Nota del editor: Roberto Rave es politólogo con especialización y posgrado en negocios internacionales y comercio exterior de la Universidad Externado de Colombia y la Universidad Columbia de Nueva York. Con estudios en Management de la Universidad IESE de España y candidato a MBA de la Universidad de Miami. Es columnista del diario económico colombiano La República. Fue escogido por el Instituto Internacional Republicano como uno de los 40 jóvenes líderes más influyentes del continente. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
(CNN Español) – La inestabilidad de los países latinoamericanos suscita siempre peligros que se intensifican en las jornadas electorales, algunas de ellas disfrazadas de democracia. Este año, la región tendrá 7 comicios presidenciales, pero con Brasil, México y Colombia arriesgándose a caer en la izquierda dura, esa que tanto daño les ha hecho a países como Venezuela, Cuba y Argentina, entre otros.
La polarización se ha venido tomando una región que parece vivir en la adrenalina del socialismo ejercido por la izquierda. Esta corriente ha aprovechado de manera ventajosa y populista las enormes carencias de los ciudadanos y los altos índices de corrupción. Al fin y al cabo, América Latina es, hoy por hoy, la región con más corrupción del planeta, la cual se calcula en el 5% del PIB mundial.
Según el reconocido escritor y catedrático venezolano, Arturo Uslar Pietri, “Colón descubrió a Venezuela, Bolívar la liberó y el petróleo la pudrió”. No obstante, los recursos del petróleo no necesariamente deberían podrir a los países. Está, por ejemplo, el caso ejemplar de Noruega, el cual, hacia el año 1900, era un lugar muy pobre y dependiente de la pesca, con un nivel de vida inferior al de Venezuela y Colombia. Cuando descubrieron inmensos yacimientos de petróleo, en 1969, no se dedicaron a malgastarlo, sino que lo han ahorrado en el que actualmente es el fondo más grande del mundo, superando el billón de dólares, jalonando la inversión y el desarrollo, en un marco de seguridad y estabilidad. En consecuencia, la podredumbre de Venezuela no se correlaciona sólo con el mal manejo de su bonanza petrolera, sino especialmente con sus políticas socialistas de izquierda, en las que prevalece el subsidio populista sobre el manejo sostenido y austero de la economía.
El caso de Venezuela ha generado un gran fantasma sobre procesos electorales latinoamericanos y en particular el colombiano. En ocasiones se habla de la venezolanización del país cafetero, aludiendo a la llegada de las políticas de Hugo Chávez. Al respecto, hay que mencionar que no es fácil predecir si un país replicará exactamente la situación de otro. La transferencia de políticas públicas entre países, según lo ha estudiado la ciencia política, es algo siempre de orden problemático.
Sin embargo, es claro que Colombia tiene el riesgo de caer en un gobierno que imite algunos aspectos de Venezuela, inclusive es pertinente decir que Colombia es un país mucho más vulnerable de lo que era Venezuela en 1999, cuando Chávez llegó al poder. Aunque ambos países comparten muchos rasgos comunes, Colombia ha sido históricamente más violenta. Su crónica ha estado marcada por varios episodios, como las guerras civiles del siglo XIX, entre ellas la de los 1.000 días (1899 a 1902 ) entre liberales y conservadores, que dejo alrededor de 150.000 muertos. El llamado Bogotazo y lo que de allí se derivó hasta el Frente Nacional. Más recientemente, la historia de las guerrillas marxistas, de las grandes estructuras mafiosas, de los paramilitares y, en general, de la violencia atroz del narcotráfico y todo el ecosistema ilegal que se creó, tuvo un costo muy alto en todos los órdenes. Irónicamente, luego del proceso con las FARC, firmado por el presidente Santos, según informes de la DEA, los cultivos de coca han aumentado a casi 188.000 hectáreas y el 92% de la droga incautada en Estados Unidos es Colombiana.
Además de esto, según la Agencia de Información sobre Energía de Estados Unidos (Energy Information Administration), Venezuela cuenta con una de las mayores reservas de petróleo del mundo, alrededor de 298.000 millones de barriles, casi 8 veces las reservas de Estados Unidos y superior también a las de países como Rusia e Irán.
Esto facilitó la creación desbordada de subsidios por parte del dictador Chávez, quien engañó a un pueblo que hoy aguanta hambre. Por su parte, Colombia carece de esta fortaleza económica, es decir, la política de subsidios propuesta por candidatos como Gustavo Petro, sería insostenible en pocos años y el país llegaría a un fondo más profundo que el de Venezuela y en menor tiempo.
Además, en términos económicos, la historia del país del “Bolívar Soberano”, como llama Nicolás Maduro a la nueva moneda de su país, ha sido más abierta al mundo, debido a que grandes migraciones de europeos llegaron a este país huyendo de las guerras y la pobreza que los azotaba. Fue por esta apertura y por sus fuertes nexos con Estados Unidos y Europa que muchos de los grandes empresarios venezolanos lograron salir fácil del país con sus capitales, en la medida en que se consolidaba la dictadura socialista de Chávez y compañía. Por el contrario, Colombia se ha caracterizado por una economía CEPALINA, relativamente cerrada al mundo, pues su tímido proceso de apertura apenas tiene un par de décadas. En general, la cultura del empresariado colombiano es más local y tienden a mantener la mayoría de sus inversiones dentro del país, apenas unos cuantos han ido realizando adquisiciones internacionales. Es por esto que sus patrimonios varían tanto con los movimientos del dólar.
El peligro de la izquierda socialista es real y, en Colombia, lo encarnan personajes como el candidato Gustavo Petro, quien mantiene un áspero y combativo discurso de lucha de clases y de subsidios y promesas incumplibles, que cala entre muchos incautos y jóvenes idealistas. En una reciente entrevista realizada por el periodista, Jorge Ramos, se le preguntó al candidato Petro si Hugo Chávez era o no para él un dictador. A lo que se limitó a responder que había sido elegido democráticamente. El mismo Petro, en un tuit del 13 de marzo del 2013, afirmó lo siguiente: “Viviste en los tiempos de Chávez y quizá pensaste que era un gran payaso. Te engañaste. Viviste los tiempos de un gran líder latinoamericano”.
Aunque pretenda ahora ocultarlo o disimularlo, Petro siempre fue, en general, un simpatizante del modelo chavista. Si llegara a ganar la presidencia, no creo que llegue a convertir a Colombia en un desastre igual al de Venezuela, la llevará, a una mayor velocidad, a algo mucho peor, por la combinación de una violencia crónica en el campo, con fuga de capitales, división social, auge del narcotráfico, políticas socialistas ruinosas, fragilidad institucional y un ambiente internacional hostil. Hay que impedirlo, antes de que sea demasiado tarde.