Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Camilo. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) – No es del todo cierto, que una imagen valga más que mil palabras, pero una imagen tierna tiene la calidez de un abrazo sincero.
En un estadio en Sao Paulo, Brasil, una madre relata a su hijo ciego un partido de futbol entre los equipos Palmeiras y Corinthians. El chico y su madre son aficionados al Palmeiras que ganó el clásico 1-0.
Y yo volví a recordar lo que me contó en La Habana Eduardo Galeano y que muchos años después contó aún mejor, si cabe, en El libro de los abrazos. Y dice así:
Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
“¡Ayúdame a mirar!”