Julian Assange, cuando es retirado de la embajada de Ecuador en Londres, Inglaterra.

Nota del editor: Roberto Izurieta es director de Proyectos Latinoamericanos en la Universidad George Washington. Ha trabajado en campañas políticas en varios países de América Latina y España y ha sido asesor de los presidentes Alejandro Toledo de Perú, Vicente Fox de México y Álvaro Colom de Guatemala. Izurieta es analista de temas políticos en CNN en Español.

(CNN Español) – De las pocas entrevistas que decidí dar sobre temas políticos externos, inclusive sobre Ecuador, está la que di cuando abordé el tema del asilo otorgado por Rafael Correa al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, en agosto de 2012. Me costó un par de cadenas de televisión de parte del entonces presidente Correa, insultándome. Hoy, me ratifico en lo que dije en ese entonces. Si Correa le daba el asilo a Assange, por supuestamente ser el paladín de la libertad de expresión y transparencia, ¿por qué Correa perseguía a periodistas y opositores, y no hacía pública información fundamental para la opinión pública como son, por ejemplo, los contratos de endeudamiento con China? Correa ha negado estas acusaciones.

Siempre sostuve que las razones que llevaron a Correa a darle el asilo a Assange eran políticas y no de defensa de principios. Hoy, además, puedo decir con total convicción que Assange tampoco es un defensor de los principios que proclama, pues de haberlo sido ¿por qué WikiLeaks nunca publicó ningún documento que transparentara los ilícitos que hoy son de dominio público del gobierno de Correa?

Assange es un operador político que conseguía gran parte de sus documentos a través de “hackers” u otras fuentes que se los entregaban y al parecer seleccionaba la información que hacía pública, en función de sus objetivos políticos o jefes políticos (permanentes o de turno). Assange intervino e interfirió en elecciones de varios países (incluyendo EE.UU.). Eso es un delito, aún en los EE.UU. donde permiten que diplomáticos y ciudadanos extranjeros (incluso representantes de fundaciones) opinen en las elecciones (cosa que casi ningún gobierno de América Latina permitiría). Sobre Assange está la sospecha de haber participado en una abierta interferencia en el proceso electoral con la cooperación de agentes rusos. Pero Assange debe enfrentar el cargo que le imputaron y, como a todo ciudadano, le deseo un juicio justo en Inglaterra o en Estados Unidos. De ser hallado culpable, debe aplicarse todo el peso de la ley.

La pregunta que se hacen mucho en el exterior es ¿por qué ahora, luego de 7 años? Pues, primero, recién en mayo de 2017 se acabó el gobierno de Correa, luego de una década de dominio. Segundo, el gobierno de Lenín Moreno, recién cambió a su canciller, María Fernanda Espinosa hace 11 meses. Espinosa, como el excanciller Patiño, eran grandes defensores de Assange y de Maduro. El presidente Moreno, claramente, mantuvo a Espinosa como canciller más de la cuenta, con el objetivo de que complete su campaña de presidenta de la Asamblea de la ONU.

Lenín Moreno nombró posteriormente como ministro de relaciones exteriores a José Valencia, un diplomático de carrera de gran profesionalismo. Conocí a Valencia en las luchas universitarias. Era un rival de respetar porque más allá de nuestras posiciones políticas diversas, claramente era un joven de principios y valores. Las divergencias y disputas eran conversadas con total civilidad, como debe ser la política.

Valencia se tomó el tiempo necesario para presentar al presidente de Ecuador, y hoy al mundo, un caso sólido del porqué ahora se termina el asilo de Assange. Mas allá de los hechos descritos en este artículo (y muchos otros), Valencia se concentra en argumentar nueve puntos que son muy decidores y sobre todo que se centran en los intereses de la nación que como canciller representa.

Claramente Assange era un huésped que se pasó no sólo del tiempo de hospitalidad, sino que abusó de ella, ofendiendo y atacando a sus anfitriones; ejerciendo actividades dentro de la Embajada del Ecuador que eran claramente una violación de las leyes nacionales e internacionales del asilo otorgado.

Aplaudo que el proceso seguido por José Valencia haya sido como es él: profesional, prudente y basado, no sólo en los intereses de la nación, sino en principios y valores que debemos compartir al menos la mayoría: el respeto a la ley y la lucha porque las elecciones de cada uno de los países se desarrollen sin interferencia extranjera.