Tres meses después, el Real Madrid hizo oficial su renovación hasta 2021, año en el que cumpliría 36 años. El Madrid y Cristiano habían unido sus vidas para siempre como si se tratara de un matrimonio inquebrantable. Hasta que apareció la Hacienda española en el camino y acusó al jugador de defraudar al fisco por 14,7 millones de euros (unos 16,5 millones de dólares). El Madrid, consciente de que la noticia golpearía la imagen de Cristiano y convulsionaría al delantero, no tardó en salir en su defensa argumentando que tarde o temprano demostraría su inocencia.
Ronaldo calló. Respondió diciendo que tiene la “conciencia tranquila” y que la mejor respuesta es guardando silencio. Sin embargo, el diario portugués A Bola detonó la bomba. “Ronaldo quiere abandonar España”, decía su portada, lo que generó pánico entre la masa social merengue. No es la primera vez que este medio especula con la salida del portugués, previamente aseguró que el Manchester United, Monaco y PSG, estaban preparando una oferta de 180 millones de euros (unos 201 millones de dólares) para tratar de romper el matrimonio perfecto entre el Madrid y Cristiano.
Es difícil imaginarse un Real Madrid sin Cristiano Ronaldo, así como un Barcelona sin Messi, como una playa sin arena, un mar de agua dulce. El Madrid es Cristiano y Cristiano es el Madrid. Lo saben los aficionados y lo sabe Florentino. Ambos se necesitan, se utilizan. El mejor jugador del mundo debe estar en el Santiago Bernabéu o en el Camp Nou, pero lejos de ahí. No es una decisión exclusivamente del Club, sino de los medios, que así lo han decidido. El mejor jugador para el mejor club del mundo. Así de fácil.
Cristiano se ha convertido en lo que es gracias al Madrid. Ningún otro equipo podría ofrecerle un mejor escaparate. Pero para Ronaldo el dinero es el dinero. El año pasado fue el futbolista que más ingresos obtuvo con 82 millones de dólares, según un informe de Forbes.
Y es que la Hacienda española encontró en el futbol una manera exitosa de recaudar impuestos. Empezó acorralando a los clubes, como el Barcelona, al que le encontró anomalías en el fichaje de Neymar. Después se fue contra los jugadores, como Lionel Messi, al que acusó de defraudar varios millones de euros (en mayo, el Tribunal Supremo de Justicia ratificó la condena de 21 meses de prisiónal futbolista argentino por delito de fraude fiscal). Ahora le tocó el turno a Cristiano Ronaldo, que otra vez está triste, como en 2012, cuando lanzó un mensaje de malestar encriptado. “Estoy triste, por eso no celebro los goles y en el club saben por qué, es un tema profesional”. Ronaldo niega las acusaciones en su contra.
El Madrid y Cristiano se necesitan. Si el portugués se va, el Madrid entraría en una crisis institucional que pondría a su presidente en la hoguera, el club reflejaría inestabilidad deportiva en un momento en el que se le percibe invencible, y el gran vencedor de la discordia entre Cristiano y Hacienda sería el Barcelona, que utilizaría la salida de Ronaldo para presumir que el mejor futbolista juega en España y se llama Lionel Messi. Ya no habría comparaciones. Se acabaría el debate. Messi habría ganado el combate. Y el Barcelona también. Messi es al Barça como Cristiano al Madrid. De no ser así, el Madrid pierde, Cristiano pierde, el aficionado al futbol español pierde. Sólo habría un ganador, el matrimonio culé.
Nota del editor: Esta columna se publicó originalmente el 19 de junio de 2017 y ha sido actualizada