cuando podrá volver a verlo?

“Finalmente”, pensó en su interior, “lo voy a tener aquí conmigo”.

Eso ocurrió hace más de tres semanas. Y madre e hijo sigue separados por cientos de kilómetros.

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María Elena está en su casa en Jacksonville, Florida. Su hijo, Alexander Vergara López, y los otros 23 cubanos que subieron al faro American Shoal el mes pasado se encuentran ahora en un barco de la Guardia Costera, a la espera de que un juez federal decida su destino.

La cuestión legal es la siguiente: ¿Se considera el faro “tierra seca”?

El punto del caso

El fallo del juez determinará si los migrantes pueden quedarse en Estados Unidos o si deben devolverlos a Cuba.

El faro al que se subieron está aproximadamente a 10 kilómetros (6,5 millas) al sur de Sugarloaf Key, unos 25 kilómetros (15 millas) al este de Key West, en la cadena de islas de la Florida.

En una demanda federal, los abogados que representan a los migrantes esgrimen la política de “pie seco, pie mojado”, que da a los cubanos que han pisado suelo estadounidense la oportunidad de quedarse.

“Estos refugiados llegaron y desembarcaron en un edificio federal que estaba en propiedad federal de EE.UU. Fue un desembarco literalmente a pie. Y legalmente, pie seco”, dijo el abogado Kendall Coffey.

El caso, argumentan, es similar a otro de hace una década, cuando un juez dictaminó que un grupo de cubanos que llegó a un puente abandonado en los Cayos de Florida podía quedarse.

Pero los abogados del gobierno federal opinan diferente.

El faro es propiedad EE.UU., sostienen, pero no territorio estadounidense. Y subirse a un faro en alta mar, dicen, no es lo mismo que llegar a Estados Unidos.

“Los pasajeros que viajan a Estados Unidos no solicitan que se los deje en faros situados a 6,5 millas náuticas de la costa”, declaró el fiscal adjunto Dexter Lee en documentos de la corte.

Los migrantes, dijo, saltaron al agua y nadaron hasta el faro mientras la Guardia Costera impedía “su intento de entrada ilegal a Estados Unidos.”

Agregó que este grupo de cubanos “no son los solicitantes de admisión a Estados Unidos, ya que no han llegado a la costa, ni han alcanzado tierra seca”, sostuvo Lee.

Puede sonar simple a primera vista. Pero el caso es tan complicado que el juez de distrito Darrin Gayles dijo en la corte este mes que necesitaría dos o tres semanas para tomar una decisión.

Limbo legal

Por lo general, los inmigrantes interceptados en el mar son rápidamente devueltos a sus países de origen, según la Guardia Costera. Pero este grupo permanece detenido mientras su caso se resuelve en los tribunales.

“Todavía están a bordo de un barco de la Guardia Costera”, declaró el oficial Marcos Barney, a CNN. “No se ha decidido lo que va a pasar con ellos”.

Barney dijo que no podía revelar el nombre de la embarcación o su ubicación.

Los familiares no han podido hablar con los 24 migrantes mientras están detenidos, según Coffey, aunque han podido recibir algo de información de un congresista de Florida.

La demanda sostiene que el grupo de migrantes que huyó de Cuba en una precaria embarcación casera y se subió a un faro frente a los Cayos de Florida debe poder quedarse en Estados Unidos.

López dice estar agradecida con el juez por tomarse el tiempo para sopesar el caso, pero está preocupada por su hijo.

“No sé cómo es el barco, aunque me dicen que los están cuidando”, declaró.

“Lloré de felicidad”

Desde entonces, cuenta, han hablado por teléfono casi todos los días. Él le dijo que planeaba reunirse con ella pronto.

“Nunca imaginé que sería así”, sostuvo López.

Cuando se enteró que iba a juntarse con un grupo de su ciudad para subirse a un bote improvisado rumbo a Estados Unidos estuvo preocupada durante días. El ver a su hijo en el video del faro le dio esperanza.

Es un sentimiento que comparten los familiares de los otros migrantes.

“Lloré de alegría, al ver que no se ahogó, que no había desaparecido”, dijo Graciela Infante, de 60 años y que vive en Cape Coral, Florida.

Reconoció a sobrino de 24 años, Néstor, con una gorra de béisbol blanca en las imágenes de vídeo.

Graciela Infante dice que espera que su sobrino, Néstor José Ramírez Infante, tenga la oportunidad de quedarse en Estados Unidos.

Mientras los familiares esperan la decisión del juez, dijo, se mantienen en contacto a través de un foro en Internet.

Algunos todavía tratan de confirmar que sus seres queridos están en el grupo faro. A otros les preocupa lo que vaya a suceder si todavía siguen detenidos en el barco cuando golpee un huracán. Infante dijo recientemente que una madre presa del pánico expresó sus temores sobre lo que podría sucederle a su hijo si lo devuelven a Cuba.

“La tratamos de animar”, comentó Infante, “para decirle que tenga fe en este juez”.

136 años de historia

El color rojo del faro contrasta con las brillantes aguas verde-azuladas de la costa de Florida.

Se terminó de construir en 1880, instalado sobre un arrecife. Sigue en funcionamiento, según el Servicio de Guardacostas, con una luz visible a 25 kilómetros de distancia en una noche clara.

Hace años ya que no vive nadie dentro. Pero el mes pasado, muchos de los inmigrantes cubanos se instalaron en la plataforma junto a donde tiempo atrás vivía su cuidador, a a la residencia de una sola vez, 12 metros por encima del agua.

Este no es el primer encuentro entre migrantes cubanos y este faro, según Kraig Anderson, que tiene un sitio web dedicado a los faros y su historia.

Un grupo de migrantes cubanos logró encaramarse en una plataforma del Faro American Shoal.

Cuando multitudes de refugiados se empezaron a marchar de la isla en 1980, según el sitio, los guardacostas comenzaron a usar este faro como una torre de vigilancia ante el gran número de llamadas que recibían para responder ante embarcaciones que trataban de llegar a Estados Unidos.

¿Sentando un precedente?

El caso tiene implicaciones más allá de los tribunales de Florida donde los abogados se enfrentaron a principios de este mes, dijo Muzaffar Chishti, director del Instituto de Políticas de Migración de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York (NYU, por sus siglas en inglés).

“El gobierno de EE.UU. no quiere que este caso sirva para impulsar un aumento de las migraciones en el futuro”, dijo Chishti.

El número de cubanos que emigran a Estados Unidos ya está aumentando. Es un flujo que, según los analistas, se debe en gran parte a los temores de que las políticas migratorias de Estados Unidos que favorecen a los cubanos pudieran estar a punto de cambiar ahora que las relaciones entre los dos países están en proceso de normalización.

Mientras que los inmigrantes de otros países en busca de asilo en Estados Unidos enfrentan dificultades para defender sus casos en las cortes, los cubanos no tienen que superar los mismos obstáculos. La Ley de Ajuste Cubano, aprobada en 1966, da a cualquier cubano que pone un pie en Estados Unidos la autorización para entrar. Después de un año y un día en el país, pueden solicitar la residencia legal.

Otras políticas del gobierno les otorgan beneficios, como cupones de alimentos, servicio médico, asistencia de vivienda y permisos de trabajo poco después de su llegada.

“Nunca se sabe cuando la puerta se pueda cerrar”, señaló Chishti. “Muchos no se quieren arriesgar”.

Más de 35.600 cubanos han llegado a puertos de entrada estadounidenses desde el 1 de octubre, y los números no dan muestras de desaceleración.

“Hay un éxodo masivo”, afirmó Ramón Saúl Sánchez, líder del Movimiento Democracia, el grupo con sede en Miami que presentó la demanda en nombre de los cubanos retenidos.

Pero la migración, dijo, es producto de la opresión en Cuba.

“Ellos decidieron arriesgar sus vidas. Cada año miles de personas toman esos riesgos. No es algo para tomarse a la ligera”, dijo. “La gente no viene aquí sólo para comer bien. … Hay muchas otras cosas que suceden allí”.

Mantener la esperanza

López tuvo una buena sensación cuando fue a Miami para participar en una audiencia y vio la cara del juez que decidirá el destino de su hijo.

María Elena López posa con su hijo, Alejandro Vergara López, en una foto de familia tomada en Cuba.

“Estaba sonriendo”, dice ella. “Me dio tanta esperanza”.

Mientras ella espera su sentencia, empieza a hacer planes.

Ya ha comprado ropa nueva para su hijo. Una camiseta morada y unos tenis lo esperan en Jacksonville.

Por ahora, dice, debe estar con la misma ropa desde hace días. Quería comprarle más cosas, pero decidió esperar. Lo vio delgado en el video y no está segura de cuál sea ahora su talla.

Espera que pronto puedan ir de compras juntos.