(CNN) – El panda gigante lleva décadas frustrando a los científicos desesperados por salvar esta especie de la extinción.
Los emblemáticos osos, nativos de China y adorados en el resto del mundo, son famosos por su dificultad para reproducirse.
Pero, tras años enteros de pruebas y errores, las cosas ya empezaron a cambiar. La población de pandas salvajes está aumentando y, recientemente, la especie fue retirada de la lista de animales en peligro de extinción. Todo en parte gracias a los esfuerzos de los ecologistas chinos.
“En cierto modo, ellos descifraron el código”, señaló la fotógrafa Ami Vitale, cuyo nuevo libro “Panda Love” (“Amor Panda”) documenta los esfuerzos del país para reproducir pandas en cautiverio y liberarlos en su hábitat.
Vitale, una fotógrafa de la revista National Geographic, logró un acceso sin precedentes a las instalaciones chinas dedicadas a salvar a los pandas. Allí, los cuidadores visten trajes de estos osos, que además están rociados con orina y heces del animal para enmascarar el aroma humano.
“Superficialmente, parece algo muy divertido, pero también es un trabajo muy serio”, indicó Vitale.
La idea es limitar al máximo la cercanía de los osos con los humanos, para que los pandas puedan acondicionarse a sobrevivir en la naturaleza.
Aún así, lograr que se reproduzcan continúa siendo una tarea muy difícil, independientemente de que sea a través de inseminación artificial o natural. Pero los científicos descubrieron dos cosas realmente importantes, anticipó Vitale.
“Una es que las hembras solo tienen entre 24 y 72 horas al año para quedar embarazadas. Eso es todo. Entonces, su gama de oportunidad es realmente pequeña”, explicó. “Y lo segundo es que ellos necesitan darles opciones”.
No puedes simplemente poner a un panda macho con una hembra fértil en un recinto y esperar que la magia ocurra. Ellas también están buscando a ese alguien especial y a menudo tiene que ver con el olor.
“Ellos sacan a la hembra del recinto y después ponen al macho adentro”, relató Vitale. “Y él, literalmente, se parará de manos y orinará sobre los árboles, de manera que el olor alcance la altura de la nariz de ella. Si a la hembra le gusta (el olor), entonces la pondrán junto al macho en un recinto diferente, para que puedan olerse mutuamente”.
La inseminación artificial es algo común en las instalaciones que Vitale observó. Los endocrinólogos monitorean las hormonas de la hembra para saber cuándo está ovulando y, en algunas ocasiones, usan el esperma de dos machos para tratar de conseguir el objetivo.
Cuando el proceso es exitoso, cerca de la mitad de los nacimientos de panda son gemelos, indicó Vitale.
Pero las mamás panda solo pueden cuidar de un cachorro a la vez y estas criaturas ciegas y calvas necesitas atención constante en los primeros días.
Si estuvieran en el medio silvestre, la madre simplemente escogería al más fuerte y dejaría morir al débil. Sin embargo, como cada osezno es tan importante en este momento, los ecologistas en China idearon un complejo sistema de intercambio: una niñera humana cuida a uno de los bebés panda por la mitad del tiempo y después lo cambia por el otro cachorro.
Cuando los cachorros nacen, cada paso de su desarrollo es cuidadosamente monitoreado. A medida que crecen y aprenden las habilidades que necesitan para sobrevivir en su hábitat, se van moviendo a recintos más grandes y más naturales. Eso sí, únicamente cuando se considera que están listos.
“Ellos tienen que pasar una serie de pruebas. Por ejemplo, ¿pueden quitar sanguijuelas?, ¿pueden encontrar el mejor bambú?, ¿huyen de los depredadores? Deben enfrentar todos estos pequeños exámenes”, indicó Vitale.
Cada reciento ha sido bautizado con el nombre de una universidad por Zhang Hemin, director del Centro de Conservación e Investigación de China para el Panda Gigante. Él ha denominado la etapa final como Harvard. Si los osos pasan todas las pruebas en Harvard, entonces están listos para graduarse en el mundo real.
Mientras fotografiaba a los pandas dentro de las instalaciones y en su hábitat natural, Vitale siempre se preocupó por respetar su bienestar. Y pasó horas dentro de los olorosos trajes esperando una buena imagen para capturar.
“Las pocas veces que me permitieron cargar a un panda bebé, literalmente pensé que iba a morir por sobredosis de ternura”, confesó. “Hay algo con los pandas bebé. Estoy segura de que libera esos mismos químicos que dicen se producen cuando miras a tu propio bebé. Es como si hubiera algo indescriptible, te enamoras”, añadió.
Pero los pandas no son tan suaves como parecen, explicó la fotógrafa. Su pelaje es grueso, huelen a perros mojados, chillan y hacen todo tipo de sonidos.
Y, por más tiernos que parezcan, siguen siendo osos, como Vitale aprendió durante trabajos anteriores.
“Cuando ya tienen más de seis meses, pueden ser increíblemente dolorosos”, dijo la fotógrafa. “Tienen dientes y garras y les encanta trepar… Tengo cicatrices en mis piernas por los bebés panda que intentaron treparlas”.
En la década de 1960, apenas el 30% de los pandas que nacía en centros reproducción lograba sobrevivir. Ahora es más del 90%, gracias a los avances en conocimiento y tecnología.
El hábitat también es importante. Los pandas solo viven en unas pocas regiones montañosas de China, donde el bambú –prácticamente la dieta completa de estos animales– es abundante. Y a lo largo de los años, el desarrollo ha reducido estas áreas.
Afortunadamente, dijo Vitale, China está creando grandes proyectos de reforestación con el dinero que obtiene por alquilar pandas a zoológicos de todo el mundo. En ese sentido, se está tratando de conectar todos los corredores donde viven los pandas y así darles nuevos lugares para migrar cuando lo necesiten.
Ami Vitale es una fotógrafa de National Geographic que vive en Montana. Su nuevo libro, “Panda Love”, ya está disponible. Síguela en Facebook, Instagram y Twitter. Todas las fotos de este artículo son de ella.