(CNN) – El museo Edo-Tokio, que emula un tipo clásico de bodega elevada, es un edificio de por sí impresionante a plena luz del día, sin filtros.
Sin embargo, en plena noche y en manos del fotógrafo australiano Tom Blachford se vuelve una megaestructura distópica de un futuro distante; su apariencia cavernosa se intensifica gracias a un místico tono azuloso.
Las fotos hacen parte de una serie sobre Tokio, titulada Nihon Noir en honor al género cinematográfico Neon-noir que inspira su estética. “El clásico trascendental Blade Runner fue una gran inspiración, no solo para el color, sino para la estética y el enfoque”, dijo Blachford en una entrevista por correo electrónico. Agrega que otra influencia es Nicholas Winding-Refn, director de Drive y Only God Forgives.
“Hubo mucha posproducción para lograr traducir el sentimiento que quería. Quise dejar atrás el resplandor anaranjado del tungsteno y eliminar toda sensación de luz natural o blanca. Los tonos tenían que ser fríos, teñidos de neón, porque para mí la luz de la noche en la ciudad se siente así”.
Rogar y negociar
Entre los edificios fotografiados está uno de los favoritos de los apasionados de la arquitectura de todo el mundo: la torre de cápsulas de Nakagin, de Kisho Kurokawa. La torre, que se construyó en un mes en 1972, es un raro ejemplo del metabolismo japonés, una corriente arquitectónica que se inspira en el crecimiento biológico.
La torre se compone de 140 cápsulas independientes o “células residenciales” diseñadas para quitarse individualmente para darles mantenimiento o reemplazarlas. Sin embargo, eso nunca se hizo y ahora la torre está prácticamente abandonada, cubierta de redes que impiden que los escombros caigan a la calle. En la entrada del edificio hay grandes letreros que advierten a los exploradores urbanos que si intentan entrar, alguien llamará a las autoridades.
Es casi imposible lograr una toma de frente de la torre, que se sitúa en un recodo muy cerrado, muy cerca de la calle y frente a un paso elevado. ¿Cómo lo logró Blachford?
“Llegué al lugar y me encontré con que todas los ángulos desde la calle, los puentes peatonales circundantes y los pasos elevados eran decepcionantes o los arruinaban los reflejos de las luminarias. Noté que había un equipo de mantenimiento reparando unos cables en la parte inferior de una autopista. Rogando un poco y negociando otro tanto, logré convencer a todo el equipo de que dejaran de hacer lo que estaban haciendo, que levantaran los soportes hidráulicos de su grúa y que la pusieran en la posición perfecta para que yo pudiera quedar frente al edificio.
Me colocaron un arnés, me subieron y unos minutos más tarde, estaba a 20 metros de altura, en la posición perfecta para fotografiar la torre. La toma resultante es una de mis favoritas entre todas las que he tomado”.
Tange-San
La serie se define por los diseños de Kenzo Tange, arquitecto ganador del premio Pritzker, fundador del metabolismo japonés y mentor de Kurokawa. En la serie hay dos de sus edificios de Tokio: el Centro de Prensa y Transmisión de Shizuoka, en el elegante distrito de Ginza, y las oficinas de Fuji TV, en la isla de Odaiba.
Blachford dijo que además del movimiento metabolista, le interesan los edificios creados en la era posmoderna de la década de 1990, así como las imágenes de las calles más estrechas que encarnan la atmósfera ciberpunk de Tokio.
Las fotos se tomaron a lo largo de una semana. “Fue una sesión agotadora. Trabajábamos de las nueve de la noche a las cinco de la mañana durante seis noches seguidas; usualmente caminábamos 20 kilómetros o más por noche. Creo que hice alrededor de 150 tomas, que reduje a la serie final de 15 imágenes”.
Aunque la mayoría de los edificios de la serie tienen al menos 20 años de antigüedad, capturan la esencia futurista de la ciudad. Blachford argumenta que quiere que el espectador no se pregunte “en dónde” está, sino “cuándo”.
“La sensación que me invadió cuando fui a Tokio por primera vez fue que me habían transportado a un universo paralelo avanzado. Quería que las imágenes transmitieran esa sensación”.