El puente de Waterloo, de Claude Monet, es una de las obras halladas en el apartamento del hijo del coleccionista Hildebrand Gurlitt, en 2012.

(CNN) – El hallazgo de más de 1.400 obras de arte en un apartamento en mal estado en Munich (Alemania), en 2012, sorprendió al mundo.

La enorme colección fue descubierta en la casa de Cornelius Gurlitt, el hijo de Hildebrand Gurlitt, un coleccionista de arte que trabajó para los nazis. Los expertos creen que muchas de las pinturas, dibujos y esculturas que encontraron –incluidas obras de Claude Monet, Pablo Picasso y August Rodin– fueron robadas por los nazis a coleccionistas y comerciantes de arte judíos, antes y durante la Segunda Guerra Mundial.

Esta semana, más de 400 de esas obras serán exhibidas por primera vez en dos lugares distintos: la Bundeskunsthalle en Bonn (Alemania) y el Kunstmuseum en Berna (Suiza).

Las obras serán expuestas junto con imágenes históricas y material de archivo, para arrojar una nueva luz sobre un periodo oscuro en la historia de Alemania.

“Tenemos un enfoque histórico y un enfoque histórico del arte y también un enfoque moral”, le dijo a CNN Rein Wolfs, uno de los curadores de la exposición en Bonn. “El sistema nazi de robo de arte jugó un papel muy importante… para Hitler, el arte tenía el carisma de ser eterno y de no desaparecer. Pase lo que pase en la historia, el arte permanecerá”.

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'Zandvoort Strandcafe' (El café de la playa Zandvoort, de Max Beckmann (1934), es una de las obras que serán expuestas por primera vez.

Una época de engaños

Durante las décadas de 1930 y 1940, miles de obras de arte fueron robadas a familias judías por el régimen nazi, o fueron vendidas por una ínfima fracción de su valor real mientras sus dueños trataban de huir por la persecución del nazismo.

Investigadores pagados por el gobierno alemán han trabajado durante varios años para rastrear la procedencia de cientos de obras de arte del tesoro de Gurlitt. Pero debido a que muchas obras se vendieron sin papeles, pago de impuestos ni licencias de exportación, es muy difícil encontrar sus orígenes.

“Fue una época de engaños”, dice Andrea Baresel-Brand, quien ha liderado el proyecto para rastrear la procedencia del tesoro de Gurlitt desde enero del 2016. “Comerciantes como Gurlitt ocultaron el camino tomado por esas obras de arte”. Ella y su equipo están buscando el origen de 735 de las piezas descubiertas en el apartamento de Gurlitt.

Wolfs espera que las exposiciones lleven a una oleada de nuevas reclamaciones de personas que reconocen esas obras como robadas.

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El puente de Waterloo, de Claude Monet, es una de las obras halladas en el apartamento del hijo del coleccionista Hildebrand Gurlitt, en 2012.

Una ‘inquietante sensación de felicidad’

En 2013, CNN habló con el primo de Cornelius Gurlitt, Ekkehart, quien describió a Cornelius como un “vaquero solitario” e insistió en que la familia no sabía del enorme tesoro artístico que Gurlitt escondía en su apartamento.

Las autoridades alemanas tampoco eran conscientes de ello, hasta que allanaron la casa de Gurlitt durante una investigación por evasión de impuestos, a principios del 2012.

Antes del hallazgo, se creía que muchas de esas obras de arte se habían perdido o destruido, mientras que otras eran completamente desconocidas para el mundo del arte. En ese momento, los expertos dijeron que el valor del tesoro encontrado “era tan alto, que no podía ser calculado”.

La colección fue confiscada, pero las obras que no se sospechaba habían sido robadas fueron devueltas a Gurlitt. Solo un mes después, él murió y dejó esas obras maestras en el Kunstmuseum de Berna.

“Pararse frente a esas obras, que durante mucho tiempo se pensó que estaban perdidas o habían sido destruidas, y verlas en una condición relativamente buena, en parte un poco sucias, pero no dañadas, le da a uno una inquietante sensación de felicidad”, le dijo a CNN la historiadora de arte Meike Hoffmann, poco después de que se hizo público el descubrimiento.

Ahora no solo los historiadores podrán experimentar esa sensación.