Edwin Ramón Ibarra Gracia, el atleta descalzo de Pedernales, no se imaginaba que 72 horas después de celebrar su cumpleaños número 25 viviría uno de los peores días de su vida.

Un terremoto de magnitud 7,8 con epicentro en su ciudad, Pedernales, remeció su vida y la de más de 61.000 habitantes del cantón.

Ibarrita, como es conocido en su tierra natal, recuerda la noche de ese sábado 16 de abril de 2016 como si fuese ayer.

ESPECIAL: Ecuador, un año después del terremoto

Se encontraba en su casa, en donde vive su numerosa familia.

“Yo estaba terminando de bañarme, con la toalla envuelta en la cintura, mi mamá viendo la novela, mi hermano y su novia en el cuarto. Yo estaba cruzando la sala y comienza a remecerse todo. Comienza a moverse todo fuertísimo”.

Ibarra confiesa que primero pensó que se trataba de un tractor que estaba pasando por la calle, pero segundos después supo que lo peor estaba por comenzar.

El tanque de su humilde casa en Pedernales se desbordó, las ventanas estallaron, los cables se cayeron.

“Se va la luz y pasan esos 50 (segundos) o un minuto, terribles, catastróficos. Todo queda en un silencio total, en una oscuridad total y todos llorando”.

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¿Qué pasó? ¿Qué fue esto?

Esas eran las preguntas que se realizaban los Ibarra y el resto de Pedernales.

Un mortal terremoto de casi 75 segundos de duración. Habían vivido el peor sismo en décadas de Ecuador.

“Comienza el lamento. Los perros a gritar, a ladrar, a aullar”, recuerda Ibarra.

Según el corredor, desde su casa podía escuchar los gritos de sus vecinos: “¡ay mis hijos!, ¡mi mamá!, ¡mi papá!”.

Eran ya pasadas las 7 de la noche y, según relata Ibarra, sus vecinos estaban arrodillados en las calles llorando por sus seres queridos y con la incertidumbre de qué es lo que había pasado.

Ibarra y uno de sus hermanos menores salen de la casa, el panorama que se encontraron fue desolador.

“La casa de mi vecino caída. Atrás había un edificio de unos tres pisos, (estaba) derrumbado”.

Ibarra cuenta que en ese preciso momento es cuando cae en cuenta de lo ocurrido.

“Cogemos la bicicleta con mi hermano y nos vamos al centro de Pedernales. Para ir al centro tenemos que pasar frente a la iglesia (a la que) solemos acudir todos”, cuenta Ibarra.

Si ese día hubiese sido viernes mi mamá (hubiese estado) en la iglesia. Fuimos a la iglesia y estaba llena con personas adentro. La pastora estaba llorando, el pastor estaba llorando, con las piernas ensangrentadas, rotas”.

Ibarra recuerda que en frente de esa iglesia, él y su hermano se preguntaron por qué Dios les mandaba ese castigo.

Los hermanos Ibarra llegan al centro de Pedernales minutos después y dan constancia de los daños.

“Todos los edificios caídos, aunque no son muchos pero caídos. Una desesperación, una impotencia. O sea, una desesperación horrible de ver que los planes que estaban hace media hora ya no están. Los edificios que había visto en la mañana ya no estaban”.

En poco más de un minuto, su ciudad era tan solo un recuerdo. Montañas de escombros.

Ibarra y su hermano pasaron la noche del 16 y la madrugada del 17 de abril en los alrededores de Pedernales, tratando de ayudar a las personas.

Recuerda una escena que a un año del terremoto le sigue produciendo escalofríos. Vieron a una señora en una calle oscura y relata que se le acerca y le pregunta si estaba bien y en qué podía ayudarle. “(Me responde) con una voz de alguien sin sentimientos, casi neutral: ‘mi hijo está muerto’”.

“Yo me le pongo enfrente y la intento ver. (La señora) ya estaba como en shock, entrando ya a la paranoia, así como perdiendo la cabeza. Le digo, señora, pero ¿usted cómo está?, su hijo… ¿dónde está? ¿cuántos años tiene?”.

Ibarra dice que la mujer señaló a una pared derrumbada y le dice que su hijo de dos años yacía ahí sin vida.

Edwin y su hermano deciden en ese momento regresar a su casa, ubicada más cerca de la costa que del centro de la ciudad. De su humilde hogar quedaba solo el 30%.

Perdieron todo que tenían de valor, pero sus 9 hermanos, su mamá y su papá se salvaron. De su familia solo murieron tres primos. La provincia de Manabí, en donde se encuentra Pedernales, registró la mayor parte de los fallecidos tras el terremoto, 649 personas para ser exactos. Pedernales fue el segundo cantón del municipio en registrar más defunciones con 183.

Las labores de reconstrucción han sido largas. Un año después del terremoto, Ibarra dice que les llevó entre ocho a nueve meses volver a levantar su casa y que partes de su ciudad están aún siendo reconstruidas.

Los costos de la reconstrucción tras el terremoto ascienden a poco más de 862 millones de dólares, según un informe de la Secretaría de Planificación y Desarrollo de Ecuador.

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Con el mundo en sus pies

Aunque el sismo dejó muchos daños, el espíritu de Ibarra sigue intacto.

Edwin es conocido en su ciudad por ser el “loco” que intentó en 2015 romper dos récord Guinness: correr descalzo 100 kilómetros en menos de ocho horas y correr 1.500 kilómetros descalzo en 45 días.

Un reto que comenzó en la capital Quito y corrió descalzo por toda la costa hasta llegar a Pedernales.

Esta fue la ruta que Edwin Ibarra corrió descalzo en 2015.

En esa época, diciembre de 2015, logró correr la distancia y romper el récord pero según relata Ibarra, no pudo ser certificado por Guinness porque sus recursos económicos no le permitían trasladar a un representante de la organización a Pedernales para dar constancia de lo logrado.

De esos 45 días y de los miles de kilómetros recorridos tan solo le quedan los videos, fotografías, artículos y ampollas en sus pies.

“Me sentí decepcionado, me sentí despedazado por dentro”, recuerda Ibarra. “Pero de alguna manera me había preparado. Si no me daban el certificado, igual tengo el chance de intentarlo nuevamente, esta vez con más fuerza, con más apoyo”.

Ibarra, que empezó a correr descalzo a los 13 años, dice que combina su entrenamiento con su trabajo y con la reconstrucción de Pedernales.

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“El correr en las tardes de cierto modo le daba ánimo a mi familia, a mi mamá que estaba muy triste por lo que estaba sucediendo”.

“Mi vecino me dijo un día, ‘oye Ibarrita, ustedes casi pierden la casa, por poco mueren por salvar un televisor, tienen un trabajo y sin embargo sales todos los días a entrenar, sigues entrenando así como si nada, tranquilo, relajado, mientras nosotros (estamos) lamentándonos, pensando ¿qué vamos a hacer? Verte así, salir todas las tardes a hacer deporte, eso nos deja tranquilos y nos da ánimos para seguir luchando, para seguir con fuerzas y darnos ese 10% de fe que nos está haciendo falta”, cuenta Ibarra.

Al fondo, el malecón de Pedernales y la enorme bandera de Ecuador en honor a las víctimas mortales del terremoto del 16 de abril de 2016.

A un año del terremoto, el corredor descalzo de Pedernales recuerda bajar todas las tardes al malecón para entrenar y ver todos los días la gigantesca bandera izada, un símbolo que le recuerda todos los días aquellos que fallecieron ese 16 de abril de 2016.

“Antes (del sismo) yo no veía esa bandera, ahora la veo y cierto, me da ánimo, pero extraño no verla ahí. Quisiera no verla ahí. Esa bandera en lo personal me está recordando día tras día lo que ocurrió hace un año”.

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El atleta descalzo de la ciudad del terremoto

El gran sueño de Ibarra sigue siendo el de romper un récord Guinness corriendo descalzo.

“Quiero romper el récord Guinness corriendo la mayor cantidad de kilómetros descalzo en el menor tiempo posible”.

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Ibarra dice estar necesitando el apoyo de algún club de corredores o de una empresa para cumplir ese sueño.

“Quiero demostrarle al Ecuador y al mundo que un manabita, que un ecuatoriano, que un suramericano lo puede hacer”.

Actualmente el neozelandés Peter Wayne Botha es quien ostenta la marca mundial.

En 2017, Ibarra se está dedicando a entrenar. Dice que está por crear su canal de YouTube para subir videos de sus jornadas y que así marcas que quieran ayudar, auspiciar este sueño, puedan unirse a la aventura.

“En diciembre de 2018 o a inicios de 2019, (voy) a intentar nuevamente y esta vez no quiero hacerlo acá en Ecuador porque es muy costoso traer (a un juez de Guinness). Lo intentaré o en Estados Unidos o en España”.

“En España tengo (el apoyo) de la comunidad ‘Pies Negros’ que corren descalzos también. Ellos están al tanto de lo que hice en 2015 y de mis entrenamientos”.

Ibarra explica que esta decisión de intentar romper el récord Guinness fuera de su país es solo por el simple hecho de que en España, por ejemplo, hay más marcas que lo pueden auspiciar y ayudar económicamente con los gastos relacionados a la meta.

Con este nuevo reto, Edwin quiere demostrar al mundo que los “manabas, los ecuatorianos, somos personas valientes, personas luchadoras, que tenemos voluntad, tenemos ñeque y tenemos alegría”, y pide a sus compatriotas “no nos dejemos caer. Podemos lograr muchísimas cosas con muy buena actitud y sobre todo unir fuerzas”.

Si estás interesado en seguir el sueño de Edwin Ibarra, puedes hacerlo a través de su página de Facebook o en Twitter.