(CNN) – Nidhi Chaphekar yacía inmóvil, con miedo a moverse, en el suelo del vestíbulo de salidas del aeropuerto Zaventem después de las dos explosiones.
En las horas y días después de los atentados suicidas, la imagen de la azafata en medios de comunicación de todo el mundo resumía el horror y la tragedia del ataque.
Este miércoles se cumple un año del atentado en el aeropuerto de Bruselas, que fue seguido por otro ataque en una estación de metro en la ciudad. En total, 32 personas murieron y más de 300 resultaron heridas. ISIS declararía más tarde la responsabilidad por ambos.
De regreso a Bruselas, un año después, Chaphekar ya no es la mujer aturdida con su chaqueta amarilla de Jet Airways arrancada.
Hablando del ataque terrorista más mortífero en la historia de Bélgica, la azafata recuerda la preparación para un vuelo de rutina a Newark, Nueva Jersey. Había volado desde Mumbai el día anterior.
“Vi el primer ataque suicida con bomba, pero no podía entender qué era”, dijo a CNN. “Parecía como si algo explotara… Pensé que era una silla de ruedas con baterías de litio”.
Su reacción inmediata fue ofrecer ayuda, pero un colega la contuvo.
“En esos momentos, esos pocos segundos, mientras estábamos hablando, la multitud empezó a correr hacia todas las direcciones… los que no podían encontrar la salida en ese caos, corrían hacia nosotros, gritos, la gente empezó a gritar”.
Luego, otra explosión.
“Salí volando unos pocos metros tal vez”, dice Chaphekar, de 41 años. “Luego me desmayé… Así me hice un corte detrás de mi cabeza”.
Trató desesperadamente de moverse, pero el trauma era demasiado intenso.
“No podía ver nada por el humo, así que me dije: ‘Nidhi, siéntate, ¡muévete!’ Estaba tan mal, mis piernas estaban… era incapaz de moverme”.
Instinto de supervivencia
Con la ayuda de un soldado que pasó junto a ella, Chaphekar se dejó caer en una silla de plástico. Su cara estaba manchada de sangre y tenía una severa herida en el pie.
Su formación en primeros auxilios se notó. Con su cordón de seguridad hizo un torniquete improvisado.
“Quería detener el sangrado de mi pierna izquierda”, recuerda.
Mientras esperaba los servicios de emergencia, ella ofreció apoyo a otros sobrevivientes.
“Estaba mostrando la esperanza de que habíamos sobrevivido, íbamos a sobrevivir”, explica.
Dos horas y media más tarde, fue llevada a un hospital en Amberes. Los médicos presionaron sus órganos para comprobar su funcionalidad y revisaron su nivel de dolor.
Ella ofreció los datos de contacto de su marido para volver a su casa en Mumbai y pidió informar a su familia.
Sabía que la noticia de los ataques habría llegado a la India y pensó que sus hijos, un chico de 15 años y una niña de 11 años, estarían asustados.
Al día siguiente, el 23 de abril, fue trasladada al Grande Hopital de Charleroi, unos 50 kilómetros al sur de Bruselas, donde se recuperaría antes de partir hacia la India.
Su primera meta: permanecer despierta
Durante las nueve horas después de las explosiones, sus seres queridos no tenían ni una pista sobre su condición o paradero. Lo único que tenían era esa fotografía.
“En esas nueve horas solamente esa imagen dio esperanza a mis hijos”, dice ella. “Esa foto demuestra que yo no estaba tan afectada. Las imágenes muestran que sí estaba allí. Estaba viva. Estaba sentada. Estaba bien”.
Mientras era trasladada al hospital de Amberes, su atención se centraba en permanecer despierta.
Su memoria se desdibujaba. Su marido voló para estar a su lado, pero durante los siguientes 23 días fue puesta bajo coma inducido.
“(Mi) estado se deterioraba día a día debido a aún quedaban piezas de metal (que) parecía hueso”.
Al salir del coma
A mediados de abril, se despertó por primera vez desde las explosiones, pero que no sabía quién era.
Unos días más tarde, el 18 de abril recuperó su memoria.
Fue poco después cuando vio la foto por primera vez y dice que le llamó la atención lo indefensa que parecía.
“Como azafata de vuelo, realizando primeros auxilios para los demás, me sentía impotente en ese momento, era incapaz de ayudar. Era un horrible escenario para aceptar”, recuerda.
La mujer detrás de la foto
La foto fue captada en un teléfono por la periodista georgiana Ketevan Kardava, que también fue testigo de las explosiones.
En los meses después de los ataques, ambas se contactaron y cuando Chaphekar regresó a Bruselas antes del primer aniversario, Kardava estaba allí para recibirla.
“La abracé. Le di las gracias”, dijo Chaphekar felizmente.
Dice que Kardava le contó que había tomado 11 foto ese día, pero no tenía ni idea del impacto que tendría esa imagen.
Originalmente fue compartida en redes sociales, pero al día siguiente apareció en periódicos y sitios web en todo el mundo. CNN también usó la fotografía.
Se había convertido en una imagen definitoria de los ataques, que simbolizó el trauma compartido, la confusión, el caos y la impotencia de la situación.
El viaje hacia la recuperación ha sido un proceso largo y difícil, pero en su camino, Chaphekar dice humildemente que se ha enfrentado a los obstáculos uno por uno.
“Hubo dificultades. Era incapaz de caminar… He intentado diferentes soluciones. Cada día había un nuevo problema. Pero me dije: ‘No, tengo que lidiar con ello”.
Todavía tiene algunas cirugías pendientes, pero Chaphekar es una mujer decidida, con la esperanza de que un día podrá regresar a los cielos.
“Es mi pasión”, dice. “Yo no quiero ser un obstáculo para la seguridad de los demás. (Si) Estoy en forma médica, me gustaría volar”.
Volver a Bruselas
Bélgica recuerda el primer aniversario de los ataques terroristas con un servicio conmemorativo en el aeropuerto de Zaventem la mañana del miércoles. Chaphekar y su marido acompañarán a otros sobrevivientes y familias en duelo. Con una mezcla de sentimientos, ella opta por centrarse en lo positivo.
“Quiero decirle a la gente que por sí solo uno no puede sobrevivir. Se necesita una persona. Nuestra supervivencia depende de la supervivencia de los demás. Tenemos que plantar las semillas del amor y la compasión. Necesitamos regarlas con fe y relaciones. Y cosechar las bellos frutos de la paz y la prosperidad”.