Nota del editor: Geovanny Vicente Romero es abogado y politólogo, con experiencia como profesor y asesor de políticas públicas y gobernanza. Es un estratega político y consultor de comunicación gubernamental. Actualmente está finalizando una maestría en Comunicación Política y Gobernanza en la George Washington University. Es fundador del Centro de Políticas Públicas, Desarrollo y Liderazgo RD (CPDL-RD). Síguelo en Twitter: @GeovannyVicentR. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) – Mucho está en juego en las elecciones intermedias que se celebrarán el 6 de noviembre en EE.UU. Los ciudadanos tendrán la oportunidad de renovar el Congreso cuya mayoría se encuentra bajo el control del Partido Republicano desde hace cuatro años.
La agenda legislativa podría dar un cambio de dirección a partir de noviembre, pues los pronósticos apuntan a que el partido en la Casa Blanca podría perder una de las cámaras.
Cada dos años, estamos acostumbrados a ver a los estadounidenses elegir a la totalidad de la Cámara de Representantes y a una parte de los senadores -que son elegidos por 6 años -en un proceso democrático que está diseñado para que la ciudadanía también acuda a las urnas cada 4 años para elegir al inquilino de la Casa Blanca. Sin embargo, lo que hace que las próximas elecciones de mitad de periodo sean más interesantes, es precisamente un fenómeno político y social que parece indicar que estamos experimentando una renovación de la política, con gran potencial para elevar la representatividad de las mujeres y las minorías en EE.UU.
Además, actualmente estamos viviendo un momento caracterizado por la participación de los outsiders o recién llegados como el mismo presidente Donald Trump y venimos viendo el triunfo en las primarias de los llamados underdogs o subestimados.
Trump representa muy bien al prototipo del recién llegado que se aventura en la política. Trump, más que un político es una marca. Él lo sabe muy bien; basta con recorrer la orilla del río Hudson para ver su nombre en grande a lo largo de varios bloques de edificios. ¡Es una marca! En su momento, también entró en la categoría de underdogs, pues el más sorprendido con su triunfo fue el mismo Trump, de acuerdo a personas cercanas a él.
En su carrera por la presidencia gastó menos recursos que la candidata demócrata Hillary Clinton, llegando a invertir muy poco en comerciales. Lo que en su momento pareció tonto, resultó ser una buena inversión cuando decidió gastar menos en publicidad y comprar millones de gorras rojas con el lema Make America Great Again (Hagamos a EE.UU. grande de nuevo). Esas gorras rojas hicieron que sus eventos proselitistas parecieran el mar rojo desde una vista aérea. Igualmente, supo combinar dos mundos diferentes en sus actos; estaban llenos de conciertos de rocks y de actos religiosos.
Hace unos días, en su discurso en Montana, presumió haber llegado a la presidencia sin haber sido político o haber ocupado oficina pública alguna. Sin embargo, su suerte podría estar llegando a un fin si el Partido Republicano pierde ambas cámaras del Congreso: podrían sonar campanas de juicio político.
2018 nos sorprende a todos con el triunfo en las primarias de mujeres hasta cierto punto desconocidas y de miembros de las minorías que ganan candidaturas en estados que tradicionalmente marcan otro resultado.
En mi opinión, este fenómeno encuentra su explicación, en parte, en tres aspectos: 1) es un estilo único de liderazgo con la habilidad de conectar con un espectro más amplio de los constituyentes: movilización de bases; 2) desafía la narrativa política actual e irónicamente son candidatos subestimados, como lo fue Trump; y 3) son candidatas cualificadas con un trabajo fuerte, educación sólida y experiencias de vida para compartir.
Las esperanzas del Partido Demócrata, en parte están puestas en mujeres, minorías y candidatos primerizos en sus carreras políticas, con los hombres blancos como minoría entre los nominados. Alexandria Ocasio-Cortez, neoyorquina de padres puertorriqueños, supo movilizar sus bases con una narrativa que conectó su historia con las historias de su electorado y con un presupuesto significativamente inferior, pudo arrebatarle la nominación al veterano en Capitol Hill, Joe Crowley.
La victoria de Ocasio-Cortez, del ala progresista del Partido Demócrata, que ha contado con el respaldo de Bernie Sanders, es considerada la sorpresa del año. Alexandra, con tan solo 28 años podría convertirse en la mujer más joven en el Congreso.
Ayanna Pressley, al igual que Ocasio-Cortez, es otra candidata de color que ha sorprendido al desbancar a un hombre blanco con veteranía en el Congreso en representación de Massachusetts, Michael Capuano. Con su victoria, Pressley, quien nunca ha formado parte del Congreso, viene a confirmarnos que los outsiders están construyendo su propio espacio en la conversación política y llegaron para quedarse.
Por otro lado, en la Florida tenemos otro resultado que cayó como la segunda sorpresa del año cuando Andrew Gillum, miembro de la comunidad estadounidense negra y seguidor de Bernie Sanders, ganó la candidatura a la gobernación de su estado con posibilidades de convertirse en el primer gobernador estadounidense negro de la Florida. La victoria de Gillum se viene a sumar a la de Ocasio-Cortez en Nueva York, como una muestra de que el movimiento de Bernie Sanders es capaz de desafiar al poder establecido a través de candidatos desconocidos y progresistas que están dejando sin empleo a los tradicionales.
Todos estos candidatos han tenido algo en común; han sabido capitalizar la asociación entre el arte de la narración y la movilización, pues una historia es el mejor motor para mover a la gente, y ellos todos han contado sus historias y han logrado el favor del electorado. Todavía muchas cosas pueden pasar de cara a noviembre, pero estas elecciones intermedias tendrán el poder de escribir un nuevo capítulo en la historia de EE.UU.