(CNN Español) – Los préstamos persona a persona funcionan desde hace varios años en distintas partes del mundo. A Uruguay llegaron en 2015, de la mano de Prezzta, que se define como una “comunidad financiera”. Pablo Gagliardi, su cofundador y CEO, resume el funcionamiento: “Alguien necesita un préstamo. Alguien puede darlo. Nosotros les damos la infraestructura para que se conecten”.
A pesar de errores de gestión y de planificación de presupuesto que derivaron en la descapitalización de la empresa en los primeros meses, Prezzta salió adelante gracias a inversores privados. Hoy en día funciona y crece, facilitando préstamos de 500 dólares, en promedio. Su foco, dice Gagliardi, nunca cambió: “No fallarle a ninguno de nuestros dos clientes”.
¿A quién otorgaron el primer préstamo?
Se llama Christian. Era un obrero. Joven. Le otorgamos US$ 350. Quería comprar los materiales para reformar su casa. Lo primero que nos dijo fue que vio en nosotros algo distinto. Un mejor costo para su realidad, porque nosotros fuimos capaces de conocerlo a fondo y cobrarle menos por tener un mejor perfil de crédito. Se debe haber ahorrado entre 30 o 35 puntos de interés, en relación a lo que era el mercado en ese entonces. Para los mejores sujetos de crédito, Prezzta es considerablemente más barato. Para los sujetos de crédito con un historial no tan excelente, nos acercamos a las tasas del mercado.
¿Cuál es la radiografía de quien usa un servicio como el de ustedes?
La mayoría tienen más de 30 años. En género se distribuyen bastante equitativamente. En los motivos para pedir un préstamo hay un claro énfasis en resolver problemas financieros anteriores: consolidación de deudas y refacción del hogar. En el Uruguay, llegamos a todos lados gracias a la tecnología y a la infraestructura que desarrollamos y, por eso, tenemos una fuerte presencia en el interior del país, es decir, fuera de Montevideo.
¿Y quién es el que presta?
En general, son jóvenes en el entorno de los 30 años. Millenials. Conocen este modelo porque lo han visto en otros lados. Son early adopters que confiaron en nosotros desde el primer momento y, con el crecimiento de Prezzta y el resultado que les estamos dando, cada vez se suma más gente, más heterogénea.
¿Y por qué prestan? ¿Ven a la banca como lo antiguo? ¿Quieren contribuir a la comunidad?
Primero que nada, nosotros le permitimos a las personas acceder a rentabilidades que el mercado no les estaba ofreciendo.
¿Por ejemplo?
Rentabilidades del 51%. El inversor minorista no accede a eso en el sistema tradicional. Nosotros decimos: “Esto no está exento de riesgo. Podés acceder si estás dispuesto a asumirlo”. Además, les atrae el modelo, la simplicidad y esa oportunidad de saber que “si le estoy prestando a Gabriela, estoy ayudando a Gabriela”. Y ahí hay un componente de empatía que trasciende a la rentabilidad.
¿Cómo contrasta su manera de operar con la de los bancos?
Si vos vas a la sucursal, sacás tu número, esperás, hacés la cola, llegás a un ejecutivo, te va a pedir los mismos datos que, con Prezzta, ingresaste en una web. La forma de análisis de crédito hoy es la misma que utiliza la industria. La diferencia es que el banco toma una decisión binaria: sí o no. Nosotros vamos más allá. Podemos llegar a decirte sí o no. Porque, lamentablemente, a muchas personas hoy todavía les tenemos que decir que no. Pero a las que les decimos que no, les explicamos.
¿Cuántos no pueden acceder a préstamos con ustedes?
1 de cada 2. Y de ese 50% que sí, a veces, luego le tenemos que decir que no a algunos. Nuestro enfoque es cómo incluimos a ese 50%. Porque queremos trabajar sobre el concepto de comunidad. Esa es la oportunidad y es ahí donde estamos trabajando. ¿Cómo? Educando. Que a través de la educación, esas personas mejoren su perfil y puedan ser incluidas. A ese 50% lo que le tenemos que enseñar es a cumplir sus obligaciones financieras.
¿La reciente ley de inclusión financiera les favorece e incentiva a desarrollarse o todavía no?
Todavía no.
¿Qué falta?
No está instalado el concepto de fintech. No está instalado el concepto de empresas que no son de la industria pero que pueden aportar a la inclusión financiera. Siempre pasa lo mismo: la regulación está pensada desde los actores que estaban cuando se elaboró, que eran los bancos y las administradoras. No estaba Prezzta.
¿Cómo es la convivencia con los otros jugadores del universo fintech, algunos grandes jugadores internacionales?
La respuesta que nos dio la industria financiera es la validación de que estamos en el buen camino. Ese miedo y esa lógica de querer frenarnos a toda costa. Es duro recibir la notificación de un banco que dice “Te cierro la cuenta porque lo que estás haciendo compite con nosotros”. ¿Y qué hacemos? Ir, tocar las puertas y decir: “Queremos ser regulados, acá estamos, estos somos”, y encontrar frialdad, sabiendo que la industria no está muy contenta con nuestro modelo, porque le estamos ofreciendo mejores condiciones a todos sus clientes… Uno de los mejores consejos que me dio un inversionista fue: “El banco es muy grande. Pero es como un elefante. Demora mucho en darse vuelta. Y esa ventaja es la tuya”.
¿Es igual la confianza en una plataforma como Prezzta y en el sector bancario?
Uno de los pilares fundamentales de la industria financiera es la confianza. No es lo mismo que un banco que tiene 42 sucursales, que lo ves físicamente. La industria financiera tangibilizó (sic) por esa vía la confianza. Nosotros estamos buscándolo a través de cumplir, de ser muy eficientes, de ser muy buenos en lo que hacemos.
¿Cómo están buscando de que esté la regulación para que esa confianza no se contamine con servicios menos sólidos de préstamos peer to peer?
Creemos en la importancia de la regulación. No como algo que limite sino como algo que transmita confianza. Por algo los bancos y las instituciones financieras están regulados. Nosotros nos pusimos a disposición del Banco Central. Pero no es lo mismo regular a una empresa de peer to peer que regular un banco. No me podés exigir lo mismo.
¿Qué faltaría?
Una regulación adecuada y específica. Una regulación que diga cuáles son las exigencias del Banco Central. Tenemos mucha información para dar y ellos tienen información para suministrarnos. Los dos ejes son esos: garantías recíprocas y proporcionales e intercambio de información.
¿Hacia dónde apuntan? ¿Cuáles son las metas de mediano plazo?
Tenemos un objetivo claro: consolidar nuestro modelo. Tenemos vocación de usar a Uruguay como plataforma para otros mercados. Yo creo que el Uruguay es una plataforma fantástica para desarrollar modelos y llevarlos a América Latina. En cinco años me gustaría estar presente en toda América Latina. Uruguay es un país fantástico para empezar. A veces demasiado complejo del punto de vista regulatorio, más por desconocimiento que por limitaciones, pero creemos que Uruguay es una plaza que está adelantada y que va a querer ser el punto de partida de una gran industria de fintech en América Latina.
¿Y crees que la regulación regional es similar? ¿Qué hace falta para que puedas lanzarte más rápido?
Lo ideal sería que tuviéramos nuestra Basilea. Que la industria del peer to peer lending, tenga una regulación común en toda América Latina.
Los protagonistas del fintech latinoamericano, ustedes incluidos, ¿ya tienen ese peso en el sistema latinoamericano para presionar, acercarse a los bancos centrales y promover que se genere este Basilea o todavía no?
Creo que los jugadores grandes del peer to peer lending son conscientes de la importancia de la regulación. Hay mucho jugador chico que se siente cómodo con la falta de regulación. Eso es más que nada porque son gente que viene de la tecnología y no de la industria financiera. Es no saber que los bancos son un elemento fundamental en cualquier economía y que por eso están regulados. Si vamos a ser los bancos del siglo XXI, tenemos que estar regulados. No tenemos que esperar a una crisis para que nos regulen post crisis. Tenemos que hacerlo de manera proactiva.