Esta es la historia de tres mujeres, y el conocimiento que tenían de algo que les hacía sentir miedo. Una de ellas murió en 1996. La segunda, falleció de una afección cardíaca en 2001, poco después de señalar que la primera había sido asesinada. La tercera ha vivido 30 años con el temor de que alguien la mate para hacerla callar.

No se ha callado.

Adrienne Brown, esposa de James Brown, murió en California el 6 de enero de 1996. Tenía 45 años. Su amiga Jacque Hollander siempre sospechó que hubo juego sucio. Jacque llamó a la policía en Beverly Hills, a los fiscales en Carolina del Sur y a un reportero tras otro, y siguió haciendo sonar las alarmas durante 21 años hasta que finalmente me llamó.

Encontré confusa su historia, como la mayoría de las personas a quienes trató de contársela, pero me sentí obligado a investigar más. Ella seguía hablando de un detective de la policía de Beverly Hills, retirado mucho tiempo atrás, que había sido asignado al caso de Adrienne Brown. Su nombre era Steve Miller. Jacque no tenía su número.

La base de datos de Nexis contiene más de 100 Steve Miller en el área de Los Ángeles, y ni siquiera estaba seguro de que él aún viviera allí. Finalmente, el sindicato de la policía de Beverly Hills me remitió a un sargento retirado. El sargento retirado reenvió mi correo electrónico a Miller, quien respondió rápidamente. Le pregunté si podríamos hablar de Adrienne Brown.

“Espero que usted tenga algún material refresque mi memoria del caso”, escribió al día siguiente, 31 de julio de 2017. “Los nombres y demás se han desvanecido y tengo poco material para revisar. Revisaré algunos documentos ‘reservados’ que me llevé cuando me retiré…”, dijo.

Miller repasó los viejos papeles esa mañana. Sacó un cuaderno de espiral. Sus páginas eran azules, llenas de letras cursivas en tinta rosa, amarilla y plata. Una informante se lo había dado en 2001, poco antes de que él se retirara.

Miller había comenzado a leer el cuaderno en su momento, pero las primeras páginas no parecían importantes. Estaban llenas de nombres y números de teléfonos y no mucho más. Entonces dejó de leerlo y lo guardó. Ahora, 16 años después, se metió más profundamente en el cuaderno. Allí encontró una historia asombrosa, que contenía frases como “asesinato a sueldo” y “hacerlo parecer una sobredosis”. El detective estaba enojado consigo mismo por no haberlo leído sino hasta ahora.

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El cuaderno del informante.

Parecía ser una confirmación independiente de las sospechas de Jacque, y provenía de una mujer que ella nunca conoció. La informante afirmaba saber lo que le habían hecho a Adrienne Brown y quién lo había hecho. La informante había muerto antes de poder contarle más a Miller. Pero el cuaderno había estado allí todo el tiempo. Y sin la febril persistencia de Jacque, podría nunca haber salido a la luz.

Jacque había temido por la seguridad de Adrienne desde 1988, cuando se encontraron en secreto en un restaurante de carnes en Augusta, Georgia.

Este es el relato de Jacque de esa noche. Hablaron en voz baja, esperando que nadie más escuchara. Les preocupaba que alguien las viera, porque ambas habían sido advertidas por el esposo de Adrienne, James Brown, y el abogado de Brown, Buddy Dallas, de que no fueran amigas.

Necesito que seas honesta conmigo, le dijo Adrienne.

Su esposo, continuó Adrienne, había salido recientemente toda la noche y regresado a casa drogado. En la parte trasera de su furgoneta ella encontró un arete y largos mechones de pelo rubio. Ella creía saber de quién era el pelo.

Jacque se echó a llorar. Le contó a Adrienne cómo había sucedido: cómo fue a la oficina de James Brown para hablar sobre el trabajo caritativo, cómo él le dijo que quería mostrarle un vehículo que estaba personalizando y cómo condujo al bosque y la violó durante horas a punta de escopeta.

Sé que te hizo daño, dijo Adrienne.

Hablaron sobre la semana de Pascua de 1988 y la forma en que sus historias se entrecruzaban. Brown había llevado a Jacque a los bosques al anochecer el miércoles 30 de marzo, dice, y no se fue a su casa sino hasta el día siguiente.

Alrededor de las 9 p.m. del jueves 31 de marzo, Adrienne llamó a la Oficina del Sheriff del condado Aiken. Según el reporte policial, Adrienne dijo que su esposo “estuvo fuera toda la noche y esta noche… comenzó a causar disturbios, tomó un rifle y la sacó de la residencia y tiró su ropa al patio. La denunciante declara que el sujeto le disparó el rifle mientras salía de la residencia. La denunciante declaró que el sujeto estaba drogado. La denunciante no desea presentar cargos”.

Tres días después, el domingo 3 de abril, Adrienne volvió a llamar a la Oficina del Sheriff. Dijo que Brown la había golpeado con un caño de metal. “La víctima tenía moretones en todo el cuerpo”, escribió un investigador. Adrienne dijo que Brown le había disparado de nuevo. El investigador encontró un agujero en su neumático y una bala en el maletero. Una vecina a la que se hace referencia en el informe solo como “Sra. Smith”, dijo que vio a James Brown apretar el gatillo:

“La Sra. Smith dijo que lo vio disparar y que la bala alcanzó el auto. La Sra. Smith tenía su teléfono inalámbrico con ella y llamó a la policía. Ella declaró haberle al operador que él estaba recargando su rifle al final del camino de entrada a su casa”.

James Brown posa para una foto del Departamento de Correccionales de Carolina del Sur para un caso no relacionado meses después de su arresto por violencia doméstica en abril de 1988.

Esta vez Brown fue arrestado. Los cargos incluían ataque con intención de asesinato. Jacque había visto la noticia del arresto, y esperaba que las autoridades construyeran una línea de tiempo y retrocedieran hasta la violación en el bosque. Eso nunca ocurrió. Brown tampoco fue procesado por golpear a Adrienne o por dispararle a su auto.

En el restaurante de carnes de Augusta, según Jacque, Adrienne le contó porqué desapareció el caso contra su marido: le habían dicho que retirara los cargos o que, si no, la matarían, y retiró los cargos.

Adrienne dijo que su esposo tenía pandilleros, investigadores privados, e incluso policías en su nómina. Todos trabajaban para asegurar que nada se interpusiera en el camino del rey del soul.

Esto es una máquina, dijo Adrienne. Se deshacen de cualquier cosa que pueda detener la máquina.

Entonces Jacque pensó que entendía por qué James Brown quería mantenerlas separados a ella y a Adrienne. Con la prensa y con los fiscales, las dos mujeres podrían ayudar a corroborar las historias de los demás sobre los eventos de la semana de Pascua. Formaban un equipo peligroso.

Sintieron que tenían que tomar una decisión. Podrían enfrentar a la máquina de frente, poniéndose sí mismas y a sus familias en un riesgo mayor. O podrían hacer que Jacque había hecho en la camioneta: rendirse, y esperar que eso fuera suficiente.

Durante los siguientes cuatro años, Jacque eligió la segunda opción. Era una farsa horrible, una mentira imposible. Pero este era su cálculo: no bastaría con quedarse en su apartamento y cerrar la boca. Porque si se perdía de vista, pensó, los protectores de Brown podrían pensar que estaba planeando algo. Y ella necesitaba dejar en claro sus intenciones.

Me tomó un tiempo comprender esa parte de su historia, pero creo que ahora la entiendo, especialmente después de leer relatos de otras mujeres que no se alejaron de sus violadores. Cuando le pregunté a Larry Largent, el terapeuta de Jacque, sobre lo que ella hizo en 1988, él dijo esto:

“Quieres convencerlos absolutamente de que no supondrás una amenaza para ellos, y que no tienes absolutamente poder alguno en el asunto… Parece extraño. Pero como estrategia para afrontar la supervivencia, tiene bastante sentido”.

Para decirlo de otra manera:

“Si James Brown me hubiera dicho que dijera que mi madre era negra y que tenía pies morados, habría dicho que mi madre era negra y tenía pies morados”, me dijo Jacque. “Y creo que hoy estoy viva porque hice lo que me dijeron”.

Cuando le dijo al abogado de Brown, Buddy Dallas, que Brown la había lastimado, ella dice que él le dijo que se callara. (Dallas se negó a hablar con CNN para esta historia). Jacque le siguió el juego. Menos de dos meses después del incidente, firmó un contrato de representación con Dallas, “mi abogado y amigo”, prometiéndole el 25% de sus ingresos como compositora. Ella siguió haciendo obras de caridad con James Brown, apareciendo en vivo en la televisión con él desde el centro de práctica de los Falcons de Atlanta para promover un teletón contra la leucemia.

“Cualquier cosa de la que seas parte, yo también quiero ser parte”, le dice Brown en una cinta de video que ella me hizo ver.

“Gracias, James Brown”, responde ella, inclinándose para un abrazo, “y te amo”.

La mentira era corrosiva. Jacque dice que dejó de comer, perdió 36 kilos y se despertaba gritando en medio de la noche. Pensó en el suicidio. Poco después de que amenazara una vez más con hacer pública la historia real, dice, Buddy Dallas le presentó a un escritor llamado Stanley Booth. Booth estaba trabajando en una historia sobre James Brown, y ella aceptó colaborar con él.

Jacque dice que Booth tuvo la idea preconcebida de que ella y James Brown habían sido amantes. Ella creía que esta noción provenía de Dallas, porque ella le había escuchado hablar sobre eso. Jacque lo aceptó por un tiempo, dice, y luego se quebró y le dijo a Booth que había sido violada.

En 1992, Booth publicó “Rythm Oil: A Journey Through the Music of the American South” (algo así como “Viaje a través de la música del sur de EE.UU.), que incluía un capítulo titulado “The Godfather’s Blues” (algo así como “La melancolía del rey”). Allí describió una escena salvaje en el bosque que involucraba a James Brown y una escopeta aserrada, pero no dijo que Jacque había sido violada. En cambio, dijo que Jacque y Brown habían sido amantes, una afirmación que Jacque niega con vehemencia.

Jacque demandó a Booth por difamación e incumplimiento de contrato. “La demandante no solo perdió los derechos contractuales y una parte de las ganancias de la historia en la que estaban trabajando, sino que fue difamada en el proceso”, escribió su abogado en un expediente judicial. En una declaración jurada para esa demanda, el marido de Jacque describió cómo la pareja se había convencido de que su casa cerca de Atlanta estaba bajo vigilancia.

“Encontramos agujeros misteriosos perforados en nuestras paredes cerca de los interruptores de los teléfonos y las tomas de luz”, escribió Dean Daughtry en esa declaración. (En una entrevista de 2018, Daughtry me dijo que no recordaba haber escrito tal declaración. Pero Cathy Morris Alterman, una abogada que trabajó en el caso de Jacque, dijo que ayudó a Dean Daughtry a redactarla y que lo vio firmarla). “Nuestra casa tenía apenas unos pocos meses y no tengo conocimiento de cómo se formaron estos agujeros en mis paredes. También durante este período tuve sospechas de que alguien había irrumpido en mi casa mientras estaba fuera, y fue llamada la policía de Snellville para que investigara unas huellas de botas alrededor de mi casa. Había rastros de polvo de panel de yeso alrededor de los agujeros en la pared y de las tomas de luz”.

James Brown se presenta en Paramount en Nueva York en 1992.

Para el momento en que presentó su demanda, en 1992, Jacque había suspendido todo contacto con Brown y Dallas. En una presentación judicial, su abogado escribió que las notas de Booth hacían bastante evidente “que él estaba al tanto de que James Brown había violado a la demandante”. Pero en un fallo favorable para Booth y su casa editora, un juez encontró que Booth “reportó con precisión lo que le dijo la demandante, es decir, que ella y el Sr. Brown tuvieron relaciones sexuales, pero hubo cierta ambivalencia en cuanto a si ella accedió a hacerlo así, o si fue forzada a hacerlo por el supuesto comportamiento errático y peligroso del Sr. Brown”.

Entrevisté a Booth por teléfono en mayo de 2018, y en una llamada de seguimiento a principios de 2019. Él negó haber vigilado a los Daughtry. Cuando le pregunté si creía que Brown había violado a Jacque Daughtry, esto es lo que dijo:

“Demonios, no tengo idea. Probablemente lo hizo. Quiero decir, no me importa “.

La farsa estaba terminada. Cualquiera podía leer los registros de la corte y ver que Jacque había acusado a Brown de violación. En septiembre de 1994, un mes después del fallo del juez, alguien irrumpió en la casa de su madre y la golpeó tanto que estuvo hospitalizada durante tres semanas. La amiga de Jacque, Kathleen Cooper, que también es enfermera, me dijo que vio a la madre de Jacque en una cama de hospital con lesiones en la cabeza.

Había algo extraño en el robo, dijo Jacque. Había escondido en casa de su madre muchos de sus documentos e imágenes relacionadas con James Brown. Cuando fue a buscarlos después del robo, ya no estaban.

El ataque a su madre fue la última gota. Jacque decidió contraatacar. Con la ayuda de alguien que conocía en la policía, organizó una prueba de polígrafo grabada en video con un exagente del FBI llamado Richard Rackleff. Después de la prueba, Rackleff dirigió una carta a Wayne Huff, un investigador de la oficina del fiscal del estado en el condado Aiken, Carolina del Sur. Con la carta, Rackleff envió una copia del video de la prueba de polígrafo.

“La Sra. Daughtry declaró haber sido acosada e intimidada por James Brown y su abogado, Buddy Dallas, y que temía acudir a las autoridades policiales en el área de Augusta y el condado Aiken”, escribió Rackleff al investigador estatal. “En mi opinión, el test claramente respalda su credibilidad y no hay duda de que ocurrió la violación”.

Cuando CNN le preguntó sobre las acusaciones de intimidación por parte de Jacque, Buddy Dallas dijo que su abogado le había aconsejado que no hiciera comentarios.

En mayo de 1995, cuando Jacque hizo una cita para ver al fiscal en Carolina del Sur, Adrienne Brown fue ingresada en un hospital. Se dijo que se encontraba en estado crítico. Fuentes cercanas a la familia culparon a una sobredosis de medicamentos recetados, pero Jacque sospechaba algo más oscuro. Adrienne volvió a su casa unas dos semanas después. El abuso doméstico continuó.

Jacque dice que le contó a mucha gente que Adrienne podría ser asesinada pronto: a reporteros, a un agente del FBI, a su abogado, y al fiscal en Carolina del Sur. Pero nadie pareció tomarla en serio. (Ninguno de quienes quien entrevisté confirmó haber recibido una advertencia tan grave por parte de Jacque. El fiscal de distrito del condado Gwinnett, Danny Porter, dijo que probablemente Jacque le dijo que estaba preocupada por Adrienne, pero no podría haber intervenido porque Adrienne vivía fuera de su jurisdicción).

Para entonces, Jacque y Adrienne ya no hablaban tanto. Les habían dicho que se mantuvieran lejos, pero ella recordaba con cariño los viejos tiempos. Guardaba fotos de ellas juntas, con notas que Adrienne había escrito: A Jackie, My Sister, Stay Beautiful (algo así como: Para Jacque, mi hermana. Mantente hermosa). Jacque recordaba que una vez Adrienne tomó una pala y excavó algo de dinero que su esposo había enterrado. Y que se fueron a Kmart a comprar maquillaje.

James Brown y su esposa, Adrienne, visitan la corte de Carolina del Sur en Columbia el 24 de febrero de 1994.

Adrienne era maquilladora cuando conoció a Brown. La habían criado en el centro sur de Los Ángeles en la casa de una abuela que le arrancaba mechones del cabello y la amenazaba con cortarle la lengua. Adrienne Lois Fischer y su hermana Susan, quienes recordaron estas circunstancias en su propio libro, pasaban horas escondidas en los armarios de sus habitaciones contiguas, y conversaban en secreto a través de las tablas sueltas. Hablaban de los misterios de la vida, de crecer y enamorarse. Adrienne creció y se enamoró de un hombre que conoció en el set de un programa de televisión. Se mudó a Carolina del Sur y consiguió un armario más bonito. A veces estaba allí cuando llamaba a su hermana. Solo que ahora, en lugar de esconderse de su abuela, se escondía de su marido.

“Me temo que va a pegarme de nuevo”, decía ella, según “Souled Out: Married to the Godfather of Soul (algo así como “Descartada: casada con el rey del soul”), el libro de Susan Hutton que se publicó tras la muerte de Adrienne.

Cuando no estaba escondida en el armario ni llamando al 911, Adrienne podía ser la defensora más feroz de su marido. Tres meses después de su boda, en enero de 1985, comparecieron en una audiencia judicial en Baltimore. Llevaban abrigos de piel y llegaron en una limusina, según una historia de Associated Press. James Brown le dijo al juez que no podía pagar los US$ 170.000 que le debía a sus acreedores. Su abogado le preguntó a Brown cuánto dinero había en su billetera. Brown sacó US$ 250. Cuando el abogado le pidió a Brown que los diera, Adrienne perdió la paciencia.

“¿También quiere su sangre?”, gritó.

Una calle lleva el nombre de James Brown en Augusta, Georgia.

Adrienne apoyó a Brown cuando él fue a la cárcel a finales de 1988 en conexión con una persecución policial. Ella les dijo a los agentes del FBI que su esposo era la víctima de unos agentes racistas y pidió una investigación de derechos civiles. Y estaba allí dos años más tarde cuando Brown salió en libertad condicional. En 1993, las autoridades en Augusta estrenaron una placa que bautizaba una avenida como James Brown Boulevard. Brown agradeció a Dios por Adrienne, quien “estuvo a mi lado en momentos muy, muy difíciles”.

Las llamadas de emergencia recomenzaron a finales de 1994. Los agentes de la oficina del sheriff visitaron la casa al menos dos veces en noviembre y nuevamente el 7 de diciembre. Dijeron que hallaron a Adrienne sangrando por el labio superior. Ella les dijo que Brown la empujó, lo que hizo que se cayera y se golpeara la cabeza. Él fue acusado de violencia doméstica criminal. En marzo de 1995, la misma semana en que Jacque realizó su prueba de polígrafo con el exagente del FBI, a solicitud de Adrienne un juez desestimó el cargo.

El 31 de octubre de 1995, Brown fue arrestado otra vez. Un reporte del incidente describió el cargo como agresión agravada, aunque noticias posteriores lo calificaron como violencia doméstica criminal. “Me golpeó de nuevo”, dijo Adrienne, que tenía los labios hinchados y la nariz sangrante.

En noviembre, New James Brown Enterprises, la compañía de Brown, publicó una declaración en la que Adrienne se retractaba de las acusaciones. Decía que su marido no había hecho nada malo. Y que había chocado con un espejo.

Una copia del periódico National Enquirer de la colección de Jacque.

Pero las autoridades ya no dependían de la palabra de Adrienne. Se retractase o no, el teniente Michael Frank de la Oficina del Sheriff del condado Aiken dijo que la fiscalía seguiría adelante.

Habían pasado siete años desde la reunión secreta entre Jacque y Adrienne en el restaurante de carnes de Augusta. Ya no era tan cercanas como supieron ser. Pero a medida que 1995 se acercaba a su fin, las dos estaban atravesadas en el curso de la máquina.

La siguiente parte de la historia puede ser mejor comprendida en el contexto de los 30 años de batalla de Jacque contra las fuerzas de James Brown. Desde que Jacque entró en conflicto con la máquina, dice, indeseables la habían estado observando. He entrevistado a siete personas que corroboraron sus relatos de vigilancia encubierta. Jacque también me mostró un informe técnico de un experto en seguridad llamado Chuck McCorvey Sr., quien me confirmó que en 1998 inspeccionó la casa de Jacque a su solicitud y encontró pruebas de que alguien había intentado instalar micrófonos ocultos.

“Hasta que la conocí, nadie me había seguido antes”, me dijo Lynn Miller, una amiga de Jacque.

“Fue bastante aterrador. Nos sentamos en un restaurante un día, ella recibió una llamada telefónica y le dijeron: ‘Sé lo que vas a almorzar’”.

Luego están los hombres que ganaron la confianza de Jacque a través de pretextos o identidades falsas. Varios se ganaron su confianza antes de desaparecer o desenmascarar su cobertura. Le decían que eran veteranos de la Marina, a los que ella escuchaba porque su padre estuvo en la Marina; o periodistas, que le creaban la esperanza de que su historia fuera finalmente contada. Entrevisté a uno de ellos por teléfono, que admitió haberse acercado a Jacque bajo la guisa de un periodista llamado Adam Levine. Él había ganado su confianza y escuchado muchas de sus historias, dijo, aunque no me contó por qué. Dijo que había conocido a Jacque a través de Buddy Dallas, el abogado de larga data de James Brown.

En la primavera de 1995, dice Jacque, tres hombres la visitaron en un restaurante mexicano donde trabajaba como mesera. Su marido había solicitado el divorcio. Jacque había hecho un test poligráfico, pero aún no se había reunido con el fiscal en relación con su violación. Los hombres vestían trajes oscuros y decían ser consultores bancarios. Uno tenía un encendedor con un emblema de ancla. Cuando lo vio girándolo, pensó con cariño en la Marina.

No pareces una camarera, dijo el hombre. Pareces una estrella de rock.

Jacque con el Circo Carson & Barnes en Princeton, Minnesota, el 12 de junio de 2018.

Jacque tenía casi 40 años, estaba estropeada y sola. El hombre dijo que se llamaba Steve, que había sido un comando SEAL de la Marina y que las débiles marcas de quemaduras en sus manos provenían de una bomba que explotó durante una operación subacuática. Él le preguntó si sabía sobre un restaurante en el aeropuerto, algún lugar con una plataforma de observación agradable. Ella sí sabía: el 57th Fighter Group en el Aeropuerto DeKalb Peachtree. Fueron juntos y se sentaron en la cubierta.

Este aeropuerto significa algo para ti, ¿no es así?, dijo él.

Mi padre y yo veníamos aquí para ver aterrizar los aviones, dijo ella.

Él la beso. Salieron otra vez, y otra vez. Era increíble, todas las cosas que este perfecto desconocido sabía sobre ella. Una noche ella vio la película “Forrest Gump” sin él, y al día siguiente él le preguntó si alguna vez había visto “Forrest Gump”. Ella y una amiga tuvieron largas conversaciones sobre él, y una vez él se preguntó si ella y ese misma amiga habían tenido largas conversaciones sobre él. Él le dejaba bonitos mensajes de voz. Ella los guardó en una cinta y los reprodujo para mí 23 años después. El hombre tenía lo que sonaba como un acento de Long Island.

“Hola Jacque, Steve”, decía en uno de esos mensajes. “Solo llamo para desearte feliz cumpleaños”, y “Jacque, es un verdadero placer oír tu voz en el contestador”.

Jacque pensaba que podría ser un investigador de la oficina del fiscal en Carolina del Sur. Tal vez por eso él y sus amigos querían saber todo lo que ella sabía sobre James Brown. Aunque, si realmente hubiera sido un investigador del gobierno, probablemente no habría dado esta respuesta cuando ella le preguntó por qué estaba en Atlanta:

Alguien tenía que venir y limpiar tus sucios rastros.

El día que tenía que visitar a la fiscal en Carolina del Sur, el auto de Jacque no arrancó. Su amiga Kathleen se ofreció a conducir, pero Kathleen me dijo que su parabrisas estaba misteriosamente roto. Finalmente, alguien más llevó a Jacque y a Kathleen a Aiken para la reunión con la abogada del circuito Barbara Morgan.

Hablé con Morgan y sus antiguos investigadores, Jim Sanders y Wayne Huff. Confirmaron el encuentro con Jacque. Morgan recordó un vestido azul que Jacque ofreció como evidencia corroborante. (Jacque dice que era una falda larga de tela vaquera). Aunque habían pasado siete años, no era demasiado tarde para presentar cargos. No había prescripción para el delito. En junio de 1995, Morgan asignó a Sanders para que investigara si James Brown había cometido un delito sexual.

El miedo de Jacque se intensificó durante el verano y el otoño de aquel año. Largent, su terapeuta, notó vehículos sospechosos estacionados fuera de su oficina justo antes de que llegara Jacque. Otro terapeuta, Mark Polkosnik, atendió a Jacque una tarde, luego puso algunos de sus papeles en un maletín y dejó el maletín en su Ford Explorer con llave mientras entraba en una tienda. Cuando volvió, el maletín se había ido. Polkosnik era policía de reserva en ese momento, y había dejado su placa y su arma en la guantera. Eso no fue robado. Para Polkosnik, parecía que los ladrones sabían exactamente lo que querían.

Steve, el nuevo amigo de Jacque, salió de la ciudad por un tiempo. Jacque lo extrañaba. Comprendía que algunas personas querían mantenerla en silencio, pero no creía que Steve fuera uno de ellos. Él quería que encontraran en Dallas, Texas. Quería que ella llevara el video de la prueba de polígrafo. Dijo que estaba organizando una entrevista con el programa de televisión “Hard Copy”. Si ella pudiera encender la alarma sobre la violencia de James Brown, pensó, tal vez podría salvar a su amiga Adrienne.

“Hola Jacque, soy Steve”, dijo en un mensaje de voz a finales de diciembre. “No volveré a Dallas hasta el miércoles por la mañana. Te llamaré entonces. Espero que tu Navidad haya sido mejor que la mía”.

Jacque pensó que lo amaba. Y pensó que él sentía lo mismo por ella. El 2 de enero de 1996, empacó el video del test poligráfico y abordó un avión para Dallas.

Unas pocas noches antes de morir, Adrienne Brown dejó un mensaje de voz a su abogado. Estaba en California, preparándose para una abdominoplastia, implantes de mejilla y otras cirugías plásticas.

Robert Harte representaba a Adrienne en el proceso de divorcio, y no estaba de acuerdo con James Brown y sus portavoces en varios puntos. Creía que Brown había golpeado a Adrienne, a pesar de su retractación. Él no creía que ella fuera adicta a las drogas, a pesar de las afirmaciones de James Brown en los medios de comunicación. Ella le dijo que odiaba la PCP, que intentaba evitar que Brown la usara, y que los hombres en su nómina luchaban con ella por el control. Adrienne Brown y Robert Harte estaban de acuerdo con una teoría que he escuchado de otros que conocían a James Brown. Más tarde, durante la batalla por el patrimonio, dos de las hijas de Brown habrían de hacer acusaciones similares en documentos judiciales. Todos creían que los asesores de James Brown querían que permaneciera adicto a las drogas, porque la adicción hacía que fuera más fácil de manipular. (En las presentaciones judiciales, los asesores dijeron que siempre actuaron en beneficio de los mejores intereses de Brown).

James Brown y su abogado Buddy Dallas escuchan mientras el juez Rodger Edmonds lee los cargos durante una audiencia el 29 de enero de 2004. Brown fue arrestado un día antes por violencia doméstica involucrando a su cuarta esposa, Tomirae.

A través de las pruebas del caso de divorcio, Harte obtuvo estados financieros de la organización Brown. Se sorprendió al descubrir que, en una gira reciente, Brown había recaudado alrededor de US$ 5 millones, pero se había beneficiado de menos de US$ 150.000. Parecía que los empleados de Brown lo estaban desangrando.

Tumultuoso como era el matrimonio, Harte no esperaba que Adrienne siguiera adelante con el divorcio. Ella y Brown se amaban, y ella quería que estuvieran juntos. Harte quería que ella tuviera éxito. Ella era uno de los pocos clientes a quienes les había dado su número de teléfono residencial no listado.

Harte y su esposa, Cathy, escucharon el último mensaje que Adrienne dejó para él. Adrienne habló sobre los hombres que controlaban a su marido. No dio nombres, pero dijo que estaba tratando de apartarlo de ellos para comenzar una nueva vida lejos de su influencia. Según los Harte, Adrienne dijo que los asociados de Brown querían que ella se saliera del medio. Ella dijo que temía por su vida.

Adrienne no dejó un número. Los Harte no sabía dónde se alojaba y no tenían forma de devolverle la llamada. Cuando la noticia de la muerte de Adrienne llegó unos días después, Cathy Harte tuvo un pensamiento escalofriante:

Oh Dios mío. Lo hicieron.

Robert Harte dijo que, tras la muerte de Adrienne, llamó a la oficina del juez de instrucción en Los Ángeles y le contó a un funcionario sobre la premonición. Él no sabe qué se hizo con esa información. Tampoco yo. Durante meses intenté obtener una copia del informe del médico forense. Finalmente, un portavoz me dijo que estaba entre los informes de varios meses que habían sido destruidos accidentalmente durante un intento de transferirlos al disco de la computadora. El informe se había esfumado.

“Lo siento”, dijo Ed Winter, el vicejefe de investigaciones. “Es vergonzoso para nosotros”.

(También solicité una copia del informe de investigación policial de la muerte de Adrienne Brown, pero un gerente de registros me dijo que había sido “purgado”).

James Brown sale del área de cementerios en Augusta después del entierro de su esposa, Adrienne Brown, el 16 de enero de 1996.

La noticia de la muerte de Adrienne llegó a Kay Mixon, una defensora de víctimas de violencia doméstica en el condado Aiken, Carolina del Sur. Ella había pasado horas con Adrienne en un hospital en 1995, después de una de sus últimas palizas. Mixon me dijo que Adrienne le tenía miedo a su esposo y a otros en la organización Brown. Mixon dice que Adrienne le dijo: “Sé todo sobre James… Él no va a permitirme que lo deje, porque sé demasiado”.

Cuando escuchó las noticias en la televisión, Mixon no lo creyó.

“Y anunciaron que ella había muerto, por una sobredosis”, dijo. “Y lo primero que pensé fue: ‘No, así no fue. Él la mató’. No puedo probarlo, y probablemente no debería decirlo, pero lo llevaré a mi tumba. Creo que él lo hizo o mandó a alguien que lo hiciera”.

Esto es lo que Jacque dice que vio y escuchó en Dallas, Texas, en enero de 1996. Unos días antes de la muerte de Adrienne, el hombre que se hacía llamar Steve recogió a Jacque del aeropuerto. Estaba con un desconocido llamado Brian. La llevaron a un apartamento en Commerce Street. Ella les decía que Adrienne estaba en peligro. Tenía que aparecer en la televisión y lanzar el video de la prueba poligráfica y decir la verdad, y tal vez así derrotar a la máquina. No se le ocurrió hasta más tarde que ella podría ser parte de la máquina. También se preguntaba quién era realmente Steve y por qué había dicho que sus clientes estaban en Carolina del Sur.

Una noche, Jacque y Steve salieron a un bar y regresaron para encontrar a Brian viendo su cinta de la prueba del polígrafo. Al parecer, había revisado su equipaje y la había sacado. Se reía, actuando triunfante. No habría entrevista de televisión. Todo había sido un engaño. Brian la llamó pelele y dijo que esto nunca funcionaría. Parecía pensar que el polígrafo no probaría nada. Esto lo puso emocionado, y violento. Empujó a Jacque contra una pared.

¿Quiénes eran estos hombres? ¿Por qué engañaron a Jacque para que les mostrara su evidencia contra James Brown? ¿Por qué la atrajeron a una ciudad desconocida en los últimos días de la vida de Adrienne Brown? Para Jacque, solo hay una conclusión razonable: eran apañadores que trabajaban para la máquina James Brown.

Jacque nunca descubrió la verdadera identidad de Steve. Pero en el apartamento, ella le había birlado a Brian una de sus tarjetas de negocios. Era Brian Donahue, de una compañía llamada Emerald Services, con sede en Deer Park, Nueva York. La tarjeta decía que Emerald Servicios ofrecía servicios de consultoría, investigación y procesamiento. Confirmé que Brian Donahue vivió alguna vez en 1222 Commerce Street, en Dallas, en el mismo departamento cuyo número Jacque había anotado. La esposa de Brian, cuyo nombre también estaba en la tarjeta de presentación, me dijo que Brian estuvo trabajando en Dallas en enero de 1996. No sabía quién lo había enviado allí ni cuál era el trabajo. Su esposo, dijo, nunca habría participado en una operación como la que describió Jacque. Brian Donahue murió en 2012 a los 60 años.

Todo se volvió extraño después de que Brian vio el video de la prueba del polígrafo. Steve y Brian parecían estar manejando una situación desconocida. Uno tomó una llamada telefónica y dijo que “el doctor” estaba en la línea. Steve quería que Jacque bebiera con él. Jacque vaciló. Steve insistió. Jacque tomó un sorbo de whisky y perdió el conocimiento.

Ella no sabe si estuvo inconsciente por unas horas, o por más de un día. Pero una mañana se despertó para encontrar a Steve en el sofá, con aspecto agotado. Brian entró por la puerta principal con una copia del Dallas Morning News. Era el 7 de enero de 1996. Le mostró una historia en la página 25A. Decía que Adrienne Brown estaba muerta.

Jacque dice que Brian Donahue le dio este periódico en el apartamento de Dallas. Escribió notas en él y lo ha guardado por 23 años. CNN ha editado levemente los números de teléfono.

Es demasiado tarde para ti, le dijo Brian a Jacque.

Y ella dice que Steve le dijo esto:

Eras tú o ella.

Hasta hoy, Jacque no sabe por qué Brian y Steve la dejaron ir. Voló a su casa en Atlanta y jamás volvió a verlos.

Las dos mujeres no rompieron la máquina. Cuando Adrienne murió, también lo hizo su último caso de violencia doméstica. Un día después del entierro, un portavoz del sheriff anunció que se retiraría el cargo contra James Brown. El sheriff dijo: “El Sr. Brown ha sufrido terriblemente como resultado de la muerte de su esposa”.

Del mismo modo, la abogada de circuito Barbara Morgan concluyó la investigación de violación sin presentar cargos. Cuando le pregunté por qué, me dijo que no había forma de estar segura de que Jacque había estado en su jurisdicción, ni siquiera en Carolina del Sur. “No sé si ella sabía en qué bosque estaba”, dijo Morgan. “Y no se puede acusar si no tienes jurisdicción”.

Era como si Jacque se hubiera desvanecido en el bosque. Como si ella nunca hubiera estado allí.

En una llamada de emergencia una mañana en Beverly Hills, el detective Steve Miller recibió órdenes de ir a Hidden Garden y verificar una muerte desatendida. Era enero de 1996. Exranger del Ejército, Miller había aprendido mucho sobre drogas en tres años de la escuela de farmacia. Hidden Garden era un centro de recuperación de alto nivel para personas sometidas a cirugía plástica. ¿Y la muerte desatendida? Era Adrienne Brown, la esposa de James Brown. Cuando Miller llegó a Hidden Garden, el forense se había llevado el cuerpo.

Miller no vio señales de un crimen. Sin embargo, le parecía extraño que nadie de Hidden Garden cooperara. (La instalación ya ha cerrado, y su fundador no respondió mis llamadas telefónicas). Aquella mañana, el lugar estaba casi desierto. Más tarde, dice Miller, se enteró de que estaba operando sin las licencias adecuadas. Llamó a una puerta; nadie respondió. La gente en el campamento de James Brown tampoco fue de mucha ayuda, dijo. Solo una persona le decía cosas, y su cooperación no había sido solicitada. Una mujer desconocida llamada Jacque llamó un día y dijo que su amiga había sido asesinada.

Steve Miller era el detective asignado para investigar la muerte de Adrienne Brown.

Ahora Miller miró el caso más de cerca. Jacque supuso que él encontraría un inhalador nasal en el bolso de Adrienne, y ella creyó que la botella contendría PCP. Sí y sí. Miller lo encontró. ¿Pero qué probaba eso? Miller no lo sabía.

La oficina del forense terminó la investigación de la muerte. Un portavoz dijo que la causa oficial era la ingesta de PCP y la cardiopatía aterosclerótica. El cuerpo de Adrienne, según el portavoz, se había debilitado por la cirugía; y le habían dado varios medicamentos para el dolor, entre ellos Valium, Vicodin y morfina. La evidencia parecía apuntar hacia una sobredosis accidental.

Miller perdió interés, a pesar de las frecuentes llamadas de Jacque. La verdad es que se cansó de oírla. Ella seguía diciendo las mismas cosas, y esas cosas nunca tenían sentido. ¿Su novio? ¿Un apartamento en Dallas? ¿Una entrevista de televisión fantasma y un tipo misterioso llamado Brian? Si alguien hubiera querido hacer que se sintiera loca, difícilmente podrían haber hecho un mejor trabajo.

Así que el detective siguió adelante. Y en algún momento del próximo año más o menos, conoció a Linda Bennett.

Era una mujer alta del medio oeste. Quería ser artista, quizás joyera, pero se conformó con ser recepcionista en un despacho de abogados. Luego se dedicó a la prostitución, lo que le permitió comprar las cosas que quería: vino, camisones de seda, un Mercedes-Benz. También le gustaba la metanfetamina, lo que aumentaba su relevancia para las autoridades. Uno de los colegas de Miller, un detective llamado Héctor Alatorre, me dijo que, aunque no sabía que ella le hubiera mentido o proporcionado información falsa, no confiaba en Bennett porque creía que los hombres estaban obsesionados con ella y porque daba información sobre sus competidoras. Pero no todo lo que ella hizo fue egoísta. Ella alertó a los detectives en Los Ángeles de la trata de personas y ayudó a la policía de Beverly Hills a sacar de la calle a por lo menos dos vendedores de metanfetamina.

“Ella era realmente una muy buena fuente”, me dijo Lee Jett, exdetective del Departamento de Policía de Los Ángeles. Según George Elwell, un detective retirado que trabajó en Beverly Hills durante 28 años, “su información siempre fue precisa”.

Miller la consideró una “informante confiable y confidencial”. Nunca le mintió y, a diferencia de otros informantes, no recibía dinero ni tuvo reducciones de tiempo en la cárcel por su cooperación, dice Miller. Para él, estaba motivada por un sentido del bien y el mal, y tal vez por la gratitud a los policías que la habían ayudado a superar su adicción a las drogas.

En algún momento alrededor del año 2000, cuatro años después de la muerte de Adrienne, Linda Bennett mencionó el nombre de Adrienne Brown. Miller le dijo que había investigado la muerte de Brown. Y Bennett mencionó a un médico que le había dicho algo al respecto. El doctor estaba involucrado de alguna manera en la muerte de Brown, le dijo ella. Miller se había cruzado con su nombre antes durante la investigación y había visitado su oficina una o dos veces, con la esperanza de hacer algunas preguntas. Pero el médico nunca estaba disponible. Cuando Miller intentó volver a encontrarlo, supo que se había mudado a otro estado.

El detective Miller se retiró en 2001.

Mientras tanto, Linda Bennett se estaba muriendo. Los medicamentos para adelgazar le habían dañado el corazón, y un trasplante no llegaría lo suficientemente pronto. En 2001, dice Miller, Bennett le dejó un paquete en la estación de policía. Incluía su agenda de citas de 1996 y el cuaderno con las páginas azules, con notas que parecían haber sido escritas alrededor del año 2000. Estaba distraído, preparándose para la jubilación, y no le prestó toda su atención. Ese verano hizo un viaje de pesca a Colorado, fuera del alcance de los celulares. En un viaje a la ciudad, notó un mensaje de voz de Linda. Cuando regresó al rango y contestó la llamada, su madre respondió y dijo que Linda había muerto. La causa fue insuficiencia cardíaca y una válvula mitral enferma. Tenía 36 años.

Pasaron 16 años. Miller guardó el cuaderno y el libro de citas en una caja en un armario del piso de arriba de su casa. En julio de 2017, después de recibir mi correo electrónico, los sacó y leyó cada página. Luego tomó fotos y me las envió.

Las páginas describen una relación que Linda Bennett tuvo con un médico en la primavera de 1996, poco después de la muerte de Adrienne Brown. Ella nombra al médico, y he confirmado su identidad y otros detalles que lo conectan con Adrienne Brown. Él no es uno de los cirujanos plásticos que operaron a Brown poco antes de su muerte. CNN no lo nombra en esta historia porque no ha sido mencionado como sospechoso en la muerte de Adrienne Brown. En el cuaderno, Linda Bennett alega que el médico le dijo que había asesinado a Adrienne Brown.

Miller no sabe por qué Bennett aparentemente esperó cuatro años para escribir lo que escribió. Él cree que ella tuvo más tiempo para reflexionar después de dejar atrás las drogas y la prostitución. Además, si inicialmente tenía miedo de decirle lo que sabía, eso podría haber cambiado cuando se dio cuenta de que moriría pronto.

Aquí hay algunos extractos de su cuaderno. Las groserías han sido expurgadas y el nombre del médico ha sido suprimido por CNN.

Sé que asesinó a la esposa de James Brown (como se refería a ella). Sé que él sabía que lo hizo + que él estaba tratando de encubrirlo desesperadamente. Lo sé porque me lo dijo. Me lo dijo, y luego trató de matarme.

… Recuerdo haber pensado, tal vez saberlo, ella no era la única. Este hijo de … fue un asesinato por encargo.

…Creo que era parte del plan para que pareciera una sobredosis -

SÍ, esto fue

Asesinato PREMEDITADO

Una página del cuaderno de Linda Bennett. SÍ, esto fue Asesinato PREMEDITADO

… Y [NOMBRE SUPRIMIDO] no fue el único involucrado -sí, se coló, a altas horas de la noche en el jardín secreto.

Cambió las pastillas, drogas callejeras, ¿quería que pareciera que era uno de los otros médicos? NO fue un error, él planeó esta p… cosa

Él sabía que ella ya estaría casi muerta o muerta. Dijo que casi quería ayudarla - ella lo llamó para que la ayudara –sí- él solo sonrió (conozco la p… sonrisa, tengo una foto de eso) + dejó que se escapara. Ella sabía lo que estaba haciendo, pero no podía gritar por ayuda, era demasiado tarde.

Intentó gritar, pero no pudo. Él estaba llorando (¿real o falso?). Él describió su ropa o vendas, la expresión de su cara, es tan real, era escalofriante escucharlo describirlo EN TAL GRADO DE P… DETALLE tenía que haber estado allí, tenía que haber sido él. Describió la habitación -CADA pequeño detalle- me asustó muchísimo, sabía que sí, le gustaba.

¿Había un espejo de pie?

… Amarillo / morado

¿Peluca involucrada? Maquillaje

Pequeña cama baja tipo hospital

…Ella estaba muy

Hinchado SÍ

… Citas o algo muy cercano de [NOMBRE SUPRIMIDO]

“Hay un p… DET [detective] - Él SABE que lo hice”. ¿Era este Steve?

“Me van a encontrar, es solo cuestión de tiempo”

…Fuiste a su oficina, ¿sí, Steve? Sabía que sabías que lo hizo. Estaba sudando balas. ¿Entraste en mayo? ¿Fue segunda vez la visita?

¿Abril? Estaba muy drogado + tú también lo sabías + él sabía que lo sabías.

…Estoy casi seguro de que me llamó cuando estabas allí o esperando verlo en la sala de espera. Se sintió atrapado. ¿Por qué recuerdo una llamada telefónica?

No quería que supieras que se estaba yendo, pero sintió que lo habías notado …

…DEFINITIVAMENTE, no estaba drogado cuando asesinó a la esposa de James Brown.

Antes de morir, Linda Bennett le dio al detective Miller su libro de citas de 1996. CNN ha editado el nombre del doctor y otros nombres. Según una nota que Bennett dejó en la esquina superior derecha, conoció al doctor en la noche del 18 de abril de 1996.

SOBREDOSIS.

El libro de citas indica que fue hospitalizada por al menos tres días. El detective Miller vio una conexión entre este incidente y algo que Bennett escribió en su cuaderno: la afirmación de que después de que el médico le confesó “trató de matarme”. El libro de citas no menciona la supuesta confesión, y aparentemente el cuaderno estaba escrito unos cuatro años después.

El libro de citas menciona los nombres de varias mujeres que conocían a Bennett en ese momento. Reuní varias pistas, aprendí los nombres completos de tres de estas mujeres, las encontré y las entrevisté. Aunque todas hablaron, CNN está ocultando sus nombres porque nombrarlos podría ayudar a identificar al médico.

La primera mujer me dijo que era una paciente del médico en cuestión. Ella dijo que le presentó a este doctor a su amiga Linda Bennett. Ella dijo que Bennett y el médico tuvieron una aventura que ella describió como “caliente e intensa”. No quiso decir mucho más.

La segunda mujer trabajó con Bennett en el bufete de abogados y se mantuvo en contacto después de que Bennett se fue. Le pregunté si Bennett había salido alguna vez con un médico.

“Sí”, dijo ella. “Él le inyectaba heroína”.

Dijo que había visitado a Bennett en el hospital en mayo de 1996 después de una sobredosis de heroína, y dijo que Bennett le dijo que un médico le había inyectado heroína. Bennett nunca había usado heroína antes de encontrarse con el médico, dijo la segunda mujer, y agregó que Bennett le dijo que la heroína la hacía sentir suicida. Ella dijo que Bennett salió del hospital y luego tuvo un ataque al corazón.

“Él podría haberla matado”, dijo la segunda mujer.

La tercera mujer también recordó la sobredosis de heroína de Bennett. Ella dijo que uno de los clientes de Bennett, un médico, le había inyectado. La tercera mujer también dijo que Bennett nunca había usado heroína antes de conocer al médico, y ella dijo que el médico era adicto a la heroína. Ella estaba furiosa en nombre de su amiga, dijo, sorprendida de que un médico hiciera algo así. Le preguntó a Bennett por su nombre y número de teléfono, y dijo que lo llamó y lo confrontó por darle heroína a su amiga. Él no lo negó, dijo ella.

“Solo le hice saber que si algo le ocurría a ella mientras estaba con él, que iría a las autoridades”, dijo la tercera mujer. “Y que más le valía que ella no muriera”.

El médico vendió su casa menos de un mes después de la sobredosis de Bennett y cinco meses después de la muerte de Adrienne Brown. Obtuvo una licencia médica en otro estado. Más tarde, según los registros de la junta médica de ese estado, dio positivo por metadona y oxicodona. Fue diagnosticado con dependencia de opiáceos. Después de una investigación estatal, accedió a que su licencia médica fuera puesta en estado condicional. Una verificación de los registros estatales en 2018 mostró que la licencia había caducado.

Una y otra vez, el cuaderno y la agenda de citas de Bennett parecían coincidir con lo que me enteré en otros lugares. Era hora de visitar al médico.

Un jueves por la mañana, en julio, acompañado por un guardia de seguridad, llamé a la puerta principal del médico. Vivía en una casa de campo con dos autos en el camino de entrada y rosas que florecían en el patio delantero.

La puerta se abrió. Apareció el médico. Dije que estaba con CNN y quería hablar sobre Adrienne Brown. Salió al porche y cerró la puerta.

“¿Fuiste a visitarla cuando se estaba recuperando en Hidden Garden?”, le pregunté.

“No”, dijo.

Apenas estábamos a dos minutos de la entrevista cuando dijo: “Y debo decirles que ahora tengo un diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer, para que cualquier cosa que diga sobre mí, mi memoria no es tan buena en este momento… ”

Tenía unos sesenta años y se veía robusto, casi juvenil. Le pregunté al médico si recordaba a una mujer llamada Linda Bennett.

“Recuerdo el nombre”, dijo, “pero no recuerdo su relación con nada de esto. No, solo es un nombre del que tengo un vago recuerdo. Pero estás hablando con un chico que tiene graves problemas de memoria hoy”.

Dije que Linda Bennett escribió sobre una relación que tuvo con él en la primavera de 1996, no mucho después de que Adrienne Brown muriera. Dije que sus escritos eran muy detallados, y mencionaron una cita en su cumpleaños.

“Eso es una locura”, dijo. “Eso tiene que ser una persona diferente”.

Le dije que estaba bastante seguro de que él era el único médico con ese nombre y ese cumpleaños que practicaba en el sur de California en ese momento.

“No tengo memoria de ningún tipo de relación con ella, ni siquiera médica”, dijo. “Es solo un nombre con el que tengo un destello de recuerdo. Ciertamente no recuerdo haber hecho nada personal con ella”.

Le dije que cuatro personas (Bennett y tres amigos) dijeron lo contrario, pero que solo era una historia en lo que respecta a la muerte de Adrienne Brown. “Y la forma en que está conectado”, dije, “es que Linda Bennett dijo que le confesaste que habías matado a Adrienne Brown”.

Él rió.

“Eso es una locura”, dijo. “Ni siquiera recuerdo quién es Linda Bennett. Y solo vi a Adrienne Brown en una ocasión, para una breve reunión”.

Le dije que Linda Bennett trabajaba como prostituta y como informante de la policía, y Bennett afirmó que un médico le dijo que había entrado furtivamente en Hidden Garden y que inyectó a Adrienne Brown con una sobredosis de drogas.

El médico volvió a reír.

“Eso es una locura”, dijo.

Le dije que podía proporcionar más detalles de la acusación de Linda Bennett si eso le ayudaba a recordar.

“Obviamente, una acusación de asesinato es algo serio”, dijo. “Eso está muy lejos de mi recuerdo de cualquier cosa, eso es muy –no me lo puedo imaginar– lo que se me viene a la cabeza es que Linda Bennett debe haber tenido algo que ocultar u ocultar al crear una cortina de humo”.

“Usted cree”, le dije.

“Eso es lo único que se me viene a la mente”, dijo. “Porque sé que no tengo nada que ver con nada de lo que estás hablando. Ella debe haber estado involucrada de alguna manera con esto, con Adrienne. Ella debe haber conocido a Adrienne, y tenía alguna razón para crear algún tipo de pantalla de humo”.

(Más tarde, ese mismo día, llamé al detective Steve Miller y le pregunté si Linda Bennett tenía alguna razón para mentir sobre el médico, o si había alguna posibilidad de que ella estuviera tratando de incriminarlo. Él dijo que no. Le pregunté si Bennett podría haber estado involucrada en la muerte de Adrienne Brown. “No hay posibilidad”, dijo. También le pregunté al abogado del médico si podía proporcionar documentación para el diagnóstico de Alzheimer, pero el abogado no respondió a mis preguntas y dijo que las acusaciones eran “absurdas”.

Había dos sillas en el porche delantero. Le pregunté al médico si podía sentarme y leer en voz alta algo de lo que Linda Bennett escribió.

“Adelante”, dijo, nunca preguntando cómo obtuve sus escritos o cómo llegué a esta historia.

Me senté, abrí una carpeta de manila y comencé a leer.

“Entonces, Linda Bennett escribió sobre usted: ‘Sé que él asesinó a la esposa de James Brown (como él se refería a ella), sé que él sabía que lo hizo, y estaba tratando de ocultarlo desesperadamente. Lo sé porque me lo dijo. Él mismo me lo dijo, luego trató de matarme “.

El doctor rió una vez más.

“Recuerdo que pensé, tal vez sabiendo que ella no era la única”, dije, leyendo por encima del sonido de un cortacésped cercano. “Este hijo de p—, fue un asesinato a sueldo. Creo que era parte del plan para que pareciera una sobredosis. Sí, esto fue un asesinato premeditado. Y [NOMBRE EDITADO] no fue el único involucrado. Sí, se coló tarde por la noche, en el jardín secreto, cambió las pastillas (drogas callejeras), quería que pareciera que era uno de los otros médicos. No fue un error. Él planeó esta cosa de afuera. Él sabía que ella estaría casi muerta, o muerta ya. Dijo que casi quería ayudarla. Ella le pidió ayuda. Sí, él sólo sonrió. Conozco la sonrisa, tengo una foto de ella. Déjala escabullirse. Ella sabía lo que él estaba haciendo, pero no podía gritar por ayuda. Era demasiado tarde. Ella trató de gritar, y no pudo. Él estaba llorando. Describió su ropa o vendas. La mirada en su cara. Es tan real. Fue escalofriante verlo describirlo con tal detalle … “

“Entonces, ¿esto es supuestamente lo que le dije?”, preguntó.

“Correcto”, le dije.

“Está bien”, dijo. “Puedes detenerte allí mismo. Eso es totalmente loco. Nada de eso sucedió. Y, ya sabes, me doy cuenta de que has recorrido un largo camino, me doy cuenta de que este es un asunto serio. Esto es una locura. Nada de eso sucedió. En absoluto. Y no tengo idea de por qué me acusaría de eso. ¿Todo bien?”

No me dijo que me fuera. Ni siquiera me pidió una tarjeta de visita. Se paró, abrió la puerta y entró. La puerta se cerró de golpe detrás de él. Salí del porche, sosteniendo la carpeta de manila, y las palabras de Linda Bennett siguieron corriendo silenciosamente por la página.

James y Tomirae Brown en la ceremonia en la que el cantante entró en el Hall de la Fama de la Música de Reino Unido.

James Brown lloró después de la muerte de Adrienne, y su dolor parecía real para la gente que lo conocía. Un año o dos más tarde, conoció a una cantante llamada Tomirae Hynie. Ellos se enamoraron. Ella se convirtió en su cuarta esposa.

Al igual que Adrienne, Tomirae se enfrentó con las personas que controlaban a su esposo.

Al igual que Adrienne, Tomirae acusó a Brown de golpearla.

Y al igual que Adrienne, Tomirae comenzó a temer por su vida.

En una película documental poco conocida llamada “Un cuento de James Brown”, Tomirae se ve en una habitación de hotel, aislada y asustada. Es alrededor de 2005, el año anterior a la muerte de James Brown.

“Esta es mi última oportunidad de alejarme de algo que estoy convencida de que me va a matar”, dice ella. “Y yo no sería la primera, entonces”.

La llamé en 2017 y le pedí que me explicara más detalles. ¿Quiso decir que si le pasara algo, no sería la primera esposa de James Brown en ser asesinada? Si dijo ella. Estaba hablando de Adrienne.

No mencioné a Jacque Hollander, ni a Linda Bennett, ni a la libreta, ni al médico. Solo pregunté qué la llevó a esa conclusión.

Tomirae dijo que James Brown le dijo que creía que había más en la historia de la muerte de Adrienne. Ella dijo que él le dijo que Adrienne pasó por su cirugía y salió bien.

“Y luego alguien le hizo una visita”, dijo Tomirae, refiriéndose a un traficante de drogas, “y así es como el PCP fue introducido a su sistema, y eso la mató”.

En 2006, dijo Tomirae, ella y su esposo hicieron planes para escapar de Carolina del Sur. Dejando de lado sus terribles predicciones, Tomirae no fue asesinada.

Pero ella se pregunta si James Brown sí lo fue.

Esta es la segunda parte de un reportaje de tres entregas. Mira la primera en este link, y la tercera haciendo clic aquí