Nota del editor: Juliette Kayyem es analista de Seguridad de CNN y autora del libro “Security Mom: An Unclassified Guide to Protecting Our Homeland and Your Home”. Es profesora en la Escuela Kennedy en Harvard, exsecretaria asistente en el Departamento de Seguridad Nacional durante el gobierno de Obama, presentadora del podcast de seguridad nacional “The SCIF” y fundadora de Kayyem Solution, una firma de consultoría de seguridad. Las opiniones expresadas aquí son de ella.
(CNN) – Ninguna víctima del terrorismo lo merece. Pero el ataque en el concierto de Ariana Grande en Manchester, Inglaterra, este lunes, se siente diferente. Llega al miedo principal de cualquier padre de familia: que envíes a tu hijo a un evento y que por razones crueles y malvadas nunca jamás lo vuelvas a ver.
Pero por ahora, si has seguido las noticias, sabes cómo son estas situaciones: un sospechoso potencial y un posible atacante suicida; una búsqueda de sus colegas y amigos; una posibilidad emergente de que fuera conocido por las autoridades antes de que ocurriera el ataque. Soy analista de seguridad nacional y este es el área en la que yo trabajo.
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Pero también tengo tres hijos. La música de Ariana Grande suena usualmente en nuestro auto. Ella no es una popstar típica: es resistente y enérgica, representa todo lo que queremos que nuestros hijos sean. No tiene miedo.
FOTOS | Pánico en el Manchester Arena
Pero en este momento ningún padre piensa en educar a sus hijos sin miedo. Sus hijos estarán atados a ellos por sus lazos metafóricos del futuro probable. Ese es el poder real del ataque: las víctimas no solo no merecían serlo; ellas también están entre los más vulnerables en las secuelas inmediatas cuando un ataque como este ocurre.
Las víctimas buscan a sus padres y en muchos casos no están ahí. Algunas de las imágenes que fueron publicadas en redes sociales y en la televisión muestran a los padres esperando —como yo misma he estado esperando a mis hijos en un evento— fuera del auditorio, desvaneciéndose al otro lado. Es una fuente de humor —“mamá, espera aquí”— y enviamos a nuestros hijos a que se diviertan. Porque queremos que no tengan miedo.
He trabajado en muchos desastres toda mi vida como funcionaria de seguridad nacional. Y las imágenes de Manchester muestran lo que ocurren en estos ataques: la innegable e insoportable necesidad de una unificación familiar.
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¿Están mis hijos bien? Cuando las familias están reunidas, el sentido de pánico desaparece. Luego están dispuestos a abandonar el lugar. De hecho, en los comentarios sobre la respuesta de los ataques en el maratón de Boston la rápida acción de la Policía de mover a los corredores restantes y no lesionados a lugares improvisados para que se reunieran con sus familias hizo un bien inmensurable en limitar el pánico y hacer seguir a la ciudad hacia adelante.
Así que si aprendimos cualquier cosa de esta situación, es no dejar a nuestros hijos fuera de nuestra vista. Necesitamos que ellos sean resistentes y no tengan miedo. Se trata de tomar las precauciones necesarias de antemano y empoderarte a ti mismo y a ellos por si algo ocurre. ¿Dónde se encontrarán? ¿Con quién estarán? ¿Hay una casa o área cercana para reunirse? Enséñales a que si ven algo, digan algo. Empodéralos como te empoderas a ti mismo.
Lo he escuchado antes: qué mundo tan terrible en el que pasan este tipo de cosas. Lo sé. Pero no podemos desear, desesperadamente, un mundo alternativo en el que cosas como estas no ocurran. Lo estaríamos esperando para siempre.
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Lo que podemos hacer es trabajar nuestra propia seguridad y enseñarla en casa y a nuestros hijos de manera que la puedan entender. Empoderarlos. Hacer que no tengan miedo en un mundo con mucho miedo.