(CNN) – Una derrota política, funcionarios desafiantes y ahora una granada pública lanzada a través de la Casa Blanca por la primera dama han puesto al presidente Donald Trump en una posición que detesta: arrinconado.
Una semana después de su pronunciamiento en la Sala Este de la Casa Blanca en el que declaró la victoria en las elecciones intermedias, el presidente está aislado y cada vez más furioso. Está abiertamente especulando sobre el reemplazo de más miembros de su gabinete, aunque hasta ahora no ha logrado ejecutar los despidos, dejando a esos funcionarios en un purgatorio.
En una fiesta de la noche electoral en la Casa Blanca, Trump dejó a los asistentes inquietos cuando fue visto en un grupo con un posible reemplazo para su secretario general de presidencia, John Kelly, quien se encontraba incómodamente en un rincón.
“Sí, está enojado, casi contra todos”, dijo un funcionario de la Casa Blanca, señalando que el estado de ánimo en la Oficina Oval es más sombrío de lo normal esta semana. Después de casi un mes consecutivo de campaña ante multitudes que lo adoran, el aplauso se ha silenciado y el presidente se ha retirado. La tempestad ha llevado a la especulación desenfrenada dentro de la Casa Blanca sobre los destinos de otros miembros del personal de alto nivel, algunos de los cuales están empezando a planificar sus salidas.
Los amigos del presidente lo describen como amargado por las pérdidas electorales y preocupado por la investigación de Mueller. Se reunió el lunes con sus abogados para revisar una serie de preguntas escritas del fiscal especial. Algunos de sus confidentes de larga data están preocupados por su salud, creyendo que ha ganado peso y se ve mal.
El momento para la furia del presidente no podría ser peor, considerando que la Casa Blanca se está dirigiendo hacia un territorio inexplorado con los demócratas asumiendo el control de la Cámara. Trump le ha dicho a algunos asesores que está ansioso por pelear, creyendo que puede eso proporcionarle un arma política. Mientras tanto, el fiscal especial Robert Mueller está acercándose cada vez más a emitir su informe sobre la investigación de la trama rusa.
“Él sabe que está terminando. Entonces, es inquietante”, dijo otra persona cercana al presidente.
Fue una declaración de 24 palabras del Ala Este, donde trabajan la primera dama y su personal, acerca de un asesor presidencial que reveló cómo la disfunción dentro de la Casa Blanca es más profunda y enredada de lo que se sabía anteriormente.
“Es la posición de la Oficina de la Primera Dama que ya no merece el honor de servir en esta Casa Blanca”, dijo una portavoz de Melania Trump el martes por la tarde.
Sin embargo, un día después de esa reprimenda extraordinariamente pública, Mira Ricardel fue citada a las oficinas del Consejo de Seguridad Nacional. Después de que a Ricardel ni siquiera se le dio la dignidad de ser nombrada en la declaración, que se refería a ella solo como “ella”, todos en el Ala Eeste decían su nombre el miércoles mientras la ansiedad se intensificaba sobre lo que significaría esta última pelea para el estado de ánimo del presidente. Más tarde el miércoles, la secretaria de prensa Sarah Sanders emitió un comunicado confirmando que Ricardel dejará su puesto en la Casa Blanca, y señaló que Ricardel “hará la transición a un nuevo papel dentro de la administración”.
MIRA: ¿Quién es Mira Ricardel y por qué Melania Trump la quiere fuera de la Casa Blanca?
En la última semana, las relaciones deshilachadas y tediosas del presidente se han dejado al descubierto para que todos lo vean: está furioso con Kelly por un viaje a París que terminó en una debacle de relaciones públicas. Está culpando a sus asesores políticos por perder la narrativa ganadora de las elecciones intermedias. Y fue sorprendido por el golpe que dio su esposa contra una de las mejores funcionarias del ala oeste, una señal de que sus conversaciones privadas claramente no son funcionales.
Después de que su esposa ordenó que se publicara la declaración el martes por la tarde, Trump estaba furioso de que lo que había sido un asunto interno de personal ahora fuera puesto a la vista del público, dejándolo a él como un esposo al que mandan. El estado de ánimo del presidente era oscuro e intenso después de lo que los funcionarios dijeron fue una ceguera por parte de los asistentes que no le informan.
Sin embargo, si el repentino interés público en Ricardel, una funcionaria detrás de cámaras, sorprendió al presidente, los problemas subyacentes entre ella y la oficina de la primera dama no eran nuevos.