Nota del editor: Oliver Zahm es un fotógrafo, crítico y editor en jefe de la revista Purple.
(CNN) – En la historia del arte occidental, lo erótico ha sido escondido, ignorado o condenado.
Durante siglos fue necesario recurrir a trabajos mitológicos, o hasta religiosos, para encontrar representaciones del cuerpo desnudo, incluso de un simple pecho: una venus desnuda, la diosa del amor y la belleza en la antiguos Roma o Adán y Eva como representaciones simbólicas del pecado en el paraíso.
Fue relativamente reciente que el arte erótico se convirtió en verdaderamente transgresivo de su naturaleza. Liberado de las cadenas del mito, la religión y la academia, es que se entrega a la furia del deseo.
Históricamente, siempre han existido pequeños bolsillos de erotismo en el arte. Los frescos infames de condenada Pompeya, por ejemplo, caracterizaban erecciones extremadamente grandes y actos sexuales. Durante un largo tiempo, artistas en India, China y Japón también han capturado libre y hermosamente escenas sexuales explícitas.
La sexualidad tomaría lugar en Europa mucho más tarde, con el surgimiento de los libertinos. La Francia del siglo XVIII presenció el surgimiento de pinturas indecentes creadas por artistas como Jean-Antoine Watteau y Jean-Honoré Fragonard, así como la proliferación de grabados eróticos –el equivalente a las fotos pornográficas de hoy– que podían transportarse y esconderse fácilmente bajo la chaqueta de cualquiera.
Esto fue un punto de inflexión para el erotismo en el arte, pero la amenaza de la censura todavía acechaba. No nos olvidemos que seis poemas de “Les Fleurs du Mal” (Las flores del mal), la obra que en 1857 escribió el poeta Charles Baudelaire, fueron en un principio condenados como pornográficos y su publicación se prohibió.
Un poco después, Edouard Manet provocó un escándalo cuando reveló “Déjeuner sur l’Herbe” (1862), la pintura de un picnic en la que una mujer desnuda se sienta entre dos hombres vestidos.
Sin embargo, menos de 30 años después, Gustave Rodin creó “Le Baiser” (El beso), una escultura de dos amantes desnudos abrazándose, que fue una comisión oficial para el gobierno francés.
Así, a finales del siglo XIX, para tomar prestada una expresión del filósofo francés Georges Batailles (autor del influyente texto Erotismo), la “parte maldita” del arte –el arte que celebra la sexualidad sobre la fertilidad, que desprecia los ideales se belleza y moralidad– había cobrado su venganza.
El arte erótico entonces pasaría a desempeñar un papel esencial e ineludible en la revolución artística del siglo XX.
Paul Gaugin empezó a abrir el camino con sus coloridos desnudos tahitianos en la década de 1890. Gustav Klimt y su protegido Egon Schiele lideraron el paso en Viena a principios del siglo XX. Luego vinieron las pinturas de Picasso, los surrealistas y Balthus; la fotografía de Man Ray y Mapplethorpe.
Su legado continuó a través de las esculturas de Sarah Lucas y Paul McCarthy. También con los desnudos más grandes que la vida de Thomas Ruff y, quizás la más famosa, la serie “Made in Heaven” de Jeff Koons con su exesposa y musa, la estrella porno Cicciolina.
El arte se ha convertido en una expresión del poder visceral, vital, subconsciente, que llamamos deseo, del cual la sexualidad es solamente una de muchas manifestaciones. El poder experimental y seductor del arte erótico trasciende la simple representación: cuenta otra historia, una que va más allá de lo histórico o académico, de lo religioso o mitológico.
El arte erótico es realmente una imagen sin contexto, una imagen desnuda y pura que transgrede la norma haciendo que el privado, el íntimo y el público sexual expresen el poder infinito y la belleza del subconsciente.
Pablo Picasso dijo una vez que la sexualidad y el arte son lo mismo. Tal vez tenía razón.
La serie Erotic: Passion & Desire estará disponible en la casa de subastas Sotheby’s en Londres hasta el 15 de febrero de 2017. La subasta será el 16 de febrero de 2017.