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Una niña abrazó a su madre muerta por dos días escondiéndose de ISIS
04:28 - Fuente: CNN

Mosul, Iraq (CNN) – El sonido de un vehículo blindado se extiende alrededor de un hospital de campaña, a pocos kilómetros de la línea de frente actual en Mosul occidental. Una lánguida adolescente es sacada de allí. Un anciano se encuentra completamente en shock, incapaz de pronunciar alguna palabra, y es llevado hacia una cama. Una mujer que lucha por respirar recibe oxígeno rápidamente.

Mariam Salim, de 10 años, y su hermana mayor, Ina’am, están siendo atendidas por heridas en la espalda. “Mis padres están bajo los escombros, mi (otra) hermana está muerta. Yo la ví”, murmura Ina’am mientras sus labios tiemblan.

Cuando la familia estaba tratando de huir, cuentan las dos niñas, un mortero golpeó su casa y la derrumbó. El resto de la familia está enterrado bajo los escombros.

“Se han ido, se han ido”, nos dice Mariam. “Mi madre, padre, hermana, hermano”.

Mariam se inclina para quitarle el antiséptico Betadine a su hermana del rostro. Tal vez no ha asimilado lo que acaba de decir o quizás simplemente necesita concentrarse en algo, una distracción ante la pérdida que ella aún no puede comprender.

Su dolor parece venir por oleadas. Cuando sus ojos se llenan de lágrimas todo el cuerpo le tiembla, pero rápidamente empieza a hacer preguntas de manera furiosa. Le grita a un hermano que logró sobrevivir: “¡Estábamos tratando de alcanzarte!”. Acto seguido se da la vuelta y llena de calma le limpia el rostro a Ina’am.

El barrio de estos hermanos aún está bajo control de ISIS, aunque las fuerzas iraquíes están muy cerca. Pero esas fuerzas no pudieron llegar a la casa ni alcanzar a los familiares atrapados bajo los escombros. Los Salim se aferran a la esperanza de que tal vez sus padres y su hermano menor todavía sigan vivos de alguna manera.

Nos acercamos a la línea de frente. Las columnas de humo se elevan, las explosiones retumban en la distancia. Los objetivos son combatientes de ISIS, pero con cada explosión viene la realidad de que en los hogares y calles golpeados –sea por la acción de los ataques aéreos, de artillería o por las bombas de los yihadistas– hay civiles escondidos bajo escaleras, en sótanos. Los niños gritan y los padres pueden hacer muy poco para protegerlos.

Momentos antes, un comandante iraquí visiblemente molesto nos había contado sobre los cadáveres que sacaron debajo de los escombros en un barrio. Una madre todavía acunaba a su bebé.

¿Dónde han estado durante los últimos tres años?

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Mosul, ¿la batalla final?
01:32 - Fuente: CNN

Tropezando a través de las calles repletas de escombros, pasando por los edificios víctimas de explosiones y las carrocerías de vehículos quemados, los que sobrevivieron se dirigen hacia donde están las fuerzas iraquíes. Esta clase de escape ocurre muy raramente antes de los movimientos de las tropas de Bagdad contra los combatientes de ISIS. Los yihadistas ejecutan a cualquier persona que intente huir cuando no están ocupados en el combate.

Los sobrevivientes llegan sin aliento, con voces temblorosas, apenas pronunciando frases sencillas que apenas abarcan pequeños detalles de lo que han vivido.

“¿Dónde han estado durante los últimos tres años?”, le grita una mujer a las tropas iraquíes.

“Hace 20 días intentamos escapar, ellos (los combatientes de ISIS) lo atraparon, le dispararon cuatro veces en la cabeza”, se lamenta un hombre entre sollozos. “Mi hermano”.

Hay dolor profundo, rabia… También hay alivio.

A medida que ISIS está siendo reducido a un territorio aún más pequeño (un puñado de barrios y la ciudad vieja de Mosul), los civiles que permanecen como rehenes se están quedando sin comida.

Umm Abed tiene una familia de 11 miembros.

“Estábamos comiendo harina y agua”, asegura ella. Sólo alcanza para alimentar a los niños, para aliviar sus dolores de hambre. Ella y su marido no probaron comida durante cuatro días.

Un miembro de las fuerzas iraquíes toma posición en un ataque contra ISIS en Mosul.

También en la línea del frente hay un hospital de campaña atendido por el exsoldado de Fuerzas Especiales estadounidense Dave Eubank y su equipo, junto a la ONG Free Burma Rangers. Apenas unos días antes acudieron a una llamada de una de las unidades iraquíes.

“Dijeron que iban a llegar civiles, muchos (de ellos) heridos por disparos. Llegamos allí y un hombre que llegó llorando desconsoladamente nos dijo: ‘Mi hija fue fusilada delante mía, le volaron la cabeza’”, recordó Eubank.

El campo estaba lleno de docenas de cuerpos masacrados por los combatientes de ISIS mientras trataban de huir. Hombres, mujeres, jóvenes, viejos. A los niños les disparaban en la cara.

Trece cuerpos… y luego, movimiento

“Vimos estos 13 cuerpos y luego observamos un movimiento. Aquí están, mira contra la pared, todos estos son personas muertas”, insistió Eubank. Nos muestra una foto en el teléfono.

Después de que la imagen fue tomada, aparece un signo de vida, y el esfuerzo para salvarla es rápido. Un hombre está vivo, mueve su brazo. Una pequeña niña se oculta debajo de un hiyab negro. Su madre lleva muerta dos días. La niña se escondió detrás del cadáver de su madre.

Las fuerzas estadounidenses que apoyan a los iraquíes con medios aéreos sueltan una cortina de humo, usando un tanque iraquí para cubrir a Eubank y a otros que se mueven lo más cerca que pueden.

“Llegamos y luego el humo se desvaneció”, narró luego Eubank. “Y entonces ISIS los ataca y la gente allí nos dice algo así como “¡vengan! ¡vengan!”, y la niña sale del hiyab de su madre muerta y nos ve mientras el tanque está disparando, ¿sabes?”.

“Llamé a los estadounidenses y les dije: ‘por favor, mándenme de nuevo el humo’. Los iraquíes ya están en esto, así que los estadounidenses dejaron caer esta perfecta cortina de humo con la que pude correr y atraparla. “Ella gritaba, no quería dejar a su madre, nadie sabe su nombre, todavía no ha dicho una palabra”. A la mañana siguiente, dijo Eubank, otro hombre logró escapar y les contó de otros que aún estaban vivos.

Detalle de un ataque aéreo contra posiciones de ISIS en Mosul.

“Con un valiente soldado iraquí, cruzamos la carretera, ISIS está muy cerca de nosotros y podemos escucharlos hablar. Gateamos, encontramos una chica en la calle, le arrojamos una cuerda y la agarró. Ella tenía tres días sin dormir, sin beber agua y estaba herida”. Lograron arrastrarla con seguridad sobre los escombros y las rocas.

La profundidad del sufrimiento aquí es imposible de articular. “Es el infierno”, dijo una anciana en una silla de ruedas. Un infierno que ni siquiera podemos empezar a imaginar.

La vida bajo el dominio de ISIS ha tenido un sello de brutalidad incomprensible, con ejecuciones públicas, decapitaciones, currículos escolares en los que se enseñaba a matar, los niqabs negros obligatorios y la barba larga. Fumar, los teléfonos celulares y la televisión satelital estaban prohibidos. Todo esto durante tres años, seguido por los incesantes bombardeos, el miedo y el hambre.

La gente aquí lo ha perdido casi todo. No hay antecedentes para esta guerra, nadie ha luchado contra un enemigo como ISIS, que mantiene a civiles como rehenes en este denso campo de batalla urbano. No hay palabras para consolar a los que sobreviven. Sólo el sofocante e interminable dolor.

Moayad al Ameen, de CNN, contribuyó a este artículo