CNNE 301057 - diana temirova

Diana Temirova ha conseguido terminar su primer cortometraje sobre algo que conoce muy bien: el milagro de levantarse un día de su silla de ruedas y caminar tras dos años incapaz de hacerlo. Y solo tiene 15. En su primera filmación, angustiada, no podía mover ni un solo dedo de sus pies, pero en la última, cuatro meses después, pasea feliz por la playa acompañada de su madre, Dinara. Ella asegura que su hija era una niña sana y deportista pero, de un día para otro, dejó de sentir la mano y, dos días después, dejó de andar.

Por indicación del Ministerio de Sanidad de su país, Kazajistán, llegó a la Clínica Universidad de Navarra. A la hora de abordar por qué Diana no podía caminar, el primer reto de los especialistas fue averiguar si existía “algún problema físico que le impidiera caminar”, explica la doctora Sánchez-Carpintero, especialista de Pediatría y Neurología Infantil. Eso les llevó a realizar unas exploraciones muy detalladas y, finalmente, el equipo de especialistas descartó “un fallo neurológico que le impidiera andar”.

Diana padecía un trastorno somatomorfo por el que, tras un problema físico que produce dolor o disfunción, se generan síntomas de ansiedad o depresión que no se expresan como tales, sino como mantenimiento del dolor o de la disfunción que es desproporcionada para la causa inicial.

Los síntomas pueden ser muy variados: sordera, ceguera, parálisis, dolores musculares o articulares, entre otros. En su caso, todo empezó cuando la pequeña, de repente, dejó de sentir la muñeca. Posiblemente, se trataba de un problema de origen autoinmune que fue progresando hasta afectar a las piernas. Dos días después, Diana dejó de caminar. La inmovilidad y el dolor provocaron que la parálisis fuese a peor, con contracturas y atrofia de los músculos.

“Diana cada vez tenía más miedo y esto le reafirmó en que se trataba de algo grave porque los médicos no sabían lo que pasaba. Es un círculo vicioso que hay que romper”, asegura el Dr. Soutullo, responsable de la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica Universidad de Navarra.

El especialista indica que la solución no es decirles que no pasa nada, porque los dolores son reales, pero se trata de una reacción psicológica. “De la misma manera que cuando algo te da vergüenza te ruborizas, no puedes evitarlo, pero no es porque tengas un problema en la piel. O cuando te sudan las manos, no te pasa nada en las glándulas, es psicológico”, asegura.

El reto que se les presentó a los médicos fue el trasmitir a una persona que llevaba dos años sin caminar que iba a poder hacerlo. “Entre los fisioterapeutas, los facultativos y todo el personal conseguimos llegar a una recuperación importantísima: de no poder andar, en cuatro meses ha conseguido una anatomía completa”, explica la Dra. Milagros Casado, directora del Departamento de Rehabilitación de la Clínica.