(CNN) – El presidente de Francia, Enmanuel Macron, quiere que el mundo aproveche este momento. Tras el ataque a Siria del viernes por la noche, demanda un esfuerzo concertado para resucitar el proceso de paz internacional, visto por última vez en 2016.
Los ataques en sí mismos no iban encaminados a un cambio en el régimen o a forzar a Assad a negociar, sino de impedir el uso de armas químicas por parte del régimen de Assad, que sigue siendo libre de matar a los sirios con métodos convencionales.
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Tal y como dice David Miliband, presidente ejecutivo del Comité Internacional de Rescate, el ataque “se convertirá en una nota histórica a menos que se corresponda con una ofensiva diplomática de carácter sostenido y serio”.
Hablando con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, el viernes, Macron dijo que la prioridad debía ser “iniciar negociaciones lo antes posible en un proceso político creíble e inclusivo”, según un comunicado del Palacio del Elíseo. Se trata de un mensaje que él repitió al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y al líder turco, Recep Tayyip Erdogan, después del ataque.
Estados Unidos y Rusia
Para que ocurra cualquier tipo de diplomacia, la espiral descendente de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia debe ser detenida. En una entrevista con Fox News el domingo, la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, dijo que había “múltiples problemas que tenemos con Rusia en este momento”. Además adelantó que vendrían más sanciones esta semana.
En una amplia gama de cuestiones, desde el control de armas hasta las expulsiones mutuas de diplomáticos después del envenenamiento del exespía ruso Sergei Skripal y su hija en Reino Unido y el tema de la injerencia rusa en la campaña electoral de 2016, las relaciones están en su peor momento durante décadas. Las duras sanciones impuestas por Washington contra los miembros del círculo interno de Putin este mes han agravado la crisis.
Pero después de tres años de compromiso militar, Rusia no renunciará fácilmente a sus victorias en Siria, victorias diseñadas para demostrar que todavía es una gran potencia y un aliado efectivo, así como también darle un punto de apoyo en el Mediterráneo.
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Buscando un plan para Estados Unidos
La política de Estados Unidos hacia Siria es incoherente. Poco antes de ser despedido, el secretario de Estado, Rex Tillerson, reservó 200 millones de dólares para estabilizar el norte de Siria, donde milicias lideradas por kurdos que derrotaron a ISIS cuentan con el respaldo de unas 2.000 tropas estadounidenses. Había planes para crear una fuerza de protección fronteriza de 30.000 personas.
El presidente Trump luego congeló los 200 millones y dijo que quería las fuerzas estadounidenses fuera del norte de Siria “muy pronto. Deje que las otras personas se encarguen de eso ahora”, dijo en una declaración en marzo.
Pero una retirada unilateral de Estados Unidos dejaría a los kurdos vulnerables al régimen, los iraníes y los turcos. Los restos de ISIS detectarán oportunidades en el caos.
Otros funcionarios estadounidenses, incluido Haley, han tratado de calmar las conversaciones sobre una retirada, pero Assad puede entender que si espera lo suficiente, Estados Unidos perderá interés. Después de todo, Trump dijo el viernes: “Ninguna cantidad de sangre o tesoro estadounidense puede producir paz y seguridad duraderas en Medio Oriente”.
¿Por qué, entonces, hacer concesiones? “Esperar a los enemigos poco entusiastas es una herramienta clave de supervivencia de Assad”, dice Faysal Itani, miembro sénior del Atlantic Council.
Ciertamente, no hay señales de que el régimen esté listo para discutir cualquier cosa que desafíe el poder de Assad. Y entonces la oposición política no formará parte de la mesa.
La oportunidad de Turquía
Turquía puede ser parte de la “tríada” con Irán y Rusia, pero está yendo por su propio camino en el norte de Siria, consolidando su influencia en una gran moneda de cambio para el futuro. Sus tropas ya ocupan Afrin, una zona mixta árabe-kurda y está contemplando nuevas incursiones contra la milicia kurda, la YPG, que ha trabajado con Estados Unidos contra el ISIS. El presidente Erdogan ha dicho que no descansará hasta que los YPG sean expulsados de cada parte de la frontera siria. Las fuerzas turcas, para gran furia del régimen de Assad, también están en Idlib.
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Irán a las puertas
La fuerza iraní Quds ha pasado cuatro años atrincherada en Siria. El sueño del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní (del cual el Quds es parte) es un puente terrestre de influencia chiita desde Teherán hasta las costas del Mediterráneo y dentro del campo de tiro de Israel.
Para Israel, la creciente presencia de los CGRI y Hezbollah en el sur de Siria es alarmante. Ya ha llevado a cabo ataques aéreos en objetivos relacionados con Irán, incluyendo la base cercana a Homs desde la que supuestamente se envió un dron armado al espacio aéreo israelí en febrero. En respuesta a esto, el líder de la milicia chií libanesa Hezbollah, estrechamente alineada con Irán, advirtió que Israel había cometido un “error histórico” que la llevaría “al combate directo con los iraníes”.
A menos que Rusia pueda ser persuadida de restringir el CGRI e incluso enviar a algunos de sus milicianos a su hogar, existe la posibilidad real de que Israel sea arrastrado mucho más profundamente al conflicto sirio.
La próxima matanza
Luego está la determinación del régimen de Assad de recuperar más territorio sirio, específicamente Idlib, el último bastión de los grupos islamistas radicales, pero también hogar de dos millones de sirios, más de la mitad de ellos desplazados de otras partes del país.
Sin un proceso de paz revivido, la guerra de Siria será reimpulsada por todos estos intereses en competencia (no sirios). Más que nunca, será una caja de arena para una batalla entre poderes externos.
¿Esperanzas?
¿Qué incentivos hay para prevenir el próximo episodio de la pesadilla de Siria? En primer lugar, Rusia no quiere quedar encajada apuntalando un estado roto y no tiene los recursos para embarcarse en su reconstrucción. Tampoco quiere verse atrapada en una guerra caliente entre Israel e Irán.
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Assad, en algún momento, querrá restablecer la soberanía sobre el 20% del territorio sirio controlado por los kurdos (con el apoyo de Estados Unidos por el momento).
En Moscú, París y Washington también se reconoce que el deterioro de Siria dará a Estado Islámico y otros grupos yihadistas nuevas oportunidades, y podría crear otro éxodo de refugiados.
Pero primero tiene que haber una estrategia para terminar con el horror. En este momento, EE.UU. no parece tener una.
Además, todos los caminos a Damasco pasan por Moscú. ¿Se puede persuadir a Vladimir Putin de impulsar a Assad hacia negociaciones significativas y persuadir a los iraníes para que lo enfríen? ¿Podría obligar a Turquía a abandonar el norte de Siria y bajo qué condiciones? ¿Y qué podría querer él a cambio?
– Saskya Vandoorne, de CNN, contribuyó a este reporte desde París.