Nota del editor: Einat Lev, vulcanólogo, es profesor asistente de investigación en el Observatorio Lamont-Doherty en la Universidad de Columbia. Su investigación se centra en cómo la lava fluye en diferentes volcanes, incluso en Hawai. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivas del autor.
(CNN) – El volcán más activo de la Tierra ha capturado nuestra fascinación de nuevo. Sin mencionar nuestro temor y respeto: 1.700 personas tuvieron que huir de sus hogares cuando la lava abrió la superficie cerca de su comunidad este jueves y viernes. Parece que continuará en actividad este fin de semana, con fuertes terremotos de hasta una magnitud preliminar muy inusual de 6,9, apertura de grietas en la superficie y nuevas aperturas de ventilación dentro de áreas residenciales.
El volcán Kilauea, en la Isla Grande de Hawai, ha estado haciendo erupción continuamente desde 1983. La mayoría de las veces, la lava fluye hacia el sur, sin amenazar a nadie. Pero ocasionalmente va en una dirección diferente.
Esto es lo que ahora sucedió. Y afortunadamente, nadie resultó herido, dicen las autoridades.
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Una erupción como esta, donde la fisura tiene una dirección, inevitablemente amplía el factor de riesgo que corren las personas que eligen vivir en un volcán activo. Los residentes locales probablemente digan que vale la pena arriesgarse: por la calidad de vida, la lejanía, la belleza, la comunidad (con espíritu aloha), las vistas. Es, después de todo, Hawai.
Además, en Hawai, como en muchas partes del mundo con volcanes, los beneficios —suelos ricos para la agricultura, la presencia de depósitos minerales y la energía geotérmica— hacen que permanecer cerca de los volcanes sea atractivo.
Y los volcanes, a diferencia de muchos otros peligros naturales, generalmente dan pistas sobre lo que viene. Como en esta ocasión.
Durante las últimas tres semanas, los científicos han observado de cerca las señales de una mayor actividad del Kilauea. Los instrumentos y satélites terrestres detectaron cientos de pequeños terremotos bajo el volcán e inclinaciones del suelo, lo que indica que el volcán se estaba inflando con un nuevo lote de magma que ingresa a su sistema de ductos desde las profundidades de la tierra.
El lago de lava en la cumbre se ha elevado a su nivel más alto de todos los tiempos: en su apogeo se derramó en el piso del cráter, cubriendo dos tercios de él con lava fresca.
Entonces, estaba claro que algo estaba a punto de suceder. ¿Pero qué?
Durante un tiempo, la principal preocupación se centró en el lago de la cumbre, dentro del cráter Halema’uma’u, que los casi 2 millones de turistas que visitan el Parque Nacional de los Volcanes de Hawai cada año pueden ver desde el centro de visitantes. Las altas emisiones de dióxido de azufre y la posibilidad de una explosión provocada por las rocas que caen al lago podrían poner a los visitantes del parque en un ligero mayor riesgo de estar expuestos al aire tóxico y a la ceniza volcánica.
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Pero entonces los signos cambiaron para indicar que el magma estaba viajando, yendo en realidad a la Zona Este. Los terremotos bajo Puu Oo, el respiradero principal activo en la Zona ste desde la década de 1980, aumentaron considerablemente.
Y los terremotos no se detuvieron, siguieron avanzando hacia el este, pasaron por la carretera principal y científicos e ingenieros civiles (y residentes) se preocuparon de que pudiera haber una erupción cerca de las comunidades. El Servicio Geológico de Estados Unidos, al igual que los residentes a lo largo de la Zona Este, entraron en alerta máxima.
Cuando el magma finalmente llegó a la superficie, cortando una grieta de aproximadamente 140 metros, la lava se formó en Leilani Estates, donde viven unas 1.700 personas, y formaron varios pequeños flujos a lo largo de los bordes de la grieta.