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Este peruano tiene 87 años y quiere modelar desnudo hasta la muerte
01:36 - Fuente: CNN

(CNN Español) – Rodolfo Muñoz es modelo artístico en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Perú. Su especialidad: los desnudos. Tiene 87 años. Asegura que siente más frío cuando está con ropa que cuando anda solo con una bata encima, de sala en sala. Culpa de ello a la humedad de Lima, que invade y casi congela las camisas, pantalones y medias. Lo dice con la autoridad de alguien que asegura que modela sin prendas desde los 14 años.

Cuenta Muñoz que en la década de los cuarenta del siglo XX, cuando empezó a posar desnudo (o calato, como se dice en Perú) los modelos solían ser prostitutas o “gente de mal vivir”. Él llegó por casualidad a este mundo.

CNN en Español: ¿Y cómo entró a un oficio que no era bien visto?
Rodlfo Muñoz: Yo vine a Bellas Artes por una convocatoria para bibliotecarios. Llegué, me dijeron que entre al patio interior, pero no me especificaron cuál. Fue así que llegué al patio 2 y comencé a hacer cola en una convocatoria equivocada, la de modelos.

CNN en Español: ¿Y cuándo se dio cuenta de este detalle?
Muñoz: Cuando ya me habían elegido. Llegué, me presenté, me mandaron a desnudarme y que salga en bata. Cuando salí en bata pregunté si era necesario andar sin ropa para el trabajo y me dijeron que lo tome o lo deje, y que también tenía que quitarme el calzoncillo, y así que lo hice. Me dijeron que haga una pose, luego otra, otra y otra más. Les encantó mi trabajo, tenía un buen cuerpo porque me gustaba el deporte. Y me quedé.

Rodolfo Muñoz asegura que trabaja como modelo desde los 14 años. "Yo amo lo que hago", asegura sobre el oficio en el que trabaja desde hace más de 70 años.

El artista plástico Mario Mogrovejo es exalumno y profesor de la Escuela de Bellas Arte. Muñoz posó para él en su época de estudiante y ahora posa para las clases prácticas que dicta.

“Lo del señor Muñoz es sorprendente, muchos grandes artistas peruanos lo han retratado, ha servido a muchas generaciones”, asegura Mogrovejo, quien agrega que en los inicios de Muñoz como modelo, este oficio era informal, no se guardaba registro de quienes modelaban. “Pero ahí están las pinturas, las esculturas y testimonios”, indica.

CNN en Español: ¿pero usted no quiso hacer algo más en su vida?
Muñoz: Yo entré a buscar trabajo porque quería estudiar Medicina, siempre decía en mi familia que quería ser médico para ayudar a los más pobres que nosotros. Pero de muy niño también decía que quería ser modelo: cuando pasábamos por la iglesia de mi barrio veíamos las esculturas y yo le decía a mi papá que quería ser como esas estatuas. Y él me decía “cállate, no digas esto, tú tienes que estudiar”. Así que creo que siempre, en el fondo, quise ser modelo.

CNN en Español: ¿Y no se animó por estudiar algo más?
Muñoz: Estudié aquí por tres años, los maestros me dijeron que dibujaba bien, así que empecé. Pero seguí modelando siempre, luego me iba a otras escuelas de Arte en Lima. Había dos que estaban muy cerca, así que me veías en bata por la calle, de una escuela a otra.

CNN en Español: ¿Y la Medicina?
Muñoz: Fue mi vocación, sí, pero también tenía que trabajar [llora]. Tenía que ayudar a mi mamá, a mis hermanos, a mis sobrinos.

No obstante esto, sus padres jamás supieron a qué se dedicaba su hijo Rodolfo. Murieron creyendo que era profesor.

“Todos sabían que si llegaba un familiar, debían llamarme ‘profesor Muñoz’, y un profesor me prestaba un mandil si es que tenía que salir”, detalla entre sollozos.

El señor Muñoz ha posado para muchos de los grandes artistas peruanos de los últimos 70 años. Uno de ellos fue el puneño Víctor Humareda, en el retrato de la imagen, ya fallecido.

Hablan sus “hijos, nietos y bisnietos”

Rodolfo Muñoz recorre la sede de la Escuela de Bellas Artes, una construcción colonial de techos altos y varios patios en la zona histórica de Lima, como si fuese famoso en sus pasillos. Lo es. Y también querido. No pasan diez segundos del último saludo cuando alguien más le estrecha la mano. Un alumno se ofrece a ayudarlo, otro le promete llevarle una pintura en la que fue retratado.

En 2011 sufrió una caída y tuvo que ser operado. Recuerda que exalumnos le mandaban dinero desde el extranjero para sus gastos.

Rodolfo Muñoz, en uno de los patios de la Escuela de Bellas Artes con un grupo de alumnos. "Yo los quiero, ellos me quieren", dice emocionado.

“Son mis hijos, nietos, bisnietos”, asegura Muñoz. Hablan ellos:

Christopher Timo, estudiante de Escultura: “Es más que un modelo, está empapado del arte, nos dice qué tipo de gestos hace en el modelado. Pero no solo eso, fíjate que es bastante dado a los alumnos, nos dedica más tiempo de modelado cuando lo necesitamos y todo eso lo hace de corazón”.

Maruja Granados, estudiante de Pintura: “Nos da confianza y hay una conexión en el hecho de que siempre está presto a colaborar con nosotros, para que sigamos avanzando. Los sábados no hay horario de clase, pero él viene para que podamos continuar con nuestros trabajos, mejorarlos. Lo queremos mucho al señor Muñoz”.

Carlos Chávez López, ‘Calerito’, exalumno de Bellas Artes: Si Bellas Artes en el Perú ha sido grande, para mí él representa una parte hermana de Bellas Artes, él es gran amigo de todos los que se están haciendo pintores aquí. Es parte de mi obra, como artista y como egresado.

El café es una de las bebidas favoritas de Muñoz. Él mismo lo prepara en casa antes de ir a trabajar. En la foto, en una pausa antes de seguir posando.

El amor y los records Guinness

Rodolfo Muñoz asegura que nunca se casó ni tuvo hijos, pero que una vez se enamoró perdidamente. Él tenía 18 años y ella 15. “Era una chica española hermosa, gitana, de papás comerciantes, primero fue modelo de retratos y luego comenzó a hacer de desnudos”, cuenta. Y ese cambio de rubro desencadenó el triste desenlace.

“Un día llegó su papá a pedir una llave, él ya sabía que yo era el novio, y en eso entra y la ve posando desnuda. Llegó y se la llevó entre gritos, ‘¡nos vamos, Angélica!’, y se fueron a España. Nunca más nos vimos”, dice con voz entrecortada. “Pero la reconocería en el acto si es que me la cruzara”, agrega.

Su amor más duradero, asegura, es la Escuela, adonde seguirá asistiendo “hasta la muerte, hasta que Dios me dé vida, hasta que aquí me acepten”. Antes de que ello ocurra tiene un sueño: quiere averiguar si su caso es digno de los récords Guinness. “Llevo 72 años trabajando como modelo, desde los 14 años”, cuenta mientras recoge los cojines y tacos de madera que emplea para posar.

Rodolfo Muñoz muestra un dibujo para el que sirvió de modelo. Su autor, un alumno, se lo regaló.