La apnea obstructiva del sueño es una alteración respiratoria que se produce por la obstrucción del flujo de aire durante el sueño.
Se trata de un síndrome muy frecuente que conlleva riesgos por sus posibles complicaciones secundarias: accidentes de tráfico, enfermedad cardiovascular, bajo rendimiento laboral, accidentes cerebrovasculares…
Entre los principales síntomas que enumera el doctor Baptista, otorrinolaringólogo de la Clínica Universidad de Navarra, figuran los ronquidos “cuanto más fuertes sean, más posibilidad hay de tener apnea”. Añade la somnolencia diurna excesiva, la pérdida de memoria, las pausas respiratorias nocturnas y una tendencia al sueño excesiva durante el día, entre los principales.
Los signos más característicos que con frecuencia refiere el acompañante del paciente son los movimientos corporales excesivos, cambios en la personalidad o somniloquia (hablar dormido).
Para hacerle frente, el tratamiento convencional es el uso del CPAP, que consiste en colocarse una mascarilla durante la noche que emite aire a presión continua en la vía aérea, de manera que facilita la respiración. Sin embargo, especialistas de la Clínica Universidad de Navarra han desarrollado un nuevo tratamiento basado en la estimulación del nervio hipogloso.
Según indica el Dr. Juan Alcalde, “se trata de un procedimiento muy efectivo que, además, permite una rápida incorporación del paciente a sus actividades diarias, prácticamente al día siguiente de la intervención”.
Este es el caso de Robert Hahn, norteamericano de 47 años pero afincado en Sevilla, que fue alertado ya hace tres años por su mujer de los episodios de apnea obstructiva del sueño que sufría todas las noches.
El empresario indagó sobre la enfermedad y se enteró de que “puedes llegar a sufrir una muerte súbita debido a la falta de respiración, e, incluso, parada cardiaca de día debido al cansancio. Cuestiones que mientras uno es joven no las nota.
Todo esto me preocupaba mucho”. Hace tres años le ofrecieron tratarse la apnea obstructiva del sueño con la terapia convencional para los casos severos, el CPAP. Sin embargo, Robert declinó esta posibilidad por las molestias que pudiera ocasionar tanto a él como al sueño de su mujer.
Enseguida aceptó pasar por el quirófano para que le realizaran la intervención mínimamente invasiva, necesaria para implantar el estimulador. “Lo cierto es que de la intervención ni te enteras. Todo fue perfecto”.