Como un dolor que va desde los pies a cabeza. Así lo describen las personas que padecen fibromialgia, un síndrome desconocido pero frecuente, que en España padecen hasta un 4,2% de las mujeres.
La fibromialgia es una enfermedad crónica y compleja, con dolores generalizados por todo el cuerpo y un agotamiento profundo. Además, está acompañada de otros síntomas, como por ejemplo, trastornos del sueño, depresión, ansiedad, cefalea, sequedad de mucosas, etc.
“Se trata de una enfermedad real, que repercute seriamente en la calidad de vida del enfermo, aunque hasta ahora estaba infradiagnosticada e infratratada”, asegura el Dr. Enrique Ornilla, responsable del Servicio de Reumatología de la Clínica Universidad de Navarra.
Se han descrito casos de fibromialgia que comienzan después de procesos puntuales, como puede ser una infección bacteriana o viral, un accidente de automóvil, la separación matrimonial, un problema con los hijos…
En otros casos aparece después de que otra enfermedad limite la calidad de vida del enfermo (artritis reumatoide, lupus eritematoso…). “Estos agentes desencadenantes no parecen causar la enfermedad, sino que lo que probablemente hacen es despertarla. Aunque aún no se sabe con certeza, es posible que una respuesta anormal a los factores que producen estrés desempeñe un papel muy importante en esta enfermedad”, explica.
El diagnóstico de fibromialgia se realiza en aquellos pacientes con un cuadro de dolor osteomuscular generalizado de varios meses de evolución en los que se han excluido otras posibles causas del mismo. No hay un tratamiento estándar y éste debe adecuarse a las características del paciente. Además, dado que se afectan muchas facetas de la vida del paciente, es imprescindible realizar un tratamiento multidisciplinar.
Es conveniente procurar un cambio de mentalidad, tanto en el enfermo como en los que le rodean, buscando un ambiente familiar relajado y libre de exigencias constantes. Además, hay que evitar los factores que agravan los síntomas adecuando los hábitos de vida y costumbres a las limitaciones que puedan producir el dolor y el cansancio.
Así, de todas las medidas que se han empleado en el tratamiento de la fibromialgia, el ejercicio físico y una adecuada fortaleza muscular son, sin duda, las más eficaces. Los masajes, los ejercicios de estiramiento muscular, el calor local y algunos tipos de electroterapia (“corrientes”), también pueden ser muy útiles. Aun así, existen diferentes tratamientos que mejoran los síntomas, como inyecciones, calmantes, analgésicos, anestésicos locales, entre otros muchos.
“El futuro del tratamiento de esta enfermedad es esperanzador, ya que las investigaciones sobre fibromialgia están progresando con rapidez. Es cuestión de tiempo que estos adelantos se traduzcan en tratamientos más eficaces”, concluye.