Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Camilo. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) – Donald Trump lo sabía todo y se hizo el sueco. Como los cómicos del antiguo teatro romano.
Y así se mantuvo durante 18 meses, hasta que, obligado por el polvorín que él mismo encendió en la rueda de prensa con Vladimir Putin en Helsinki, se dijo y desdijo a velocidad de vértigo.
El diario The New York Times asegura que 15 días antes de tomar de posesión del cargo, la CIA, el FBI, la NSA y el Cibercomando la unidad de guerra cibernética del Pentágono—, le informaron a Trump, con pruebas documentales, de la interferencia rusa en las elecciones presidenciales en detrimento de Hillary Clinton.
Pero Trump se atrincheró en la idea de que tal cosa era imposible. ¿Por qué?
¿Por qué Trump se ha empeñado durante tanto tiempo en negar la intervención rusa en la política interna de EE.UU.?
¿Conciben ustedes un ejercicio de terquedad más escandaloso y peligroso?
¿Cómo se atrevió Trump a decir públicamente que le bastaba con la palabra de Putin, quien le habría asegurado que sus hackers jamás habían manipulado los comicios?
¿Cómo Trump fue capaz de ponerse del lado de Putin, negarse a condenar la injerencia rusa y criticar los servicios de inteligencia de Estados Unidos?
¿Por qué intenta descalificar a toda costa al fiscal especial Muller, que investiga los presuntos nexos de los servicios de inteligencia rusos con el comando de campaña de Trump?
La ambivalencia, la pusilanimidad, la altanería con que el presidente se ha movido tras el episodio de Helsinki ha propiciado un alud de críticas y acusaciones; tal vez la más tremenda sea la de John Brennan, exdirector de la CIA, que ha dicho que la actitud de Trump con Putin podría ser el equivalente de traición a la patria.
”Ningún presidente se ha humillado de forma más abyecta ante un tirano”, dijo el senador republicano John McCain. Jeff Flake, otro senador republicano dijo que jamás pensó que ”viviría para ver a un presidente estadounidense (…) culpar a Estados Unidos de una agresión de Rusia”.
Nunca digas nunca, recomendaba James Bond. Solo que esto no es una película.