(CNN) – Hubo una vez que los seguidores del Barcelona no esperaban el éxito. Revolcarse en el pesimismo era lo habitual. ¿Trofeos? ¿Títulos? Esos eran para otros, usualmente reservados para el grandioso club de la capital, Real Madrid.
La Copa de Europa era tan elusiva como un unicornio: se hablaba de ella, se le miraba con admiración, se le tomaban fotografías con otros pero nunca se le veía en esta ciudad catalana en el mar Mediterráneo.
Un club como el Barcelona, dirían los fanáticos nihilistas, nunca alcanzaría el cenit del fútbol europeo de clubes. No había rimbombancia ni ostentación, solo fatalismo.
Los años de mano dura del General Francisco Franco, cuyo régimen dictatorial había aplastado anteriormente la limitada autonomía de Cataluña, habían arruinado el espíritu.
Ciertamente, Barcelona había sido capaz de firmar a grandes del fútbol como Johan Cruyff y Diego Maradona, pero dos finales de la Copa de Europa –en 1961 y 1986– habían terminado en derrota y entre 1961 y 1990, el club ganó solo dos títulos de liga, acabando en segundo lugar en 13 ocasiones.
Pero todo cambió el 20 de mayo de 1992.
Ese fue el día en que el Barcelona ganó su primera Copa de Europa. Ese fue el día en que el club, su ciudad y el fútbol se transformaron.
El ‘Santo Grial’ del barcelonismo
Primavera en Londres. Cruyff, el revolucionario del fútbol, ahora el visionario entrenador del Barcelona, y su equipo de artistas, conocido como el “Dream Team” (Equipo de ensueño), están en Wembley para la primera final de la Copa de Europa bajo la dirección del holandés.
Los rivales de la Sampdoria tienen cazadores supremos en Gianluca Vialli y Roberto Mancini, pero Barcelona puede contrarrestar a los italianos con Michael Laudrup, Pep Guardiola, Hristo Stoichkov y Ronald Koeman.
Si se trata de un equipo ganador de títulos de verdadero talento, los fanáticos del Barcelona, no obstante, se preparan para lo peor.
El recuerdo de la derrota en penales en la final de la Copa de Europa contra el Steaua Bucharest en 1986 sigue fresco, por lo que los simpatizantes le piden a Cruyff palabras tranquilizantes para el viaje de regreso a España, una medida de precaución por si ocurre lo peor.
Pero Cruyff, en su cuarto año como entrenador del Barça, quiere que sus jugadores olviden el pasado del club. ¿Su grito de batalla cuando sus jugadores saltan a la cancha de Wembley? “Salgan y diviértanse”.
“La Copa de Europa era el ‘Santo Grial’ del fútbol para el Barcelona”, dijo a CNN Graham Hunter, autor de “Barça, la creación del mejor equipo del mundo”.
“Era más que una espina clavada. Era algo casi mítico, llegar a esa final y ganarla”.
El tiempo regular se convierte en tiempo extra y el marcador continúa sin goles. Las rodillas tiemblan en las gradas y en las bancas. Los penales son inminentes. Miedo.
Pero a menos de 10 minutos del final, Barcelona es premiado con un tiro libre. Koeman, el defensa con ojo de francotirador para los goles de larga distancia, da un paso al frente.
Frente al televisor en Barcelona está un adolescente Xavi, un jugador de la academia que llegará a ser uno de los mejores jugadores del club.
“Fue realmente una experiencia extraordinaria”, le dice el exmediocampista de Barcelona y España a CNN al recordar el desarrollo del partido.
A 23 metros de la portería, Koeman dispara. Apunta abajo hacia la esquina inferior. Los defensas se precipitan hacia adelante, rompiendo el muro defensivo. El portero se estira lanzándose a su derecha. Pero todos llegan tarde. Son vencidos.
El anotador corre hacia la banda y sus compañeros lo siguen, rodeándolo en una emocionada ola de camisetas naranjas cuando lo alcanzan.
Cuando el rubio holandés emerge de la celebración masiva, se le ve ocultando su rostro con las manos, usando las yemas de los dedos para contener las lágrimas.
El gol ganador es suyo, un disparo que libera a su club de la pesada carga de la historia. “Fue el inicio de grandes cambios”, diría posteriormente Koeman, quien se colocó la camiseta azulgrana del Barça encima de la anaranjada antes de levantar la Copa de Europa.
El genio de Amsterdam
Cruyff tuvo impacto en el Camp Nou como jugador, ganando el título en su primera temporada después de una contratación récord en 1973, pero fue la designación del holandés como entrenador en 1988 lo que cambió el ADN del club.
El 4 de mayo, cuando Cruyff es anunciado como entrenador del Barcelona, el equipo experimenta su peor campaña desde la temporada 1941-1942. El club está endeudado y en crisis. Terminan en sexto lugar en la liga, dos puntos por encima del décimo sitio, mientras que el Real Madrid celebra su quinto título de liga consecutivo. La ignominia.
Cruyff dijo que había heredado jugadores que “querían discutir sobre el pasado”.
En la planificación para el futuro sigue un periodo maníaco de salidas y llegadas –se venden 15 jugadores y se compran 12. Cruyff, uno de los más grandes jugadores de todos los tiempos, toma riesgos pero consigue recompensas.
Entre los recién llegados están los jóvenes y ambiciosos Txiki Begiristain, José Mari Bakero, Julio Salinas y Eusebio Sacristán, un cuarteto que serían piezas fundamentales en el “Dream Team” del entrenador.
“Estaban condicionados a ser segundos”, dijo Hunter sobre la escuadra que Cruyff heredó.
“Él sintió que había una mentalidad derrotista en Cataluña en general y que era producto de años de opresión bajo la dictadura de Franco. Hablar de otra jornada trágica ya era un hábito”.
Acompañando el cambio de personal, vino un cambio de estilo. Naturalmente, Cruyff –un tres veces ganador de la Copa de Europa con el Ajax– quería ganar, pero había una forma de ganar. Una filosofía, una identidad.
En la era del 4-4-2, el joven entrenador introdujo la formación 3-4-3 –una adaptación del sistema 4-4-3 con la que había jugado Cruyff bajo el mando del pionero entrenador Rinus Michels en Holanda y Ajax en la década de 1970.
“No podíamos creer cuántos delanteros había en el equipo”, dijo Eusebio, con más de 250 apariciones en la era Cruyff, del día en que el jefe dibujó por primera vez en la pizarra el esquema con tres defensas, cuatro mediocampistas, dos extremos y un delantero centro.
Este cambio radical requeriría jugadores que estuvieran cómodos intercambiando posiciones. Ellos tendrían que presionar, tendrían que dar pases rápidos. La posesión sería lo más importante, lo que no era tarea sencilla en un club en el que los defensas eran usualmente abucheados por regresarle el balón al portero.
Para implementar este enfoque cerebral, Cruyff necesitaba una línea de producción que le proveyera de jugadores hambrientos por la posesión. Lo que dio paso a La Masia, la academia del club. Barcelona nunca volvería a ser igual.
Diferenciando a Barcelona del resto
Cada equipo, desde los menores de ocho años hasta la escuadra B del Barcelona, tenía la orden de jugar con el revolucionario 3-4-3, con un énfasis en la técnica más que en el físico, otro viraje de un club que, apenas en 1986, elegía a jugadores jóvenes si medían más de 1,80 metros de altura.
Los primeros en la línea de transportación fueron Albert Ferrer, Guillermo Amor y Guardiola, los hacedores de historia en 1992.
Para Carlos Hugo García Bayón, un ex asistente técnico en el Barcelona B, ganar la Copa de Europa con graduados de la academia en el equipo era la confirmación de que los métodos de Cruyff funcionaban.
Bayón le cuenta a CNN: “Fue esa victoria la que cambió la cultura y la mentalidad del club. Ganaron la Copa de Europa, pero la ganaron jugando con un estilo específico y con muchos jugadores de La Masia.
“Fue algo único, algo que nos diferenciaba de los demás.
“Sin ninguna duda, si tienes una metodología y esa metodología no funciona, perderás confianza para utilizar jugadores de la academia”.
Desde ese famoso triunfo en Wembley, otras semillas florecieron en el invernadero de La Masia: Xavi, Lionel Messi, Andrés Iniesta, Carles Puyol, Gerard Piqué, Cesc Fabregas, por nombrar solo algunos.
Todos ellos, excepto Messi, fueron parte no solo del éxito del Barcelona sino de la selección española que ganó el Mundial de 2010 y dos Eurocopas consecutivas, en 2008 y 2012.
“Ellos fueron la generación que pavimentaron el camino para nosotros”, dice Xavi del “Dream Team” ganador de la Copa de Europa. “Ellos le dieron a Barcelona una mentalidad ganadora. Fue un ejemplo para todos nosotros”.
Hunter dice que los jugadores de la academia crecieron “pensando que cualquier cosa era posible” después de ver a Guardiola y sus similares tener éxito en el mayor escenario de todos.
“La marca del fútbol que vimos entre 2003 y 2012, la interminable racha de éxitos, ese tipo de jugadores, la promoción del sistema de juveniles, la actitud, la mentalidad ganadora, todo eso tuvo su génesis en la victoria de Wembley sobre Sampdoria”, dice.
‘Ahora la tienen aquí’
De Wembley a Barcelona y una mareante semana de celebraciones para los pioneros europeos del club.
En el balcón de la Plaça de Sant Jaume se alzaron los hombres de Cruyff, recibiendo la adulación de los fanáticos, sosteniendo en lo alto la Copa de Europa. La fantasía se había vuelto realidad.
Un Guardiola de 21 años, símbolo catalán, gritó: “Ciudadanos de Cataluña: ahora la tienen aquí”.
El mediocampista, dice Hunter, lo había preparado previamente, modificando una frase usada por Josep Tarradellas, nombrado “presidente en ausencia” por su pueblo en 1954 durante la dictadura de Franco, en el mismo balcón en el barrio gótico de la ciudad 15 años atrás.
El éxito europeo del “Dream Team”, combinado con los Juegos Olímpicos realizados en la ciudad más tarde ese verano, transformaron a Barcelona y su gente.
Hunter describe el verano del 92 como “uno de los veranos más importantes en la historia de Barcelona y Cataluña”.
El club de fútbol, cuyo eslogan es “más que un club” por su defensa de la cultura y la lengua catalanas, llegó a ser la institución más importante de Cataluña. El cambio radical no ocurrió solo en la cancha.
Difundiendo el evangelio de Cruyff
El 25 de noviembre de 2012 es el día en que las enseñanzas de Cruyff, su visión de un equipo lleno de maestros pasadores de La Masia, se hicieron realidad.
Barcelona juega contra el levante en la liga. En el minuto 14, Martín Montoya remplaza al lateral brasileño Dani Alves. Es la primera vez en la historia del Barcelona que el primer equipo se conforma en su totalidad por jugadores que se graduaron de la ahora reconocida academia del club. Es el legado de Cruyff y del triunfo en la Copa de Europa de 1992.
“La Masia es una escuela de fútbol, pero también una escuela de valores, una escuela de vida”, explica Xavi.
“Es algo de lo que sentirse orgulloso. Ahora tenemos 20 o 25 años cosechando títulos para el Barcelona y jugando un atractivo estilo de fútbol para los fanáticos”.
Guardiola, el gran jugador que llegó a ser el más exitoso entrenador del equipo, ha dicho en repetidas ocasiones que él y otros entrenadores del Barcelona simplemente han restaurado, o mejorado, la capilla que Cruyff pintó.
El propio catalán creó una obra de arte futbolística, ganando 14 títulos en cuatro temporadas doradas entre 2008 y 2012 con uno de los mejores equipos en la historia, cuyo corazón eran otros notables talentos de la academia.
Para Bayón, actual director de la academia del Celta de Vigo, la transformación del “Dream Team” de grandes jugadores a entrenadores de clase mundial es otro de los legados del triunfo de 1992, con exjugadores de Cruyff difundiendo su evangelio en varias ligas alrededor del mundo.
En Inglaterra están Guardiola en el Manchester City y Koeman en el Everton, mientras que Eusebio está en la Liga de España. Los dos últimos han sido mencionados como posibles sucesores de Luis Enrique al frente del Barça cuando este deje el equipo al final de esta temporada.
También hay otros: Michael Laudrup dirige en Qatar, Txiki Begiristain, sustituto no utilizado en Wembley, como director deportivo del Manchester City y Andoni Zubizarreta, director deportivo del club francés Marsella.
“Han llegado a ser grandes entrenadores, esa es una de las cosas más importantes de esa victoria. Generó una cultura de entrenamiento. No se trata de solo generar grandes jugadores, sino grandes entrenadores”, dice Bayón.
Un cambio de identidad
Y hacia el futuro, ¿qué pasa con el Barcelona de hoy?
Con Luis Enrique, quien dejará el club al final de la temporada habiendo ganado la Liga de Campeones y dos ligas de España, ¿continúa el legado de Wembley 1992 como si estuviera escrito en piedra?
Del once inicial de un Barcelona en busca del campeonato en la victoria 4-1 sobre Las Palmas el 14 de mayo, solo cuatro jugadores –Sergio Busquets, Messi, Iniesta y Jordi Alba– salieron de la academia. Alba, liberado del club en 2005, fue repatriado siete años después a un precio de 14 millones de euros (15.49 millones de dólares) desde el Valencia.
La posesión no siempre ha sido lo principal en el Barcelona de Luis Enrique, aunque han ocurrido salidas importantes durante el mandato del español.
A los 35 años, Xavi se fue en 2015 para jugar en Qatar, siguiendo a la salida de otro grande la academia, Carles Puyol, quien se retiró en 2014.
“Ningún sistema de juveniles será capaz de producir esa generación repetidamente bajo demanda”, dice Hunter. “No es factible, pero la caída ha sido muy dramática e inevitablemente ha cambiado el fútbol que juega el Barcelona.
“Cuando contratas de fuera, ellos no tienen la misma actitud, no hablan el mismo lenguaje del fútbol.
“Hay menos productos jóvenes disponibles para Luis Enrique de los que tuvieron (Frank) Riijkard y Guardiola y además ha sido una idea estratégica que los tres del frente –Messi, Neymar y Luis Suárez– reciban la pelota más rápido y con menos elaboración porque son delanteros distintos más que cualquier otro en la historia del club.
“Necesitan menos trabajo, son capaces de anotar por sí mismos, así que en ocasiones el mediocampo es rebasado.
“La identidad del fútbol del primer equipo en los últimos dos años y medio ha cambiado significativamente, pero la existencia actual del sistema de juveniles no ha cambiado, es parte de su identidad”.
Sí, pero, tal vez
¿Es este el capítulo final de un glorioso cuarto de siglo de éxitos inspirado por Cruyff? No necesariamente.
En Xavi, Pique, Busquets y Puyol, Barcelona podría tener expupilos tan celosos fuera del campo como brillantes sobre de él.
Xavi ha dicho que su sueño es un día dirigir el equipo y ha dado a conocer un plan que tendría exclusivamente a exgraduados de La Masia dirigiendo el club, con Pique como presidente, Puyol como director deportivo y Busquets como su asistente.
“Si hablamos a 10 años, imagino que algún presidente habrá intentado, y logrado, colocar a Xavi como entrenador del primer equipo, con Busquets como su asistente”, dice Hunter. “La intención declarada de Pique es contender por la presidencia en algún momento de su vida. Esa sería la inducción más dramática de los valores de Cruyff y Guardiola en el club”.
¿Qué tan distinta sería la historia del Barcelona si ellos no hubieran ganado en 1992?
La sala de trofeos habla por sí misma: tres títulos de liga en los 25 años previos al éxito del “Dream Team” en la Copa de Europa, 13 después de eso y cuatro noches de gloria en la Liga de Campeones –un total de 44 trofeos en 25 años y el estatus como una de las fuerzas más dominantes en el deporte.
El pesimismo remplazado por la confianza, el fatalismo derrotado, y el estatus global del club reforzado por un estilo –el llamado tiki-taka– que acompañó ese éxito.
Si el Barcelona no hubiera ganado en 1992, habrían tenido una mayor motivación, afirma Hunter, en la final de la Liga de Campeones de 1994 ante el AC Milán, la cual perdieron 4-0.
“Fueron complacientes, pensaron que ganarían sin problemas”, dice.
Pero sin el éxito europeo con Cruyff, hay menos pegamento que afiance el sistema.
“No puedes decir si habrían ganado otras Ligas de Campeones ya que cada una de las Ligas de Campeones ganadas después de 1992 tienen línea directa hacia Cruyff y sus creencias”, dice Hunter.
“Sin trofeos con Cruyff entonces la historia del Barcelona siguiente sería más pobre y el salón de trofeos estaría más solo.
“Sin la Copa de Europa con Cruyff, la historia siguiente, a la que estamos tan acostumbrados –la contratación de Messi, el reclutamiento de Iniesta– probablemente no habría ocurrido”.