Nota del editor: Danny Cevallos (@CevallosLaw) es una analista legal de CNN y un abogado de defensa criminal y lesiones personales que ejerce en Pennsylvania y en las Islas Vírgenes de Estados Unidos. Las opiniones expresadas en el artículo son responsabilidad del autor.
(CNN) – A 30 kilómetros de distancia de la zona desmilitarizada con Corea del Norte se encuentra la ciudad costera de Sokcho, Corea del Sur. Es una especie de ciudad en auge, con un nuevo flujo de turismo e industria.
Las pequeñas ciudades alrededor del mundo sueñan con el crecimiento o simplemente con una revitalización, y suelen invertir el poco dinero que tienen en sus arcas para atraer a empresas o familias para reasentarse en su ciudad fantasma. A cada alcalde y el concejo municipal de una aldea adormilada le encantaría averiguar la fórmula de la resurrección urbana, incluso si se trata de una propuesta costosa y arriesgada. Entonces, ¿cuál es el secreto de Sokcho? ¿Que hicieron? ¿Cuántos millones costó?
Resulta que nada. No hicieron nada. No les costó nada.
Resulta que Sokcho podría ser la única área en Corea del Sur donde puedes jugar Pokémon GO, como resultado de una falla técnica. Al parecer, la información del mapa completo de Corea del Sur no ha sido puesta a disposición de Google Maps. Algunos medios locales han sugerido que la restricción se debe a preocupaciones de seguridad de Corea del Sur, pero el gobierno lo niega. Sin embargo, por alguna razón, Google no puede tomar datos de los mapas de Corea más allá de sus fronteras.
Como resultado, los desarrolladores de Pokémon GO utilizaron una cuadrícula para bloquear al país, pero las formas geométricas no pueden cubrir perfectamente los contornos naturales del litoral. El resultado es un área pequeña en Corea del Sur donde la gente puede jugar Pokémon GO.
El juego ha sido geobloqueado en otros países también. La mayor parte de la India está bloqueada, pero las partes norte y oeste de ese país están parcialmente desbloqueadas.
El juego aún no está disponible en Singapur, Malasia y Tailandia, y Singapur es el principal candidato no oficial para obtener el juego próximamente.
De vuelta en Corea del Sur, Sokcho ha sacado provecho de la fiebre del oro, y ahora autobuses turísticos llevan los peregrinos de Pokémon en recorridos de varias horas hasta Sokcho. No están allí por las playas o para navegar. Están ahí para jugar Pokémon GO.
El comercio generado por Pokémon GO no se limita a Corea del Sur en absoluto. En Estados Unidos, las compañías están utilizando señuelos de Pokémon para atraer a los jugadores de Pokémon a sus negocios. El Zoológico de Maryland en Baltimore, con más de 20 Pokestops y dos gimnasios, está realizando “Mañanas Pokémon”, donde expone “señuelos” para atraer Pokémon adicionales (se requiere entrada pagada o membresía del zoológico).
Pokémon GO es un fenómeno, y es posible que termine con relativa rapidez, pero es algo más que eso. Es un presagio de lo que vendrá: una nueva era de interacción humana, migración y comercio. En el pasado, una ciudad en auge era el resultado de un descubrimiento de oro, o petróleo; dinero y familias migraban como consecuencia. Una ciudad como Detroit era conocida por —y dependía de— la buena o mala fortuna de la industria automotriz. A veces, incluso una ciudad intenta crear su propio auge, arriesgando los fondos restantes en sus arcas para invertir en nuevas viviendas o para “diseñar” distritos de negocios.
¿Sokcho? Su auge es el resultado de una falla —no es una ocurrencia natural o el movimiento de toda una industria—, sino quizás una decisión ocasional de una sola persona. Tal vez un solo programador, a altas horas de la noche, calculó mal la red necesaria para bloquear a Corea del Sur del juego Pokémon GO. Una ciudad en auge que no fue creada por el “burbujeante” petróleo en crudo, o por la industria del cine, o por la reconstrucción de posguerra, sino por un error en un paisaje de fantasía. Eventos en un mundo virtual que tienen efectos colaterales en nuestro mundo real (en el que estás en este momento).
¿Cuáles son las implicaciones para el comercio futuro? Si eres alcalde de una ciudad moribunda, ¿invertirías 10 millones de dólares en la construcción de un paseo por el río? ¿O te pondrás en contacto con los desarrolladores modernos de juegos de realidad aumentada, y gastarás algunos miles de dólares para convertir tu pueblo en un destino turístico?
El propietario de un bar local que hospeda una noche de Pokémon solo necesita hacer algunas compras baratas en la aplicación para convertir su sitio en un centro de actividad de criaturas virtuales. O tal vez tu ciudad simplemente tuvo suerte, y obtuvo el beneficio inesperado de un fallo arbitrario por parte de un desarrollador con exceso de trabajo, o incluso de una computadora no humana.
Las películas de ciencia ficción siempre imaginan un futuro distópico donde la tecnología se vuelve “autoconsciente” y construye “terminators” o “matrix” para controlarnos. Por lo general es divertido, porque en realidad no creemos que pueda suceder. Pero el juego de realidad aumentada inaugural ya está afectando el comportamiento humano en el mundo real.
Los peligros de jugar Pokémon GO
Una usuaria que jugaba la popular ‘app’, que utiliza realidad aumentada, encontró un cadáver.
Antes, la fuerza más poderosa era la naturaleza: nada podía cambiar a las civilizaciones en la escala de los terremotos e inundaciones. Solo la naturaleza podía otorgar el don de los recursos naturales u otras ventajas a un país. Esa es una gran cantidad de energía en un solo lugar, pero debido a que la naturaleza es arbitraria, realmente no lo resentimos; no hay nadie con quien quejarse. Sin embargo, en un mundo virtual fabricado, la madre naturaleza es sustituida por una persona o por una computadora.
En la matriz, el poder del creador es absoluto; y no es arbitrario en absoluto. El controlador de un paisaje de realidad aumentada tiene ese poder de inducir a las personas a migrar, a gastar dinero, a tomar decisiones económicas con consecuencias reales. En un futuro muy cercano, una aplicación podría tener la misma potencia que una industria, que un funcionario electo, e incluso que la misma madre naturaleza.