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(CNN) – En medio de la devastación, la esperanza.
El catastrófico terremoto del 2010, en Haití, arrasó barrios enteros y la capital, Puerto Príncipe, quedó prácticamente destruida. Para muchos, los cuerpos de rescate llegaron muy tarde y los recursos médicos fueron escasos para los sobrevivientes. Se estima que murieron más de 200.000 personas.
Sin embargo, casi ocho días después de que la tierra se abrió, un niño salió jadeando de los escombros. Con sus pulmones llenos de polvo y totalmente exhausto, el pequeño Monley Elysee, de 5 años, estaba vivo contra todo pronóstico.
Sus padres murieron en el terremoto. Su madre yacía muerta a solo pocos metros de distancia, pero Elysee sobrevivió acurrucado, debajo de una mesa de metal, un traicionero espacio inclinado y doblado por el peso del concreto encima suyo.
Fue su tío Gary el que llevó a Elysee al hospital, en el centro de Puerto Príncipe, para que recibiera atención médica de urgencia. En la entrada, se encontraron con el equipo de CNN, liderado por Anderson Cooper, que reportaba sobre las consecuencias del terremoto.
“De repente llevaron a este pequeño niño, cubierto de polvo de cemento y de polvo de escombros, totalmente sorprendido”, recuerda Cooper. “No hablaba, pero había sobrevivido”.
“Tener la fortaleza de sobrevivir completamente solo, en medio del terror y la oscuridad, día tras día tras día”, agrega Cooper, maravillado por la resiliencia del niño. “(Él es) una señal de esperanza”.
Deshidratado y desnutrido, comenzaron a darle suero y en los días que siguieron, Elysee recobró su fortaleza. Haciéndole un seguimiento a su recuperación, AC 360, el equipo del programa de Cooper, le contó al mundo la historia de uno de los muchos niños que quedaron huérfanos tras el terremoto.
Elysee perdió a 10 miembros de su familia en el desastre, pero su caso fue, de lejos, único. Cuando el equipo de CNN volvió a casa, siguieron en contacto con los cuidadores del niño. Siete años después, el muchacho haitiano sigue luchando contra todos los pronósticos, pero ha salido adelante.
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¿Qué pasó después?
En Haití, “positivo” es un término relativo.
La nación más pobre del hemisferio occidental fue golpeada con fuerza, en 2010, y luego otra vez, en 2016, por el paso del huracán Matthew.
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En el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, de 2015, ocupaba el puesto 163 entre 188 países y su promedio de ingresos anuales por persona se sitúa en 1.699 dólares. El 59% de los haitianos viven en la pobreza monetaria, según la UNICEF, y el 23,8% están clasificados como extremadamente pobres, viviendo con 1,23 dólares -o menos- por día.
Los niños son vulnerables. Los huérfanos, mucho más. El 42% de los 10,9 millones de habitantes de Haití tiene menos de 18 años. El 82% de los niños de las áreas urbanas se ven privados de al menos una necesidad básica. En las áreas rurales la situación es mucho peor, esa cifra se trepa al 97%.
“Uno de cada cuatro niños vive lejos de sus padres”, reporta la UNICEF. “En el país operan cerca de 700 internados no regulados, que atienden a un estimado de entre 30.000 y 75.000 niños”.
Dolorosamente, la UNICEF dice que el 80% de esos niños “no son huérfanos, pero han sido abandonados por sus padres debido a la pobreza, las enfermedades u otros problemas”.
En ese contexto, sin embargo, la historia de Elysee es una historia positiva.
Después del terremoto, él y sus hermanos y hermana fueron reunidos por su tío. Primero, vivieron en un campamento, luego se fueron a una estructura parcialmente derrumbada cerca de donde quedaba su vieja casa.
Pronto, la familia comenzó a recibir ayuda de Worldwide Orphans (WWO). La organización, creada en 1997 por la pediatra Jane Aronson, ha ayudado a 3.000 haitianos desde 2010, y actualmente presta asistencia a 650 niños.
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Durante un tiempo, Elysee fue muy reservado y se pensó que podría estar sufriendo estrés postraumático. Pero con la ayuda de WWO es hoy un niño de 12 años sonriente y feliz, que vive en Puerto Príncipe con la esposa de su tío, luego de que Gary se fue a vivir a Estados Unidos.
Worldwide Orphans le ayuda actualmente a Monley y a su familia con el colegio, los útiles escolares y los uniformes, según le dijo un vocero de esa ONG a CNN.
La educación está lejos de estar garantizada en Haití, donde casi una quinta parte de los niños de 6 a 11 años no va a la escuela primaria, según la UNICEF. Pero Elysee y sus hermanos hoy tienen la mejor oportunidad de contar con un futuro mejor.
“(A Monley) le gustan los idiomas, como el francés y el inglés”, dice la WWO, aunque el muchacho haitiano parece ya tener en mente una carrera específica.
“Me gustaría ser médico”, dice Elysee, “pero todavía no sé en qué rama me gustaría especializarme”.
El niño de 12 años también admite -comprensiblemente- que le da algo de miedo tratar a los heridos, pero todavía le queda un largo camino por recorrer antes de volver a enfrentarse con una de sala de hospital.
El hecho de que tenga la oportunidad de perseguir su sueño es ya notable en sí mismo.
El equipo de AC 360 siente total admiración por él, incluso hoy.
“Creo que hay algo en la determinación que mostró ese pequeño niño… no solo para sobrevivir al horror del terremoto, sino para progresar”, dice Cooper.
“Vivir sin tus padres, vivir con la incertidumbre de lo que será tu futuro, y aún así seguir adelante y ser una buena persona, y hacer eso con lo que tienes, y luchar por más y tratar de hacer algo con tu vida… para mi eso es simplemente heroico”.