(CNN Español) – Nacionalista. La palabra con la que Donald Trump, presidente de Estados Unidos, se definió a sí mismo este lunes durante un mitin de campaña para el senador Ted Cruz. “Tienen una palabra. Algo que se volvió como pasado de moda. Y yo digo, en realidad, no debemos usar una palabra. ¿Saben qué soy yo? Un nacionalista, ¿está bien? Soy un nacionalista”, sostuvo el mandatario.
Declaraciones que no pasan desapercibidas teniendo en cuenta el contexto histórico que rodea al término. Prueba de ellos son los nombres de líderes y episodios que empiezan a surgir con esta expresión… empezando por Adolf Hitler. Acertadamente, el analista de CNN Chris Cillizza apuntó a que el nacionalismo evoca principalmente dos asociaciones muy cercanas: el nazismo y el nacionalismo blanco.
“El nacionalismo no es un concepto nuevo. Y la historia sugiere que a menudo se ha utilizado no solo para promover el orgullo por un país y sus valores, sino también para subyugar a quienes no comparten esos valores. Algunas veces con consecuencias absolutamente devastadoras”, explicó Cillizza.
Sin embargo, el término también ha definido otro tipo de proyectos políticos que no terminaron en un Holocausto como el de la Segunda Guerra Mundial. Ahora que Trump vuelve a poner el nacionalismo en los titulares, hacemos un repaso por los otros líderes que también se declararon o han sido considerados nacionalistas.
Adolf Hitler
“Las raíces del ascenso de Adolf Hitler se construyeron en torno a su énfasis en el nacionalismo extremo: la idea de que la única forma en que Alemania podía volver a ser grande era aferrándose a la superioridad del pueblo alemán y expulsar a aquellos de toda Europa que se negaron a reconocer esa superioridad”, sostuvo Cillizza.
Una visión que llevó a que entre 1938 y 1945 la Alemania nazi asesinara a unos seis millones de judíos en ese país, Polonia, la Unión Soviética y otras áreas de Europa, por considerarlos radicalmente inferiores y una amenaza. Justamente, el nacionalismo blanco se organiza bajo el principio de que los caucásicos son inherentemente superiores y –para que la sociedad pueda “prosperar”– las necesidades de los blancos debe ser prioritaria… a costa de cualquiera que no lo sea.
Como apunta Thomas Bill, de la Universidad de Tilburg en Holanda, el discurso que construyó Hitler alrededor del nacionalismo enfatizó el mito palingenético y como él lideraría a Alemania hacia la revolución. “Usó símbolos de la historia alemana para subrayar la importancia del renacimiento”, indicó Bill.
En octubre de 2015, la canciller Ángela Merkel aseguró que Alemania está convencida de la “responsabilidad” del nacionalsocialismo en el exterminio de judíos, después de que el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, dijera en polémicas declaraciones “Hitler no quería exterminar a los judíos” sino expulsarlos, pero el gran mufí de Jerusalén de ese momento, Haj Amin al-Husseini lo presionó a hacerlo. Netanyahu sostuvo que al-Husseini le dijo a Hitler que si los sacaba de Alemania, esta población llegaría a su territorio. “Entonces, ¿qué debo hacer con ellos?, preguntó”, dijo Netanyahu de Hitler. “(Husseini) dijo, “quémalos”“.
Benito Mussolini
Si bien Benito Mussolini fundó el fascismo, esta idea no es muy diferente del nacionalismo. La Real Academia de la Lengua Española define el fascismo como “movimiento político y social de carácter totalitario que se desarrolló en Italia en la primera mitad del siglo XX, y que se caracterizaba por el corporativismo y la exaltación nacionalista”. No sobra recordar que Hitler y Mussolini fueron aliados cercanos.
El fascismo, según su contexto histórico explicado por la revista Politeia, implica un Estado que controla los sindicatos, la presencia de un caudillo, el uso autoritario y la prohibición de la prensa en contra del gobierno.
Según Ruth Ben-Ghiat, profesora de historia y estudios italianos de la Universidad de Nueva York, el primer gobierno fascista de Europa fue el de Mussolini y él el primer líder gobernante en tener un proyecto integral racial. “En 1927, seis años antes de que Hitler llegara al poder, Mussolini advirtió que la disminución de la fertilidad europea daría lugar a que ‘toda la raza blanca, la raza occidental, quedara sumergida por las razas de color que se multiplican a un ritmo desconocido”.
En febrero de 2016, Trump retuiteó una cuenta parodia que citó una frase célebre de Mussolini: “Es mejor vivir un día como un león que 100 años como una oveja”. Cuando le preguntaron sí sabía a quién pertenecían las palabras, el entonces candidato respondió que sí. Después añadió: “Está bien saber que es Benito Mussolini. Mira, Mussolini fue Mussolini. Está bien. Es una muy buena cita. Es una cita muy interesante. Y lo vi y sé que lo dijo. Pero, ¿qué más da, si se trata de Mussolini o alguien más?”.
Francisco Franco
La Enciclopedia Britannica describe al dictador Francisco Franco como el líder de las fuerzas nacionalistas que derrocaron la república democrática de España en la guerra civil entre 1936 y 1939. Durante las décadas que Franco se aferró al poder, literalmente hasta que murió en 1975, reprimió la diversidad cultural de las regiones autónomas. De hecho, su régimen prohibió la temprana autonomía catalana, después de bombardear Barcelona en 1938. También prohibió el uso en público de cualquier lengua o expresiones lingüísticas que no fuera el castellano.
Thomas Bill explicó que Franco creía que la caída de la monarquía fue causada por una conspiración de judíos, masones y comunistas. En ese sentido, su nacionalismo respondió con una firme defensa de la España católica y la prioridad de la religión en su dictadura. En la misma línea, Javier Moreno Luzón, historiador y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, explica en una columna del diario El País que la coalición que apoyó el levantamiento contra la república y respaldó a Franco planteó un nacionalcatolicismo que “sólo admitía una manera de ser español, la católica, y propugnaba un Estado confesional y corporativo”. Lo que, además, venía cambiando con la “vertiente hispana del fascismo, cuyas expresiones nacionalistas recogieron la sublimación de Castilla como núcleo de España y adoptaron un proyecto totalitario”. El régimen nacionalista que dirigió Franco, especialmente en los primeros años que siguieron a la Guerra Civil, incluyó miles de ejecuciones.
Mahatma Gandhi
Bajo la bandera de la protesta no violenta, Mahatma Gandhi lideró el movimiento nacionalista de la India, que finalmente logró la independencia del país frente a Gran Bretaña en la década de 1940. Reconocido como “el padre de la nación”, Gandhi siempre estuvo en contra de dividir la India aunque su lucha se centró en sacarla del control británico.
A diferencia de los ejemplos citados previamente, Gandhi creía en una serie de libertades que fortalecieron su movimiento: libertad individual, libertad política, justicia social, resistencia pasiva, tolerancia religiosa. Como escribió Johanna McGeary en la revista TIME en 1999, “su trabajo y su espíritu despertó el siglo XX a las ideas que sirven al faro de la moral para todas las épocas”.
La Enciclopedia Britannica señaló que el mensaje de Gandhi fue simple: “No eran las armas británicas sino las imperfecciones de los indios lo que mantenía su país en cautiverio”. Por eso su programa no violento incluía sabotajes no solo de las fábricas británicas sino también de instituciones operadas o ayudadas por Gran Bretaña. “La campaña electrificó al país, rompió el miedo al gobierno extranjero y condujo a los arrestos de miles de satyagrahis, quienes desafiaron las leyes y se alinearon alegremente para ir a prisión”, añadió la enciclopedia.
Vladimir Putin
Más allá del poder absoluto que ostenta en Rusia, la adición de Crimea y las sospechas por la intromisión rusa, Putin asumió según los expertos la misión de devolverle la grandeza a su país después de vivir el colapso de la Unión Soviética. ¿La estrategia? A través de fuertes políticas económicas y nacionalistas. Cuando anexó a Crimea en 2014, dio un discurso diciendo que la Unión Soviética separó a los rusos. “La nación rusa se volvió uno de los mayores, si no es que el mayor grupo étnico del mundo al que separaron las fronteras. No fue sino hasta que Crimea terminó formando parte de un país distinto que Rusia se dio cuenta de que no solo le habían robado, la habían saqueado”, sostuvo.
En ese momento su popularidad aumentó y desde entonces la ha mantenido. Según la socióloga rusa Olga Kryshtanovskaya, uno de los pilares en la ideología de Rusia tiene que ver con el sentimiento anti estadounidense. “Se formó hace mucho tiempo y fue cuidadosamente instalado en la gente por los líderes soviéticos: ‘¿Por qué hay problemas? Esa gente, los malvados estadounidenses, son los culpables, quienes nos empeoran las cosas’. Es un cliché ideológico”, explicó la experta. Entonces, añadió, cuando Putin piensa en “cómo poder justificar sus políticas, es más rápido recordar a este viejo enemigo que crear uno nuevo”. Además, de acuerdo a algunos expertos, Putin ha adoptado un nacionalismo acérrimo porque cada vez depende más de un círculo íntimo en el que pocos manifiestan cautela o diseños.
Rodrigo Duterte
El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, se ha hecho un nombre por su violenta ofensiva contra las drogas, en la que miles de presuntos consumidores y traficantes de drogas han sido asesinados a unos de la policía y los justicieros. Si bien el término nacionalismo no hace parte de su retórica insistente, como sí es la lucha contra las drogas, Duterte se comparó con Hitler en septiembre de 2016 y dijo que le gustaría masacrar a tres millones de drogadictos. “Hitler masacró a tres millones de judíos. Ahora hay aquí (en Filipinas) tres millones de drogadictos”, dijo en un discurso en su ciudad natal, Davao. “Estaría feliz de masacrarlos. Si Alemania tenía a Hitler, Filipinas me tendrá (a mí)”, añadió.
El politólogo filipino Julio Teenhake publicó un análisis en 2016 acerca de cómo Duterte hizo lo que ninguno de sus predecesores: “Anunciar una separación de los intereses geopolíticos de su antiguo maestro colonial, Estados Unidos”. El experto argumentó que bajo la campaña anti droga de Duterte, existe un sentido de agravio histórico que caracteriza la generación del mandatario y su identidad como hijo de Mindanao en contra de la “Manila imperial”. “Las exhortaciones nacionalistas de Duterte pueden rastrearse hasta el ciclo de narrativas del régimen en Filipinas, que funcionan como un medio para la continuidad estatal”. Según Teenhake, Duterte está empleando una retórica nacionalista para rechazar discursivamente la narrativa reformista de la democracia liberal posterior a la presidencia de Ferdinand Marcos.
Una reseña del libro The Duterte Manifesto, hecha por la afiliada de CNN CNNPhilippines, destaca que en esta obra el mandatario argumenta cómo introducir al gobierno una serie de “tabúes sociales” como la masacre de supuestos criminales y un “nacionalismo vacío”. Allí Duterte plantea su deseo de morir por el país y “su clamor quijotesco por una guerra –cualquier guerra– incluso contra los molinos de vientos sociales como al pobreza o la corrupción”.
Matteo Salvini
tiene a su cargo el Ministerio del Interior de Italia y también es primer ministro sustituto. Como Trump, una de sus banderas han sido las políticas antiinmigratorias. Durante la campaña, cuyo slogan era “Italianos primero” –muy parecido al de Trump–, Salvini, el líder de 45 años de la Liga Norte, prometió expulsar a medio millón de inmigrantes ilegales. Recientemente, protagonizó los titulares por no permitir que un grupo de migrantes rescatados abandonara un barco en el puerto de Catania hasta tanto no se garantizara que las personas buscarían asilo en otros países.
Salvini, que también aclama el nacionalismo económico, ha usado una retórica feroz para aumentar la popularidad de su partido y promover una agenda más nacionalista. En agosto de 2016, la agencia de noticias italiana ANSA reportó que él estaba llamando a una limpieza étnica en Italia. “Necesitamos una limpieza étnica masiva en Italia, calle por calle, plaza por plaza, barrio por barrio, con medidas fuertes si es necesario”, sostuvo Salvini. Y también ha insinuado que su país requiere políticas similares a las de Trump.
En junio pasado, le dijo a CNN que si lo llamaban populista para él no era un insulto sino un elogio. “Populista es usado como un insulto, pero para mí es un cumplido”. Y añadió que ante el Brexit y las recientes elecciones en Italia y Austria, donde ganaron partidos populistas y de derecha, la lección es que las personas “quieren identidad, seguridad y trabajos”.