(Expansión) – Las presiones inflacionarias derivadas de la liberalización del precio de los combustibles y la depreciación del peso frente al dólar, parecen obligar al Banco de México (Banxico) a seguir con el alza de su tasa de interés referencial, que se encamina a alcanzar niveles de la última crisis financiera global.
El banco central, encabezado por Agustín Carstens, dará a conocer este jueves su decisión de política monetaria y el consenso de los economistas consultados por Bloomberg espera un aumento de 50 puntos base, lo que llevaría la tasa a 6,25%, un nivel no visto desde abril de 2009, cuando la economía mundial se encontraba sumergida en una crisis generada en Estados Unidos.
La última encuesta de expectativas de Citibanamex arrojó que la perspectiva para la inflación general es de 5,3 y 4,2% para la subyacente al cierre de 2017.
Banxico busca que el último aumento en los precios de la gasolina no contagie a otros precios, aunque tendrá algunos efectos en el crecimiento económico.
“Sin lugar a dudas va a tener impactos en el crecimiento, sin embargo, la mejor contribución de Banxico al crecimiento económico es preservar el poder adquisitivo de la moneda”, dijo a Expansión el director de estrategias de mercado de Finamex Casa de Bolsa, Guillermo Aboumrad.
Otro de los factores para que Banxico eleve la tasa es la debilidad del peso, que a pesar de la recuperación que ha experimentado en las últimas sesiones, se mantiene como la peor inversión entre las monedas emergentes, incluso por arriba de la lira turca y el zloty polaco.
“Pensamos que (Banxico) va a subir en 50 puntos base y consideramos que el año cerraría en 7,25%”, comentó en entrevista el subdirector de análisis económico de CI Banco, James Salazar.
Salazar agregó que este ciclo alcista pudiera tener implicaciones negativas en el crecimiento económico, principalmente en el consumo y la inversión, pero no serán determinantes en el modesto crecimiento de la economía mexicana este año de alrededor de 1,5%, frente a 2,3% de 2016.