Nota del editor: Laura Beers es profesora titular en la Universidad de Birmingham y autora de “Your Britain: Media and the Making of the Labor Party” y “Red Ellen: The Life of Ellen Wilkinson, Socialist Feminist, Internationalist”.
(CNN) – Por tercera vez en dos años, el electorado británico ha desafiado las expectativas.
En el 2015, encuestadores, comentaristas políticos y mercados de apuestas predijeron un Parlamento dividido, un estancamiento político en el que ningún partido tenía la mayoría. Los votantes sorprendieron a todos al entregar a los conservadores una mayoría parlamentaria decisiva, aunque estrecha. En el 2016, el electorado volvió a sorprender a los encuestadores y expertos al votar para abandonar la Unión Europea. Ahora lo han hecho de nuevo, eligiendo un Parlamento sin mayoría.
La primera ministra, Theresa May, convocó una elección innecesaria en sólo dos años de término parlamentario, después de prometer que no tenía intención de acudir al público antes del 2020. Llamó a elecciones porque su gobierno necesitaba un mandato fuerte de cara a las negociaciones del Brexit, pero no obtuvo ese mandato.
Un “Brexit duro” rechazado
En la cuenta actual, con 649 escaños reportados y apenas uno restante por ser reportado, los conservadores tienen 318, el Partido Laborista de Jeremy Corbyn tiene 261 y los otros partidos más pequeños mantienen el equilibrio. May está aparentemente decidida a intentar aferrarse al poder con el apoyo del Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte (DUP, por sus siglas en inglés), que ha ganado diez escaños. Aunque, según los números, los ‘tories’ (conservadores) podrían ser capaces de aguantar, tanto la lógica política como el precedente histórico dicen que May debería renunciar.
El resultado es un repudio explícito hacia la política de la primera ministra de un “Brexit duro”.
Si bien el DUP tiene poco amor por Corbyn, se opone firmemente a un enfoque de línea dura para las negociaciones del Brexit que pueda amenazar el libre comercio y la libre circulación de personas a través de la frontera irlandesa. Si el partido presta le da su apoyo a los conservadores, sería a pesar y no debido al tema por el cual se celebró esta elección. La lógica política está en su contra.
Esto también sienta un precedente histórico. Desde el comienzo del siglo XX, el electorado británico no ha conseguido darle a un solo partido una mayoría parlamentaria en siete ocasiones: en enero y en diciembre de 1910, en diciembre de 1923, en mayo de 1929, en febrero de 1974, en mayo del 2010 y ahora.
Lecciones de la historia
Tras las elecciones de 1910 y el 2015, el gobierno en ejercicio se mantuvo con éxito en el poder, pero ninguna de estas elecciones es comparable al resultado actual.
En el 2015, los liberales entraron en una coalición formal con los conservadores después de la elección, una tirante decisión que resultó en la casi aniquilación del partido liberal parlamentario en el 2015.
De las otras tres elecciones “indecisas”, la que más se asemeja a la del 2017 es la elección general de 1923. En noviembre de 1922, el Partido Conservador de Andrew Bonar-Law ganó una mayoría sustancial sobre un Partido Laborista emergente y los liberales profundamente divididos. Después de sólo siete meses en el Ejecutivo, Law renunció debido a una enfermedad y fue reemplazado por su canciller, Stanley Baldwin.
Baldwin podría haber continuado en el gobierno hasta 1927. En lugar de eso, después de sólo unos meses en el poder, convocó unas elecciones con carácter urgente exigiendo un mandato del público británico para introducir aranceles proteccionistas sobre los bienes importados, abandonando en efecto el compromiso británico de 75 años de libertad comercio. Las elecciones que siguieron vieron cómo se redujeron los escaños conservadores de 344 a 258. Las secuelas de la elección de 1923 tienen algunas lecciones clave para los partidos Conservador y Laborista.
Tanto los que esperaban como los que temían al socialismo en acción descubrieron rápidamente los límites de lo que un gobierno laborista minoritario podría lograr en la práctica.
El breve gobierno de los laboristas produjo poco en política doméstica, y cuando el líder Ramsay MacDonald convocó a otras elecciones en octubre de 1924, exigiendo un mandato para formar un verdadero gobierno socialista, su partido fue derrotado rotundamente por una barrida conservadora.
Ecos del pasado
La elección de 1923 puso a los laboristas en el gobierno, pero no en el poder. Lo mismo ocurriría hoy en día.
Hay, sin embargo, una diferencia clave entre 1923 y el 2017, y es probable que sea la caída del líder conservador. Aunque las elecciones de urgencia de Baldwin llevaron a su partido a ser expulsado del Ejecutivo, también unificaron la base de la colectividad en torno al proteccionismo y les dio una plataforma clara para avanzar. Incluso en la derrota, Baldwin se aferró a la dirección y llevó a los conservadores a la victoria en una plataforma unida.
Los ‘tories’ de May, por el contrario, entraron en esta elección con puntos de vista divididos sobre un Brexit duro y uno suave, y siguen divididos. May, a diferencia de Baldwin, no es muy querida entre los diputados, y no tiene una visión unificadora para que su partido avance.
Si cae con gracia o cojea hasta que su gobierno se derrumbe bajo el peso de sus propias contradicciones, no mantendrá por mucho tiempo el liderazgo.