(CNN) – Las notificaciones comenzaron a llegar a los teléfonos justo después del amanecer.
8:06 am: “Pocahontas (la versión mala), a veces llamada Elizabeth Warren, está siendo criticada”.
Diez minutos después, más: “Ahora que sus afirmaciones de ser de herencia india han resultado ser una estafa y una mentira, Elizabeth Warren debería disculparse”.
Luego de otros ocho minutos, este: “¡Gracias a la Nación Cherokee por revelar que Elizabeth Warren, a veces conocida como Pocahontas, es un completo y total fraude!”.
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El presidente Donald Trump, con un calendario público vacío y una seguidilla de agravios, pasó este martes lanzando insultos sobre sus enemigos en Twitter. Comenzó con la senadora demócrata Elizabeth Warren, quien esta semana hizo pública una prueba de ADN que buscaba refutar los insultos de Trump sobre sus antepasados nativo americanos. Pero pronto siguió adelante, refiriéndose a la actriz porno que alegó haber pasado la noche con él, a noticias falsas, a la “caza de brujas” en Rusia.
Para Trump, la práctica de insultar a la gente en Twitter ahora parece tan rutinaria como firmar un decreto para la Semana Nacional de Almuerzos Escolares (como lo hizo este viernes) o llamar por teléfono a líderes mundiales asediados (se entrevistó durante 20 minutos con el rey saudí Salman este lunes). Pero la última ola estuvo marcada por su rencor contra las mujeres que lo desafiaron, incluida una cruel insinuación contra la actriz de cine para adultos que dice que tuvo un encuentro sexual con él en 2006.
“Ahora puedo perseguir a Cara de Caballo y su abogado de tercera categoría en el Gran Estado de Texas”, escribió Trump en Twitter, deleitándose con la decisión de un juez de desestimar una demanda por difamación presentada por la actriz porno Stormy Daniels. “¡Ella confirmará la carta que firmó! ¡Ella no sabe nada de mí, una total estafa!”, siguió el presidente de Estados Unidos en Twitter.
La última frase, insistiendo en que Daniels sabe poco acerca de él, parecía una refutación encubierta de las afirmaciones hechas en el libro reciente de Daniels, incluida una descripción poco halagadora de las partes privadas de Trump.
Si Trump, o alguien, esperaba que eso fuera el final, la respuesta de Daniels al presidente dejó en claro que la disputa anatómica continuaría.
“Comenzó el juego, pequeñín”, escribió ella.
Irritado con la cobertura de la crisis saudí
Sin ninguna reunión programada el martes por la mañana, el presidente estuvo libre para proferir insultos y ataques, alimentado por la presencia constante de Fox News en los televisores de pantalla plana instalados en su residencia del tercer piso.
Según un funcionario, el presidente dijo en conversaciones este martes por la mañana que estuvo irritado por la cobertura de la crisis de Arabia Saudita, que ha dominado los canales de noticias.
Asistentes de alto rango de la Casa Blanca han tratado de hacerle saber la seriedad del asunto.
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El presidente hizo una ronda de llamadas el martes, algunas de las cuales se centraron en la crisis diplomática de Arabia Saudita. Habló con el secretario de Estado Mike Pompeo, actualmente despachando en Riad para recabar una respuesta de altos funcionarios saudíes. Trump y Pompeo iban a almorzar juntos este martes, pero el viaje apresurado de Pompeo a la capital saudita significaba que Trump no tenía compromisos oficiales.
En administraciones pasadas, una pizarra en blanco de este tipo causaría especulación entre los cuerpos de prensa: ¿Convocará el Presidente a una conferencia de prensa? ¿Está volando en secreto a una zona de guerra? Esas preguntas no parecen ser tan pertinentes para Trump, que regularmente pasa la mayor parte de la mañana en “tiempo ejecutivo”, dedicado a ver televisión, llamar a asesores y líderes y a tuitear.
De vuelta a Rusia
Después de sus golpes con Warren y Daniels, Trump pasó a una afrenta más familiar, la investigación de Rusia y sus diversos hilos enredados que le han causado acidez estomacal.
“¿Dónde está Jeff Sessions?”, preguntó a las 11:18 a.m. después de citar un informe de Fox News sobre Bruce Ohr, un funcionario del Departamento de Justicia vinculado a Christopher Steele, el espía británico detrás del expediente que incluía información escandalosa y no verificada sobre Trump y Rusia.
Sí, esta pintura en verdad está exhibida en la Casa Blanca del presidente Trump
(De hecho, Sessions, de quien casi todos en Washington creen que será despedido tras las elecciones de noviembre, estuvo ocupado lanzando ataques contra el “activismo judicial” y condenando los intentos de deponer o interrogar a funcionarios superiores del Poder Ejecutivo, incluido el presidente).
En un tuit indignado, 10 minutos más tarde, Trump revivió su término favorito para la investigación de Rusia: “¿Es realmente posible que Bruce Ohr, cuya esposa Nellie recibió el pago de Simpson y GPS Fusion por el trabajo realizado en el Dossier falso, y que fue utilizado como un peón en toda esta ESTAFA (CACERÍA DE BRUJAS), todavía está trabajando para el Departamento de Justicia. ¿Puede esto ser real?”