(CNN) – Usando su corbata favorita, el doctor A. William Frankland se acomoda en su sillón beige y relata una historia de vida con la que cualquier productor de Hollywood soñaría.
Es un gemelo. Nació en 1912. Empezó a estudiar medicina en la década de 1930. Ocupó una posición militar en Singapur durante la Segunda Guerra Mundial que llevó a que fuera prisionero de guerra durante más de tres años. Regresó a Gran Bretaña después la guerra y estudió con Alexander Fleming, el hombre que descubrió la penicilina. Se convirtió en alergólogo y desarrolló un sistema de conteo de polen para que las personas pudieran comprender qué desencadenaba sus reacciones alérgicas.
Todo eso sucedió en la década de 1950. Y en honor, la Clínica de Alergias en el Hospital St. Mary’s en Londres lleva su nombre.
En ese momento, todavía tenía más de medio siglo de su carrera por delante.
“Las personas suelen decir: ‘¿Cómo es que has vivido tanto?’”, comenta Frankland. “Y yo respondo: ‘Eso es solo suerte, nada más’”.
A sus 106 (y medio, te recordará), este médico todavía atiende consultas de pacientes ocasionalmente y contribuye con artículos para publicaciones académicas. Le encanta leer las revistas médicas y mantenerse al día con el campo en el fue pionero.
Paul Watkins escribió una biografía sobre su vida: From Hell Island to Hay Fever.
“[Esta] ha sido una experiencia única”, señaló Watkins. “Y una que creo que muy pocas personas tendrán el privilegio de conocer, más aún con el doctor Frankland, en su larga vida extraordinaria, en la que él ha visto tantos cambios, tantos desafíos, y ha pasado por tantas experiencias realmente notables, que la mayoría de nosotros ni siquiera podemos comprender”.
Más allá de la longevidad, lo que diferencia a Frankland es la agudeza de su mente.
Ahora está escribiendo un artículo sobre cómo fue descubierta la penicilina, basándose en el tiempo compartió con Fleming.
Frankland reconoce la tristeza, así como los aspectos más destacados, que ha experimentado a lo largo de los años, al elegir tragarse los recuerdos negativos y el miedo que experimentó y, en su reemplazao, centrarse en la felicidad.
Los recuerdos de su vida continúan vívidos. Incluso dice que recuerda su tercer cumpleaños, cuando comió demasiada torta y terminó enfermo.
“Estoy muy interesado no solo en el presente y el futuro, sino especialmente, supongo, en el pasado”, señaló Frankland. “Y es agradable mirar hacia atrás en algunos de los agradables viajes que hice”.
Un pionero en el estudio de las alergias
Durante 1953, en el hospital St. Mary’s de Londres, Frankland popularizó el conteo de polen, que ahora se usa en todo el mundo para ayudar a los médicos y pacientes a comprender lo que provoca sus alergias. Es más: se hizo pruebas a sí mismo para llegar a sus descubrimientos.
“Me causé una anafilaxia aguda con un insecto”, explicó. “Hoy en día, no se te permitiría hacer este tipo de experimentos. Pero yo estaba decidido a descubrir [cómo] reaccionaba ante los mosquitos, las pulgas o cualquier insecto que me picara”, insistió.
Su instituto se centró en la rinitis alérgica, también conocida como fiebre del heno, y sus investigaciones pronto pudieron relacionar los síntomas de esta afección con el polen, cambiando la comprensión de todos sobre la enfermedad.
Ese impulso para contribuir a su campo en constante expansión todavía existe. Sí, tantas décadas después. Desde que cumplió 100 años, ha escrito varios artículos para publicaciones y todavía le faltan más.
“Escribí cuatro artículos entre los 100 y 105 años”, señaló. “Dos de ellos son únicamente míos; los demás fueron con múltiples autores. Pero ahora, por supuesto, tengo 106 años, voy a escribir uno más y está casi terminado”, añadió.
Mantener tu mente ejercitada
La disminución en las capacidades mentales por la vejez es algo que la mayoría teme. Pero eso no significa que sea necesariamente inevitable. Mantener la mente activa hacia el final de la vida puede ayudar a generar nuevas células cerebrales y conexiones neuronales.
“Cuando envejeces, [hay] algunas cosas que ya no puedes hacer”, señaló Frankland desde su sillón. “Soy demasiado viejo para correr y mantenerme en forma de esa manera. Pero sí mantengo mi cerebro en funcionamiento todo el tiempo. Y leo muchas revistas científicas y cosas que me llegan mensualmente, y algunas, incluso el British Medical Journal, una vez por semana”, sostuvo.
En 2015, a la edad de 103 años, Frankland recibió la Orden del Imperio Británico por sus contribuciones significativas al campo de la investigación de alergias.
Entonces, la pregunta que queda es ¿cómo ha vivido todos estos años?
“Creo que lo que me ayuda es que tener una vida sensata”, dijo. “No fumes, no comas en exceso y haz un poco de ejercicio. Sé enérgico en lo que sea social, psicológica y emocionalmente que estás haciendo. Toma todas estas cosas a tu favor”.