(CNN) – “Constrúyelo y vendrán” ha sido la filosofía de Dubai desde que la ciudad se enfocó en la arquitectura, con la llegada del siglo XXI.
Lo que esta ciudad de superlativos puede no haber anticipado es cómo sería utilizada por sus habitantes.
A medida que se acumulan más y más torres, y se elevan las alturas, gracias al diseño o a la coincidencia Dubai se ha vuelto el lugar ideal para los adictos a la adrenalina, que asaltan la ciudad por tierra, mar y aire.
¿Qué mejor manera de ver el edificio Palm Jumeirah que saltando desde un avión? ¿La forma más fácil de atravesar el centro? En tirolesa. ¿El mirador más épico de Dubai? La cima del Burj Khalifa… desde afuera.
“Dubai ha creado un ambiente a través del cual la gente puede venir y hacer cosas que normalmente no haría”, dice Chris Jones, quien hace poco dictó una charla llamada “La arquitectura de la adrenalina” en la conferencia de Rascacielos Inteligentes de Dubai.
Tiene razón. Una rápida búsqueda en internet provee una agotadora lista de las formas en que Dubai pueden acelerarte el corazón: paracaidismo, sandboarding (descenso de dunas de arena), dune bashing (algo como ataque de dunas, en vehículos), esquí, surf de nieve, bungee jumping, buceo con tiburones, fly boarding, vuelos en ultraligeros, carreras de automóviles, buceo, motos de agua, cuatriciclos, sillas de arena, ciclomontañismo, remo, canopy, girocópteros, rally, navegación a altas velocidades, tablas de esquí acuático, surf, wingwalking y zup boarding. (No, tampoco habíamos oído hablar de este último).
Pero, ¿qué tiene que ver la arquitectura con todo esto?
La industria de deportes extremos ha potenciado la arquitectura de Dubai en una variedad de eventos de gran magnitud: una plataforma de lanzamiento construida en el Burj Khalifa para una competencia de saltos base en el 2014, o una plataforma de clavados en la marina para la serie 2016 de saltos desde acantilados de Red Bull, por ejemplo.
De todas maneras, Dubai podría observar pronto un cambio, con los deportes extremos dándole forma al horizonte de la ciudad de manera permanente.
La firma de arquitectura 10 Design propuso un concepto para construir una colosal torre para hacer saltos de base en el malecón de Dubai. De 304 metros de altura, el diseño presenta varias plataformas para saltar, paredes interiores de escalada en roca y puntos de rápel, junto con una sala de conciertos, torres residenciales y un espacio comercial adjunto. Es un gimnasio en la jungla de proporciones épicas y su razón de ser es la adrenalina.
“Hoy en día, es parte de nuestra cultura”, dice Jones, quien también es socio de 10 Design. “A mucha gente le gustan los deportes extremos y el torrente de adrenalina. La sociedad, la cultura y la arquitectura tienen que responder a eso”.
Existe un argumento muy fuerte para regular infraestructuras como la torre. Como sucede con muchos epicentros de los deportes extremos, Dubai también ha visto un aumento de las actividades ilegales. La ciudad es prácticamente única en ese sentido, con un enfoque de ‘dispara primero y luego preguntas’ que está en el corazón de la filosofía de los deportes extremos, lo que empuja los límites y pone a prueba la paciencia de las autoridades.
Caso concreto: en el 2008, Briton Dave McDonnell y el fallecido Frenchman Herve Le Gallou entraron al Burj Khalifa disfrazados de ingenieros y saltaron desde el piso 155. La credencial falsa de Gallou decía que era “Técnico base, especialista en ascensores que descienden rápidamente”, según reportó The New York Times.
Pero desde entonces, las autoridades han aprovechado la potencial publicidad de esos trucos. Seis años después, la ciudad, en colaboración con Skydive Dubai, invitó a los campeones mundiales de soul flyers Fred Fugen y Vincent Reffet al Burj, para romper el récord oficial del salto más alto desde un edificio.
Alain Robert, ‘el hombre araña francés’, más conocido por escalar superestructuras sin permiso, fue invitado a escalar ese mismo edificio en marzo del 2011.
Si a Dubai le gusta algo es lo superlativo, y el mundo de los deportes extremos ofrece muchos récords que romper. Los esfuerzos de Robert, Fugen y Reffet, aunque destacables por sí mismos, solo realzan más las credenciales de la arquitectura de la ciudad.
“La (municipalidad) de Dubai reconoce que es algo que atraerá a la gente y la atención (sobre) la ciudad”, dice Jones.
A la espera de recibir la aprobación por parte de su cliente anónimo, Jones admite que el modelo de negocio, económicamente hablando, solo “acumula” cuando a los ingresos de las infraestructuras vecinas se les incluye la inflación. Además, se requeriría el permiso del gobierno para actividades de saltos, dice.
Sin embargo, no hay nada que sugiera una falta de apetito público.
“Hay un gran foco en deportes extremos en la región, respaldado por todos los diferentes grupos sociales que hay en la ciudad”, argumenta Jones. Emiratíes, expatriados y turistas por igual, de todas las edades.
Solo el tiempo dirá si esto permanecerá en el tablero.
Pero para una ciudad en el desierto que se jacta de tener un tanque de tiburones y una pista de esquí en su explanada, escalar en la que será la torre más alta número 26 del mundo no es nada si no un mensaje.