(CNN Español) – En México hay 300 términos o expresiones populares para referirse a la corrupción en el país.
Como ‘Ponerse guapo’, que poco o nada tiene que ver con arreglarse.
“Viene siendo la señal disfrazada para anunciarle al ciudadano que en ese preciso instante se puede aplicar una transa que agilice o anule cualquier traba o espera administrativa. Siempre y cuando haya disponibilidad y billetes que aceiten el proceso”.
Así lo define el Corrupcionario Mexicano, un libro que lanzó el empresario mexicano Alejandro Legorreta y que fue presentado este jueves en el senado.
Se trata de una especie de diccionario que mezcla la caricatura y la sátira para poner de manifiesto “un fenómeno tan internalizado en nuestra sociedad como lo es la corrupción, para ponerles nombre y apellido a situaciones y acciones terribles que, maquilladas por la cotidianidad, nos parecen normales”, según lo describe Legorreta.
El actor y productor Diego Luna también hace parte del proyecto, estuvo presente en el Congreso, y escribió el prólogo.
“La idea es evocar la reflexión de las personas y en los hogares de México, acerca de un fenómeno que nos afecta a todos y que muchas veces aceptamos sin reparo. El tono no es en forma de regaño, sino cómico. Esto bajo la lógica de que es más probable que, entre risa y risa, estemos más dispuestos a hacer la reflexión, personal y colectiva, sobre las formas en las que toleramos la falta de honestidad en México”, añade Legorreta en la página web del libro.
Hay términos muy comunes para los mexicanos, y quizás para la mayoría de latinoamericanos, como ‘ayúdame a ayudarte’ o ‘negociazo’.
Por ejemplo, un chapulín no es un insecto, ni un sabroso bocadillo que se suele comer tostado y con guacamole en México, sino un “miembro de la clase política que sufre de daltonismo electorero crónico por lo que no distingue colores y cambia de partido a cada rato”
Mira otros aquí:
Chota: horda de hostigadores de bebedores sociales, véase policía.
Cortina de humo: varita mágica de los políticas para ocultar la verdad y desviar la atención de la publicación a temas de menor importancia.
Desvío de recursos: ¿Te acuerdas de cuando tu jefa te mandaba a la tienda y en vez de regresarle el cambio te lo gastabas en las maquinitas? Bueno. Pues algo así. Solo que se hace desde el gobierno. Con lana de todos nosotros. Y quien se queda con los cambios son los gobernantes corruptos que en lugar de jugar maquinitas pagan campañas políticas, asignan contratos a sus cuates o simplemente usan nuestro dinero en cosas que nada tienen que ver con la tarea de gobernar.
Con información de Rey Rodríguez