Un nuevo estudio realizado por Urban Institute y D2D Fund propone un punto medio que los consumidores encontrarán más realista: utilizar efectivo para cualquier pago inferior a los US$ 20.
Los organizadores del estudio enviaron a miles de clientes de asociaciones de crédito recordatorios periódicos de que debían usar efectivo para compras que costaran menos de esos 20 dólares. Aquellos que recibieron estos mensajes tenían, en promedio, US$104 menos en deuda revolvente al final del estudio, lo que equivale a una caída de 2% respecto a su promedio de referencia.
Estas son algunas de las razones por las que debes probar este sencillo consejo si tus ahorros necesitan un empujoncito.
¿Por qué es mucho más fácil deslizar una tarjeta de crédito?
Hay investigaciones que respaldan la teoría de que estamos más dispuestos a pagar con crédito. Es un fenómeno que los psicólogos llaman la ‘prima de la tarjeta de crédito’ y, de acuerdo con Psychology Today, lo propician varios factores.
El primero es que es más fácil deslizar una tarjeta de crédito que pagar con efectivo porque no te separas de nada tangible. Un estudio reciente incluso descubrió que cuando personas asumidas como “tacañas” se vieron obligadas a pagar por ciertos artículos comestibles con tarjetas de crédito, su gasto se disparó tanto que se acercó al de la tarjeta de crédito de los “despilfarradores”, que para empezar son más propensos a gastar.
Además, un alto límite de crédito puede hacer que una pequeña compra parezca una nimiedad. Después de todo, es más fácil que un almuerzo de US$ 10 nos parezca un gasto insignificante cuando se carga a una tarjeta de crédito con un límite de US$ 3.000, en lugar de usar un billete de 20.
Por último, los altos límites de la tarjeta también pueden ocasionar que los usuarios, en particular aquellos que tienen poca experiencia con el crédito, gasten de más al pensar de que algún día tendrán los ingresos para justificar esos altos límites.
¿Por qué concentrarse sólo en compras pequeñas?
A la luz de la investigación anterior, optar por el efectivo en todas las compras parecería la idea más inteligente para combatir el gasto excesivo. Pero asumir un enfoque de “pasito a pasito” y centrarse en pequeñas cantidades podría ser una idea más inteligente por varias razones:
Las compras impulsivas suelen ser pequeñas. De acuerdo con un sondeo de CreditCards.com, el 20% de los encuestados dijo que la mayor cantidad que gastaron en una compra impulsiva en los últimos tres meses fue de sólo US$ 25.
Somos más proclives a ignorar los pequeños gastos que las grandes compras. El café matutino, la ensalada para el almuerzo, una nueva aplicación, etc, son pequeñas cosas sueltas que suman rápidamente, pero muchos de nosotros ni siquiera las tenemos presupuestadas. Usar dinero en efectivo nos obliga a tomar conciencia de los pequeños gastos.
Es arriesgado llevar fajos de billetes. Si pierdes o te roban US$ 1.o00, despídete de ellos. Pero si un ladrón roba tu tarjeta de crédito y te carga esa cantidad en compras, es probable que al notificarlo al banco éste reembolse la cantidad, tras una investigación de lo sucedido.
Las tarjetas de crédito ofrecen beneficios que el dinero no da. Si una gran compra con tarjeta de crédito no está a la altura de lo que costó, el comprador puede impugnar. También hay beneficios adicionales como extensiones de garantía y protección de precios. También hay tarjetas que ofrecen recompensas como reembolso en efectivo.
El uso responsable de la tarjeta de crédito construye un buen historial crediticio. Tarde o temprano, la mayoría de las personas necesita obtener un préstamo para una casa o un coche, alquilar un departamento o hacer cualquier clase de cosa que requiera realizar una verificación de crédito. Pero es difícil construir un buen crédito cuando no lo usas.
No es posible usar efectivo todo el tiempo. No es muy útil cuando deseamos comprar en línea, alquilar un coche o reservar una habitación de hotel.
Así pues la idea del “sólo efectivo” suena bien en teoría. El consejo: “sólo efectivo para cosas pequeñas” puede ser mucho más útil en la práctica. Ofrece lo mejor de ambos mundos: más control presupuestario, más los beneficios y las protecciones que el plástico puede proporcionar.
No rompas la tarjeta de crédito, ponla en tu billetera y úsala con inteligencia.