(CNN) – El nuevo presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, hizo campaña sobre un enfoque sin sentido contra el rimen, y ahora ha comenzado a sentirse todo el impacto de lo que esto significa exactamente para las personas en la calle.
Impresionantes fotografías publicadas en medios locales e internacionales muestran a presuntos traficantes de drogas -los que están en la línea de frente en esta guerra- a veces atados de pies y manos, con su ropa empapada en sangre, sus rostros a veces cubiertos de cinta, acompañados de carteles que dicen sus supuestos crímenes. Asesinados en las calles o en atestadas habitaciones.
Duras advertencias
Nadie puede decir que no fueron advertidos.
Duterte se ganó al electorado en parte por mostrar una imagen de dureza y por su disposición a combatir el crimen, aunque su enfoque va de la mano de algo que según los críticos es una indiferencia total al debido proceso.
Él en repetidas ocasiones se jactó de que su presidencia buscaría el fin del crimen y en varias ocasiones dio a entender abiertamente que no se oponía a que la policía o los ciudadanos usaran la fuerza y asesinaran a presuntos criminales.
En un discurso televisado a nivel nacional en junio, Duterte dijo a los ciudadanos: “Si (un criminal) lucha, y si lucha hasta la muerte, pueden matarlo”. Él enseguida dijo: “Por favor siéntase libre de llamarnos, a la policía, o háganlo ustedes mismos si tienen un arma, tienen mi apoyo”:
El diario filipino Daily Inquirer tiene una lista de asesinatos de presuntos traficantes de droga muertos a manos de la policía o de autodefensas. Un total de 465 personas murieron entre el 30 de junio, el día en que Duterte asumió el cargo, y el 1 de agosto. La policía dice que al menos presuntos 239 traficantes de droga murieron en las primeras tres semanas luego de la toma de posesión de Duterte.
Una devastadora imagen
Una imagen en particular se ha viralizado. Muestra al supuesto vendedor de droga al menudeo Michael Siaron en una calle al lado de su pareja Jennilyn Olayres. Un mensaje al lado dice “vendedor de droga”. Él fue asesinado por hombres armados no identificados en Manila el 23 de julio, de acuerdo con Raffy Lerma, el fotógrafo que tomó la imagen.
Olayres insiste en que él solo era el conductor de un bicitaxi y que no tenía vínculos con el negocio de las drogas.
Duterte mostró poca simpatía con la mujer o con la persona asesinada. Luego de que la foto fue publicada en la portada de varios diarios la semana pasada, él en cambio usó el tema como advertencia.
“Si tu no quieres morir o quedar herido, no pongas tus esperanzas en curas o grupos de derechos humanos. Ellos no pueden detener la muerte”, dijo Duterte, el exacalde de Davao, una localidad del sur de Filipinas.
“Entonces terminas tumbado en el suelo y te presentan en un diario como la María con el cadáver de Jesucristo. Vaya, eso es muy dramático”.
Él está redoblando su política, a pesar de las críticas sobre que su aparente apoyo a los asesinatos extrajudiciales está llevando al país hacia un camino sin ley y peligroso.
“Doblen sus esfuerzos, triplíquenlos si es necesarios. No vamos a parar hasta que el último capo de la droga, el último operador financiero o el último vendedor de droga se ha entregado o puesto tras las rejas, o debajo de la tierra, si ellos así lo quieren”, dijo en su discurso del Estado de la Nación el 25 de julio.
A pesar del tono, un vocero del gobierno insiste en que la administración de Duterte está contra cualquier forma de asesinatos extrajudiciales.
“No condonamos esos actos”, dijo Martín Andanar, secretario de la Oficina de Comunicaciones Presidencial. “El gobierno está aquí para salvar a nuestra gente de la amenaza de la droga y castigar a los delincuentes, incluyendo los grandes. La policía sigue investigando situaciones que involucran a asesinatos por parte de autodefensas y los aspectos operativos donde se reportaron muertes”.
¿Una guerra fuera de control?
Aunque parece estar teniendo un efecto, ya que según el gobierno decenas de miles de traficantes de droga al menudeo y drogadictos se han entregado, el enfoque centrado en la policía continúa y podría tener efectos no deseados.
Ernesto Abella, vocero presidencial, dijo el miércoles que junto con las muertes de traficantes de droga a manos de la policía, hay una posibilidad de que las autodefensas “cansadas del actual sistema judicial” o grupos de traficantes rivales puedan tomar ventaja de la guerra contra las drogas lanzada por el gobierno.
Él desestimó la idea de que asesinos a sueldo están realizando el trabajo para el gobierno.
“¿Para qué contrataríamos sicarios cuando lo podemos hacer de forma legal?”, preguntó.
Duterte ha insistido en que su guerra va más allá de los vendedores de droga callejeros y dice que están en el blanco capos de la droga y funcionarios corruptos que les permiten operar.