Nota del editor: Fernando Berckemeyer es un periodista peruano egresado de la Pontificia Universidad Católica de Perú con maestría en leyes en Harvard. Es el vicepresidente regional de la Comisión de la Libertad de de Prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa. Ex director del periódico El Comercio (2014-2018). Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor.
(CNN Español) – En su reciente entrevista con Camilo Egaña, el presidente de Perú, Martín Vizcarra, volvió a subir la temperatura de su enfrentamiento con el Congreso de mayoría fujimorista al sacar a relucir la opción de una cuestión de confianza con la que, eventualmente, podría disolver constitucionalmente el Parlamento.
Luego de la declaración, uno de los principales aliados del fujimorismo habló de una “guerra” de Vizcarra con el Congreso. Sin embargo, parece ser que esta es una guerra que no están seguros de poder ganar. Al menos si los hechos dicen más que las palabras. Porque, mientras entonaba sus canciones de batalla, la mayoría fujimorista declaró al Congreso en sesión permanente para tratar el principal de los temas exigidos por Vizcarra: la reforma del sistema de justicia, cuyo escandaloso nivel de corrupción quedó vívidamente registrado frente a la ciudadanía con el escándalo de los audios del caso “Lava Juez”. No en vano la desaprobación de Keiko Fujimori alcanzó el 80% cuando su nombre presuntamente apareció en estos audios, lo que ella ha negado, mientras que la de Vizcarra se disparó hacia arriba desde que anunció que llamaría a un referéndum en caso de que el Congreso no aprobase su proyecto de reforma.
Por supuesto, toda guerra tiene sus riesgos y sigue siendo cierto que el partido de Fujimori mantiene, junto con algunos aliados, la mayoría del Congreso. Y, juzgando por pasadas acciones suyas desdeñosas de sus consecuencias en la opinión pública, quién sabe si los congresistas fujimoristas no estarían dispuestos a ensayar una moción de vacancia con Vizcarra.
Vizcarra podría cerrarles el paso, desde luego, si cumple otra amenaza que ya antes soltó al Congreso y llama a un referéndum para que la ciudadanía, que lo respalda mayoritariamente en este tema, apruebe sus proyectos de reforma del sistema de justicia. Ciertamente, si el presidente iba a decidirse ir a la guerra, pocos temas podían justificarla mejor que esta reforma. La absoluta inconfiabilidad de su Poder Judicial y Fiscalía es de los problemas más graves del Perú, y uno que arrastra hace décadas. Sólo con mover ese problema sempiterno a un cauce de solución, su gobierno habría significado un aporte histórico al país.
La buena noticia para los peruanos es que el presidente no sólo está dando señales de comprender esto, sino que tampoco tiene muchas otras opciones que ir para adelante en caso de que el Congreso no apruebe sus proyectos. Después de todo, en pocos lugares se hace más cierto que en la política aquello de que es muy peligroso enseñar el arma si uno no está dispuesto a jalar el gatillo.