(CNN) – Devin Patrick Kelley, el hombre que abrió fuego en una iglesia de Texas y asesinó a 26 personas, decía comprar animales en Craiglist con la única intención de matarlos, según le relató a CNN una de sus excolegas en la Fuerza Aérea.
Jessika Edwards aseguró que trabajó con Kelley entre 2010 y 2012, en la Base de la Fuerza Aérea de Holloman en Nuevo México. Según ella, él le reveló que estaba “usando los perros para prácticas de tiro al blanco”.
La macabra confesión ocurrió a través de los mensajes en Facebook que los dos empezaron a enviarse en 2014, después de que volvieran a contactarse en su vida como civiles, indicó Edwards. Aunque ella no puede saber si Kelley le decía la verdad, el extraño comportamiento fue suficiente para que decidiera dejar de comunicarse con él.
Edwards sostuvo que Kelley también exhibía una fascinación por los asesinatos masivos, mientras estuvo en la Fuerza Aérea.
“Él bromeaba acerca de querer matar a alguien”, recordó Edwards. “Y nosotros le decíamos: ‘espera, eso no es gracioso’”.
La obsesión era tan marcada, detalló la mujer, que cuando Kelley fue reprendido por su bajo desempeño ella misma les pidió a sus superiores que “retrocedieran o él dispararía por todo el lugar”.
Una fuente policial cercana a la investigación sobre la masacre en Texas le confirmó a CNN que el FBI había entrevistado a Edwards por sus interacciones con el atacante.
“Problema tras problema”
“Él siempre estaba metiéndose en problemas”, señaló Edwards sobre Kelley. “Era problema tras problema”, insistió.
En 2012, un tribunal militar juzgó y condenó a Kelley por agredir a su esposa e hijastro. De acuerdo con Edwards, esos problemas domésticos se desbordaron en el trabajo y Kelley llegaría deprimido y desenfocado.
“Él amenazó con suicidarse en una ocasión si yo no lo dejaba ir a ver a un capellán”, narró Edwards. Como una sargento de personal, ella dijo que supervisaba a Kelley.
La Fuerza Aérea le confirmó a CNN que Edwards estaba en la Base de Holloman en el mismo momento que Kelley, pero no corroboró si ella trabajó con él.
Edwards también dijo que “todo lo que se podía hacer” por Kelley “se hizo”. Además de sesiones regulares con un capellán, explicó, los oficiales de la Fuerza Aérea lo remitieron a la oficina de salud mental.
En los días posteriores a la masacre ocurrida en Texas, la Fuerza Aérea ha sido criticada por no notificar debidamente a las autoridades federales sobre la condena contra Kelley. Si las diversas agencias de seguridad hubieran estado al tanto, al atacante se le habría prohibido comprar legalmente el arma que usó en el tiroteo masivo de Sutherland Springs, Texas.
Kelley alababa a Dylan Roof
Después de que Kelley cumpliera su condena en prisión por las agresiones y fuera retirado de la Fuerza Aérea, Edwards indicó él que la contactó por Facebook para que ella fuera una referencia de trabajo.
“Yo quería ayudarlo y realmente deseaba que tuviera éxito”, manifestó Edwards, quien para ese momento también estaba fuera de servicio.
Pero sus conversaciones hacían que ella se sintiera cada vez más incómoda. En un punto, afirmó Edwards, Kelley alabó a Dylan Roof, el hombre que entró a una iglesia de la comunidad negra en Carolina del Sur y asesinó a nueve personas en junio de 2015.
“Él me dijo: ‘¿No es genial? ¿Viste las noticias?’”, recordó Edwards. “También señalaría que deseaba tener el valor para hacerlo, pero que todo lo que podía hacer era matar animales”, añadió la excolega del atacante de Texas.
En 2014, Kelley fue acusado de golpear a un perro en Colorado. Inicialmente se declaró culpable de crueldad animal, pero el caso fue desestimado luego de que pagara las multas, según lo registran documentos judiciales.
“Sientes que hemos fallado”
Después del tiroteo en Texas este domingo, Edwards recibió el mensaje de texto de un amigo: “Jessika, fue Kelley. El atacante”.
“Dejé caer un vaso y empecé a llorar”, relató la mujer.
Aunque ella siente que hizo todo lo que pudo por Kelley –él una vez le agradeció por “cuidarle la espalda–, también dice que ha estado pensando en esos mensajes de Facebook.
Después de suspender la comunicación con Kelley, Edwards borró sus conversaciones e ignoró la experiencia pensando que él estaba “hablando raro como siempre lo hizo”.
“En la mente de una persona sensata, cuando la gente dice cosas así no piensas que es algo que van a hacer”, añadió.
Tras el tiroteo, Edwards le contó al FBI sobre los mensajes con la esperanza de que puedan ser recuperados de la cuenta en Facebook de Kelley.
Antes de bloquear del todo a Kelley en Facebook, Edwards aseguró que ella le dio su número de teléfono y le explicó que si “se encontraba en un estado mental en el que iba a lastimarse a sí mismo o a alguien más”, la llamara.
Edwards también aclaró que le dijo eso “porque en un momento dado me aseguró que yo era una de las pocas personas… con las que podía hablar y eso lo hizo sentir tranquilo”.
Su teléfono nunca sonó.
“Es triste porque te sientes como si hubiéramos fallado”, reconoció Edwards. “Pero en realidad hicimos todo lo que pudimos hacer”, concluyó.
Jessica Schneider y Ryan Browne contribuyeron a este informe.