(CNN) – Para aquellos que buscan entender la estrategia de Disney bajo la dirección de su presidente ejecutivo Robert Iger, solo les basta ver alrededor de los coloridos pasillos del Comic-Con: miles de personas que gastan dinero que han ganado con arduo trabajo llegando a San Diego —en algunos casos desde muy lejos— para saborear sus pasatiempos favoritos, muchos vestidos con disfraces comprados o hechos en casa.
En la última década, Disney ha seguido asiduamente un plan construido para ganar acceso a las bases más apasionadas de fanáticos, con adquisiciones multimillonarias de Pixar, Marvel y Lucasfilm. Esos acuerdos proporcionaron las bases para películas exitosas, y también mercadeo y parques temáticos, alimentando las arcas de la compañía desde diferentes frentes.
Al Comcast retirar su oferta de 65.000 millones de dólares para comprar 21st Century Fox, le dejó el camino libre a Disney para agregar esos activos a su portafolio y consolidar aún más su control sobre esas propiedades, agregando Avatar de Fox y otros títulos de Marvel —Fantastic Four y X-Men—, películas que la compañía había dejado escapar hace años cuando Marvel fue forzada a eliminar ciertos activos por dificultades financieras. (Spider-Man, la otra franquicia que se le fue, sigue afiliada de Sony).
Su enfoque orientado a los fanáticos ha posicionado a Disney como la principal puerta de acceso a la comunidad de la audiencia, un lugar con enormes beneficios —mira los resultados de la taquilla de este año de ‘Black Panther’, ‘Avengers: Infinity War’ y ‘Los Increíbles 2’— así como una variedad de dolores de cabeza (mira la reacción provocada por ‘Star Wars: El último Jedi’ y la sorprendente y decepcionante estreno de ‘Solo’).
Aún así, la filosofía rectora de Disney es difícil de discutir. Específicamente en un mundo desbordado con opciones de entretenimiento en el que no hay sustituto para poseer marcas en las que las audiencias se sientan personalmente involucradas. Eso también se relaciona directamente con el desafío de hacer que la gente pague por acceder al contenido que va desde servicios de transmisión de video hasta boletos para películas y parques temáticos.
Es revelador que Disney ya haya incursionado directamente en la explotación y en el servicio de las experiencias de los fanáticos, organizando su propia convención parecida al Comic-Con, la bienal D23 Expo, que fue nombrada por el año en que Walt Disney fundó el estudio. Disney no ha revelado las cifras de asistencia, pero el evento del año pasado atrajo a decenas de miles de espectadores al Centro de Convenciones Anaheim, no lejos de Disneylandia.
El objetivo a largo plazo de Disney está claro: sacar al intermediario del acuerdo, así eso signifique involucrar servicios de distribución como Netflix (que está armando su propia gran biblioteca de contenido) o intermediarios como el Comic-Con. Si bien cada gran jugador del mundo de los medios está adoptando una versión de ese enfoque, Disney parece tener una gran ventaja para llegar a esa meta.
Como el universo Marvel o la galaxia de Star Wars, la industria del entretenimiento y de los medios siguen llenas de amenazas imprevistas, incluso para el superequipo que Iger ha reunido. Pero Micky Mouse tiene muchos amigos muy poderosos y está a punto de tener más, lo que lo pone un paso más cerca de la meta de muchos héroes míticos o, para el caso, villanos: controlar su propio destino.