(CNN) – Uno de los momentos más inolvidables de los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro 2016 fue cuando vimos el agua de color verde brillante de una de las piscinas de competencia, que las autoridades atribuyeron a la adición de un agente químico de limpieza, el peróxido de hidrógeno.
Rápidamente, la piscina fue vaciada y llenada de nuevo, y volvió el color azul claro.
La calidad del agua es una preocupación sanitaria en todas las piscinas públicas, y aunque la orina no vuelve verde el agua, puede representar un peligro para la salud de los nadadores.
Desafortunadamente, es difícil detectarla en el agua tratada con cloro de una inmensa piscina.
Entonces, ¿cómo puedes medir la orina? Prueba su dulzura. Eso es lo que proponen unos químicos de la Universidad de Alberta en una investigación publicada en la revista Environmental Science & Technology Letters.
Usando un endulzante artificial como indicador, los expertos descubrieron que las 31 piscinas públicas y los jacuzzis que probaron tenían orina.
Aunque aséptica, la orina reacciona con los desinfectantes de las piscinas, sobre todo con el cloro, para formar peligrosos derivados, incluyendo la tricloramina, que según los investigadores puede irritar los ojos.
Los derivados de la orina de los nadadores, las heces y el sudor mezclados con cloro pueden incluso acumularse en el aire en piscinas cubiertas, lo que puede desencadenar ataques de asma.
Las reacciones químicas que crean esos derivados también significan que hay menos cloro en el agua para matar bacterias, como la peligrosa E. coli.
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Las reacciones químicas en el agua de las piscinas dificultan medir la orina, lo que hace necesario un indicador, que es una sustancia suplente. La idea de los investigadores es introducir acesulfame de potasio (o acelsufame K), un edulcorante artificial que suele usarse en comidas procesadas y, por eso, es ampliamente consumido. Después de pasar por el tracto digestivo, este edulcorante es excretado en la orina.
Xing-Fang Li, profesora de la División de Toxicología Analítica y Ambiental de la Universidad de Alberta, y sus colegas probaron más de 250 muestras de 31 piscinas y jacuzzis en dos ciudades canadienses (cuyos nombres amablemente no fueron revelados) y las compararon con muestras del agua de la llave de esas ciudades.
La concentración de edulcorante en las piscinas y en los jacuzzis llegó hasta 7.110 nanogramos por litro, hasta 570 veces más que los niveles encontrados en el agua de la llave.
Todas las piscinas y jacuzzis que participaron en la prueba tenían orina, explicaron Li y su equipo. Una piscina de 220 mil galones tenía 20 galones de orina, mientras otra con la mitad del tamaño de la primera tenía 7 galones de orina.
Lindsay Blackstock, coautora del estudio y estudiante del doctorado en Toxicología Analítica y Ambiental de la Universidad de Alberta, afirma que los resultados no pueden ser aplicados a todas las piscinas comunales o públicas. “La cantidad de orina depositada en cada piscina responde a unos factores concretos”, dice Blackstock.
Entre esos factores está el número de nadadores que utilizan la piscina, las prácticas de higiene de la comunidad que la usa y la frecuencia con la que es vaciada y vuelta a llenar.
Blackstock recomienda a todos los nadadores que se bañen y hagan sus necesidades antes de entrar a la piscina.
Canadá no es el único país al que le preocupa este tema. Un reporte de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) del 2010 encontró que una de cada 10 piscinas públicas en Estados Unidos no tiene los niveles de cloro adecuados para cumplir con los estándares de desinfección.
Rich Sachleben, miembro de la Sociedad Americana de Química, quien no participó en el nuevo estudio, asegura que es interesante. Sin embargo, “preguntaría cómo van a establecer cuánto edulcorante ha consumido la gente y, por ende, cómo comparar el nivel de edulcorante con la cantidad de orina presente”, escribió en un correo electrónico.
Para asegurarte de que no estás a punto de darte un chapuzón en una piscina sucia, Michele Hlavsa, jefa del Programa de Salud en las Piscinas de los CDC, recomienda usar cintas reactivas para revisar los niveles de cloro. Los CDC recomiendan niveles de pH entre 7,2 y 7,8 y una concentración de cloro libre de al menos 1 parte por millón en las piscinas y al menos 3 partes por millón en los jacuzzis y los spas.
Sin embargo, incluso en esos niveles el cloro no destruye todo lo que quieres evitar mientras nadas. Un parásito llamado criptosporidio, que puede causar diarrea y puede vivir hasta 10 días en una piscina con cloro, está asociado con el 54% de los focos de enfermedad en las piscinas y los parques acuáticos, según un informe de los CDC del 2015.
Sachleben dice que no frecuenta piscinas, pero no es por la orina.
“Simplemente no me divierto en una piscina. Prefiero una linda playa”, afirma Sachleben. “Admitámoslo”, agregó. “Las lagunas y el océano están llenos de excrementos de peces y otros animales, junto a los cuerpos descompuestos de otros que ya están muertos”.