Hillary Clinton estaba tan cerca de ganar la presidencia de Estados Unidos que había planeado dar su discurso de victoria bajo un simbólico techo de cristal.

Estaba previsto que fuera una noche en la que se celebraría una histórica primera vez, que serviría como un punto alto tras un tóxico ciclo de elección.

Pero al final el techo de cristal no se rompió.

La oleada de votantes mujeres que la campaña de Clinton esperaba no se materializó. Clinton ni siquiera se acercó a ese micrófono debajo del techo de cristal en el que esperaba simbolizar un hito histórico y por el contrario tuvo que darse por vencida ante Donald Trump.

Según las encuestas a boca de urna, Clinton tuvo un desempeño inferior al de Barack Obama entre las mujeres. La salida de las mujeres fue un punto más alto que en 2012, pero Clinton sólo tuvo el apoyo del 54% de ellas, comparado con el 55% que obtuvo Obama.

Trump de hecho ganó el voto del 62% de las mujeres sin educación universitaria, mientras que Clinton ganó el 34%. La candidata demócrata ganó el 51% de los votos de las mujeres con educación universitaria versus el 45% que obtuvo Trump, según las mismas encuestas.

Clinton lideró entre las mujeres independientes pero sólo con un margen de error de 4 puntos. Es una conclusión sorprendente para una contienda donde la primera mujer que es nominada por uno de los principales partidos de Estados Unidos compitió con un candidato que hizo los comentarios más sexistas y misóginos de cualquier nominado a la presidencia en la historia reciente.

Las mujeres típicamente constituyen entre el 52% y el 53% del electorado en elecciones presidenciales, pero los aliados y consejeros de Clinton se dieron cuenta muy pronto que la naturaleza de su candidatura no estaba generando mucha emoción entre los votantes, no de la misma manera en la que la elección del que sería el primer presidente negro galvanizó a los votantes demócratas alrededor de Barack Obama en 2008.

‘Una figura increíblemente polarizante’

“Hillary Clinton es una figura increíblemente polarizante, de una manera que no lo es Barack Obama”, dijo Jennifer Lawless, directora del Women & Politics Institute de la American University. “Él era un increíble orador, era inspiradora la forma en la que hablaba de ayudar a generar una política pospartidista… muchas de esas promesas y mucho de ese lenguaje era algo que no se había visto en la política”.

“Ella estaba postulada como la primera mujer nominada por un partido mayoritario y eso es increíblemente significante”, dijo Lawless. “Pero también representa el ‘establishment’ y esas son fuerzas conflictivas”.

Hubo éxito en la política para las mujeres en la elección del martes. Tammy Duckworth ganó una silla en el Senado para los demócratas de Illinois. Kamala Harris, de California, también ganó una silla en el Senado; mientras que Catherine Cortez Masto mantuvo el asiento en el Senado de Nevada en manos demócratas.

Pero complicando las cosas para Clinton esta vez, las mujeres de mayor edad que estaban emocionadas por emitir su primer voto por una mujer presidenta ya lo habían hecho cuando la hoy exsecretaria de Estado compitió contra Obama en 2008.

Por otra parte, las mujeres milénicas siempre rechazan la noción de que el género debe ser un factor en su voto, particularmente si sus lealtades se encuentran con el principal rival de Clinton, el senador por Vermont Bernie Sanders.

Durante sus tres décadas en la vida pública, Clinton ha luchado para encontrar el equilibrio adecuado para abordar a su género y el papel que esto ha jugado en su carrera.

Muy pronto se volvió una figura polarizante para las mujeres con su comentario infame de estar en casa y hornear galletas. Ella volvió un foco central los derechos de las mujeres durante su tiempo como primera dama y como secretaria de Estado.

Ella ha vivido esas experiencias, así como ha tenido sus propios momentos de estar cerca de romper el techo de cristal en situaciones clave durante la carrera a la presidencia de 2016, sobre todo en la convención demócrata. Pero trató de no sobreactuarse, tal vez en parte porque estaba enfrentando un oponente que la acusaba abiertamente de estar jugándose la “carta de las mujeres”.

“Francamente, si Hillary fuera un hombre, no creo que hubiera obtenido el 5% del voto”, dijo el republicano durante un discurso en abril en la Torre Trump luego de una serie de victorias en estados del noroeste del país.

“Lo único que tiene es la ‘carta de las mujeres’”, dijo Trump. “Y lo más bonito es que ella no le gusta a las mujeres”.

Grito de guerra

La campaña de Clinton trató de convertir ese comentario en un grito de guerra contra Trump a través de un tuit que se convirtió en algo común en sus eventos en los que ella preguntaba y la audiencia respondía.

“Si luchar por las mujeres es jugar la carta de las mujeres, bien… ¡cuenten conmigo!”.

Sin embargo, Clinton eligió no hacer del género la pieza central de su campaña.

La primera dama Michelle Obama subrayó el delicado equilibrio de Clinton sobre el género mientras hablaba a su nombre durante un reciente evento de campaña en Wiston-Salem, Carolina del Norte.

“Ella tiene más experiencia y relevancia para la presidencia que cualquier otro candidato en la vida. Sí, más que Barack. Más que Bill. Así que está absolutamente lista para ser la comandante en jefe desde el día uno. Y sí, pasa que es una mujer”, dijo Michelle Obama.

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Las semanas finales de su campaña fueron dominadas por la discusión de la grabación de Trump en 2005 en “Access Hollywood” reveladas por The Washington Post sobre su habilidad para manosear mujeres porque “cuando eres una estrella, te dejan hacerlo”.

Luego de que Trump negara haber llevado a cabo esos actos, 11 mujeres lo acusaron de mala conducta sexual.

Fue Michelle Obama, una aliada de Clinton, la que usó los comentarios sexuales de Trump de la manera más efectiva como un grito de guerra para llevar a las mujeres a las urnas durante un poderoso discurso en Nueva Hampshire el mes pasado.

“No es algo que podamos meter bajo la alfombra como otra nota preocupante en un triste ciclo electoral”, dijo la primera dama en ese discurso. “Si tenemos un presidente que rutinariamente denigra a las mujeres, que se jacta de agredir sexualmente a las mujeres, entonces ¿quién podrá mantener nuestra autoridad moral en el mundo?”, preguntó Obama.

Clinton tomó el argumento de la primera dama durante un evento en Wiston-Salem: “La dignidad y el respeto para las mujeres y las niñas también está en esta elección”, dijo Clinton. “Y quiero agradecer a nuestra primera dama por su elocuente y poderosa defensa de ese valor básico”.

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Celinda Lake, que se ha especializado durante mucho tiempo en encuestas y mensajes dirigidos a las mujeres, resaltó que los Obama asumieron un papel notablemente central en las últimas semanas de la campaña, particularmente en la respuesta a los comentarios de Trump sobre las mujeres.

“Ambos (Barack y Michelle Obama) tienen una autoridad moral sobre este tema como padres de dos niñas jóvenes”, dijo Lake, citando los discursos de Obama y una entrevista que le dio el presidente a la periodista Samantha Bee y el discurso que dio para confrontar el sexismo el pasado 1 de noviembre.

Las debilidades de Trump

Mucho antes de que se diera a conocer la cinta de “Access Hollywood”, la debilidad de Trump con las votantes mujeres —particularmente con las mujeres suburbanas— parecía ser su talón de Aquiles.

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Pero los ayudantes más cercanos de Clinton temieron que la candidata haya perdido un significante número de votantes femeninas persuasibles porque su entusiasmo se vio truncado por el tardío anuncio del FBI sobre una nueva investigación sobre los correos electrónicos de uno de sus colaboradores.

Aún así, Clinton trabajó duro en los últimos días de su campaña para que las mujeres votaran en contra de Trump.

Uno de los anuncios de cierre de campaña era un montaje de lo que sus consejeros consideraron eran los comentarios más ofensivos de Trump contra las mujeres.

“Cualquiera que crea, diga y haga lo que él hace no está capacitado para ser presidente”, decía el anuncio.

Lake, la encuestadora demócrata, dijo que las investigaciones anteriores al día de la elección mostraron que el sexismo fue la tercera razón más citada por las mujeres que decían que votarían contra Trump.

Las principales preocupaciones de las mujeres que no apoyarían a Trump era el hecho de que podría tener el control del arsenal nuclear del país y sobre todo, tenían preocupaciones sobre su temperamento, dijo Lake.

Pero todas esas mujeres no decidieron la elección del martes en la noche. Y al final, el techo de cristal no se rompió.