(CNN) – En sus primeros seis meses en el gobierno, el presidente de Estados Unidos Donald Trump ha supervisado una transferencia constante de poder desde la Casa Blanca al Pentágono, entregando varias autoridades de guerra que antes estaban a su cargo —y de presidentes anteriores de ambos partidos— al Pentágono y a los comandantes que supervisan las campañas militares de Estados Unidos.
Las medidas tienen como fin empoderar a los militares a un nivel táctico, reforzando la intensidad de la lucha contra los grupos terroristas vinculados con ISIS y al-Qaeda y elogiar a varios militares y exmilitares.
Pero esos esfuerzos también han elevado preocupaciones sobre si Trump espera enfrentar el mismo nivel de responsabilidad por las decisiones militares que él ha dado en el Pentágono y ha llamado la atención sobre los riesgos inherentes de reducir el papel de la Casa Blanca en supervisar la creciente campaña militar contra ISIS y al Qaeda y sus ramificaciones.
El paso más significativo de Trump en esta dirección llegó a principios de este mes cuando empoderó al secretario de Defensa, James Mattis, un general de cuatro estrellas recientemente retirado, a establecer los niveles de las tropas de Estados Unidos en Afganistán.
El Pentágono y la Casa Blanca han minimizado el asunto diciendo que Mattis solo puede actuar dentro de las barreras de la actual estrategia de seguridad de Estados Unidos en ese país. Pero la medida efectivamente le da a Mattis poder para enviar miles de soldados estadounidenses más a la zona de guerra sin que el comandante en jefe firme una orden, la primera vez en una guerra de 16 años que ha abarcado a tres presidentes.
En Yemen y Somalia, Trump les ha dado mucha más libertad a los comandantes estadounidenses que luchan la guerra contra grupos terroristas para que lancen redadas y bombardeos aéreos ofensivos sin el visto bueno de la Casa Blanca al designar provincias en ambos países como “áreas de actividad hostil”, lo que condujo a un gran aumento de los bombardeos en Yemen.
En Iraq y Siria, el presidente también le ha garantizado al Pentágono más libertad de manejar los niveles de las tropas.
Entre tanto, el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca —que algunos en el Pentágono criticaron como dominante durante el gobierno de Obama— ha visto su poder disminuido, haciendo que los funcionarios del Pentágono realicen un proceso de toma de decisiones más moderno con menos interferencia de la Casa Blanca para llevar a tomar algunas decisiones militares.
La CIA también ha sido empoderada por Trump, al recuperar la autoridad de llevar a cabo bombardeos aéreos con drones contra sospechosos de terrorismo, acciones que el presidente Barack Obama eligió autorizar personalmente por la vía militar.
Un esfuerzo deliberado
Los funcionarios del gobierno de Donald Trump han descrito los cambios como un esfuerzo deliberado de empoderar al ejército y echar para atrás los protocolos que definían la supervisión del gobierno de Obama sobre las campañas militares que muchos en la cúpula directiva describían como una microgestión que innecesariamente paralizaba a los comandantes. Aunque no en la misma medida, algunas de esas quejas también provenían de la época del presidente George W. Bush, según expertos militares.
“Ya no tendremos que demorar los ciclos de decisión porque Washington tenga que autorizar movimientos tácticos en el terreno”, dijo Mattis en mayo. “Tengo la absoluta confianza, como la tiene el presidente, nuestro comandante en jefe, en los comandantes de terreno como él lo ha probado al delegarme esta autoridad para delegarla más adelante y la han llevado a cabo de manera agresiva”.
Este sentimiento se está generalizando en los círculos militares.
El general retirado John Allen, quien criticó fuertemente a Trump durante su campaña presidencial, expresó su apoyo por algunas de las medidas para empoderar a los militares. El exalto comandante en Afganistán y último enviado especial de Obama para la coalición anti-ISIS recordó cómo él y otros altos funcionarios militares han deseado desde hace mucho tiempo una “mayor flexibilidad” para llevar a cabo con mayor eficacia su misión y “mantener el impulso contra el enemigo”.
“Muchos de esos objetivos son muy perecederos”, dijo Allen. “Cada vez que yo u otros comandantes teníamos que volver a Washington por permisos, todo se volvía más lento”.
¿Ha ido muy lejos?
Pero ahora, algunos están cuestionando si los cambios del gobierno de Trump equivalen a una sobrecorrección que corre el riesgo de entregar demasiada autoridad al Pentágono.
En el futuro, la Casa Blanca tendrá un rol disminuido en el sondeo de las decisiones militares que podrían tener consecuencias geopolíticas así como en ramificaciones políticas en Estados Unidos.
Trump estará involucrado de manera indirecta en los ataques militares aéreos en Yemen y en Somalia, decisiones que podrían generar más víctimas civiles y alborotos locales en países donde Estados Unidos no está formalmente desplegado. Los comandantes militares han subrayado que no ha habido cambio en su tolerancia a las bajas civiles.
Mientras Mattis se prepara para enviar unas 5.000 tropas adicionales a Afganistán, el comandante en jefe no necesitará estar en la foto. Aunque ya fue informado del propósito de enviar tropas adicionales, Trump —quien durante su campaña se opuso a la “construcción de la nación” y la profundización de la huella militar estadounidense en el extranjero— le dejó el poder final a Mattis, distanciándose de una decisión que pudiera generar más víctimas y resultar políticamente impopular.
Bajo los gobiernos de los presidentes George W. Bush y Barack Obama, las decisiones de enviar más tropas salían directamente desde la Casa Blanca.
“Creo que hay algunas preocupaciones legítimas de las que él se está distanciando”, dijo John Kirby, un funcionario militar retirado que sirvió como portavoz del Pentágono durante el gobierno de Obama.
Kirby, que dice que cree que hay méritos al darle a los militares más libertad, dijo que le preocupa que las decisiones del gobierno de Trump representen una “contrareacción” a la participación de Obama en la toma de decisiones militares.
“Esto podría ser potencialmente una sobrecorrección”, dijo Kirby, que ahora es analista militar y diplomático de CNN.
David Rothkopf, un ex funcionario del gobierno Clinton que ha escrito de manera extensa sobre el proceso de toma de decisiones de seguridad nacional en la Casa Blanca, dijo que las medidas de Trump de delegar los niveles de las tropas son “una ruptura, esencialmente, de la historia moderna”.
Rothkopf agregó que las medidas del gobierno Trump para disminuir la participación del Consejo de Seguridad Nacional y devolver el poder al Pentágono son “contrahistóricos”.
Mientras que las medidas Trump de darle al Pentágono más autoridad han puesto cierta distancia entre el Presidente y algunas decisiones militares, el mandatario no podrá escapar por completo de las consecuencias de esas decisiones.
Allen, el general retirado de cuatro estrellas que alabó la flexibilidad militar de Trump dijo que el presidente “no puede esquivar la culpabilidad y la responsabilidad”.
“Él sigue siendo aún el comandante en jefe y todavía se le hará responsable”, puntualizó Allen.