(CNN) – La investigación sobre la trama rusa de Robert Mueller se acerca cada día más al presidente Donald Trump, pero cuando se trata peligro legal, el presidente tiene mucho más de qué preocuparse que solo del fiscal especial.
Trump enfrenta ahora una litigación dramática de triple cañón que involucra una actriz porno, una celebridad de un programa de telerrealidad y una exmodelo Playboy que promete nuevas acusaciones embarazosas.
El presidente ha mostrado una capacidad casi metafísica para escapar de escándalos que podrían czondenar a cualquier político normal, y se puede asumir que puede pasar por alto sus más recientes controversias sin incurrir en un daño político serio.
Pero los rígidos procedimientos del sistema legal pueden demostrar ser menos flexibles a la conducta del presidente para destruir las convenciones.
Aunque aún debe establecerse si alguno de esos casos tiene mérito, su sola existencia es una mala noticia para Trump, ya que ellas podrían enredarlo en años de litigación, llevarlo a la revelación de documentos y evidencia que él preferiría mantener en privado, convencer a otras mujeres que creen que tienen un caso para ir a los tribunales y forzar al presidente a disposiciones con las que se arriesgaría a cometer perjurio si no fue completamente sincero.
“Otro frente legal se está abriendo contra él y uno que va a ser —de alguna manera, al menos hasta que Mueller revele su reporte o lo que sea que finalmente haga— mucho más público que la investigación del fiscal especial”, dice Tom Spiggle, exasistente del fiscal federal que ahora dirige una firma de abogados con sede en Virginia.
Para la mayoría de las personas, enfrentar demandas simultáneas, especialmente respecto a acusaciones sexuales, sería su peor pesadilla. Pero Trump no es ajeno al combate legal, ya que inició o fue parte de cientos de demandas mientras vivía su vida bajo la luz de los tabloides.
Sin embargo, a juzgar por los vigorosos intentos que sus abogados han hecho para suprimir los casos en su contra, hay una preocupación considerable en el campo de Trump de que la espesa jungla legal que lo atrapa podría tener un alto costo político o legal.
Los duelos legales prolongados que dominan el cubrimiento noticioso no pueden soltar el control de Trump sobre su leal base. Pero podrían debilitarlo en las mujeres blancas que votan en distritos suburbanos, que serán cruciales en la elecciones intermedias. También es posible que la conexión de Trump que es de alguna manera incongruente con los votantes evangélicos, esencial en su coalición, podría caer bajo presión. Y tal vez los votantes simplemente se cansarán del drama legal constante y sórdido.
Y el potencial peligro político se profundiza cuanto más se demoran los casos civiles contra el presidente.
Los casos contra el presidente
La demanda civil de más alto perfil contra Trump fue interpuesta por Stormy Daniels, una estrella de películas para adultos que está tratando de invalidar un acuerdo de no divulgación que le prohíbe hablar sobre una supuesta aventura con con el magnate de bienes raíces hace más de una década.
En otro caso, Summer Zervos, una exconcursante de The Apprentice denunció al presidente por difamación luego de que él criticara fuertemente sus acusaciones de que él la había besado y manoseado sin su consentimiento en 2007.
Y en un tercer caso, la exmodelo Playboy Karen McDougal denunció a American Media Inc., la compañía que según ella no publicó su romance de 10 meses con Donald Trump en una maniobra sensacionalista conocida como “atrapar y matar”. El contrato, según el The Wall Street Journal, no exigía que The National Enquirer publicara la historia y sí exigía el silencio de McDougal.
La compañía le dijo a CNN en un comunicado que McDougal “ha estado libre para responder a las preguntas de la prensa sobre su relación con el presidente Trump desde 2016” y que American Media no la ha “silenciado”.
Trump ha negado las acusaciones en los tres casos.
Las constantes revelaciones sobre la historia personal del presidente y los crecientes desafíos judiciales sugieren que el nuevo frente en las guerras legales de Trump será una gran distracción para su presidencia en los próximos meses.
El precedente Clinton
Después de todo, hay un precedente de un presidente que mientras testificaba bajo juramento dio detalles en su contra sobre eventos que ocurrieron antes de que se posesionara.
El presidente Bill Clinton abrió la puerta a la destitución cuando mintió bajo juramento sobre su relación con la pasante de la Casa Blanca Monica Lewinsky mientras testificaba en una demanda por acoso sexual interpuesta por Paula Jones.
Fue el precedente de ese mismo caso con el que la jueza de la Corte Suprema de Nueva York, Jennifer Schecter, le permitió a Zervos seguir su acción contra Trump, un fallo que los abogados del presidente dijeron que apelarían.
Pero en la práctica, dadas la críticas a la exasesor independiente de Clinton, Kenneth Starr, parece poco probable que el fiscal especial Mueller pueda ampliar su investigación para incluir cualquier perjurio por parte de Trump en un caso civil.